Herbert Mujica Rojas
El tiempo subjetivo (Ich zeit) del ratero, ladrón, caco, maleante, estafador, tiene características desarrolladas en el decurso de sus fechorías pero también es un largo proceso de burla social y perjuicio civil.
El Ich zeit, tiempo subjetivo de los delincuentes, conoce desde sus ancestros, cómo demora la justicia en siquiera proponer indicios razonables de la comisión de delitos.
Por eso actúa bajo el manto de impunidad que brinda el tiempo, largo, demasiado largo, y perpetra asaltos, robos, cohechos, estafas de toda índole en contratos, concesiones de origen dudoso y las más de las veces con dedicatoria y nombre propio.
Los sucesos se consuman ante la inacción de políticos ignorantes, periodistas mermeleros y bajo la percepción —para ellos correcta— que la sociedad silenciosa no dice nada porque la sociedad desmemoriada olvida todo y porque la sociedad ineficiente carece de mecanismos furiosamente ejemplares para castigar a la hamponería.
“En nuestra cultura —altamente tecnológica— estamos obsesionados mirando el reloj y contando el tiempo hasta los microsegundos. Pero todavía desconocemos hechos esenciales acerca del procesamiento biológico y psicológico de la información temporal.
Por ello se debe insistir en que se trata de un conocimiento muy importante, al cual hay que abocarse, que juega un papel significativo en el desarrollo de técnicas y métodos psicológicos, en la educación, en la conducta vial, en la interacción hombre-máquina, en la producción industrial, en los tratamientos clínico-médicos, etc.
El sentido del tiempo, lo mismo que el auditivo, visual, olfativo y el del gusto, constituye una función psicológica fundamental para el desarrollo de la conducta humana.
Cuando aparecen deterioros en el tiempo psicológico los síndromes suelen ser críticos, y surgen en muchas clases de psicopatologías como, por ejemplo, en pacientes con lesiones cerebrales orgánicas, esquizofrenia y depresión.
Desde este punto de vista, la alteración del tiempo psicológico, o del sentido del tiempo, influye en la conducta y lleva a la desintegración de la personalidad”. Dra. Anna Eisler, investigadora y profesora de la Universidad de Estocolmo (Suecia) —Departamento de Psicología— , quien desarrolla un proyecto de investigación conjunta en el Laboratorio de Investigaciones Sensoriales (LIS-CONICET), de Buenos Aires, que dirige la Dra. Miguelina Guirao.
Nuestros lobotomizados políticos son absolutamente inferiores al talento oportunista y legendario que muestran las múltiples mafias alrededor y colaterales al Estado y sus numerosos negociados.
Ellos, los delincuentes, colocan a sus personeros en puestos claves, salen expulsados para volver luego de exilios dorados a veces en el Banco Mundial.
O en entidades internacionales desde donde guardan perfil bajo, hasta que retornan a los pagos expoliables y, además, solucionan temas de caja chica y urgencias a los personeros que el Estado dice nombrar en cargos ejecutivos. ¡Bah!
¿Alguno de nuestros lobotomizados políticos ha dicho algo sobre la inmensa cantidad de delitos de que se da cuenta en la prensa, a medias y con timidez? ¡Nada! Asienten, aceptan, consienten. El Ich zeit delincuencial sabía ¡perfectamente! que esto iba a ocurrir así y procedió al “caballazo” limpio.
El Ich zeit delincuencial sabe que en Perú no interesa la verdad, sólo tiene prevalencia el escándalo y la estupidez con apariencia de moralización.
Desde hace semanas, maniobras en los medios de la prensa concentrada, pretenden hacer válido el pensamiento único y oficialista. ¿No son los llamados psico-sociales?
¿Cómo puede la nación completa vivir al compás de las modalidades gangsteriles que impusiera Vladimiro Montesinos?
Las castas políticas han probado en demasía su muerte. No sirven para nada. Carecen de sentido geopolítico de juicio y ¡ni qué hablar! de exégesis.
El pueblo, por supuesto, porque ese es el designio fundamental —una nación ignorante es como una masa informe— permanece al margen como si la diplomacia se hiciera en nombre de apellidos, amaneramientos y caprichos de los episódicos que están en Torre Tagle, en el Establo y en Palacio.
Los partidos políticos no existen sino como clubes electorales. En cambio las pandillas de delincuentes manejan el Ich zeit y proceden así meticulosamente en todos los organismos del Estado.
Lo depredan, lo esquilman, lo exaccionan y ¡no pasa nada!
Navegar con bandera de imbécil es un buen negocio en Perú.
¡Pero que quienes hagan de esta bandera algo redituable, lo hagan con su dinero, no con los recursos del pueblo!
26.02.2023
Señal de Alerta