Herbert Mujica Rojas
En el hermoso vals Desdén del compositor chiclayano Miguel Paz, hay una sentencia que escolta a toda la historia del Perú:
“Toda repetición es una ofensa”.
En nuestro país, hay que reconocerlo con rigurosa mentalidad crítica, las repeticiones de parlamentarios, presidentes, alcaldes, gerentes públicos, burócratas delincuentes, periodistas coimeables, investigadores sociales en dólares, euros o bitcoins, signa, de un modo u otro, los 203 años de vida, llamada independiente.
La repetición ya no es una ofensa, es una forma de vivir de que mal gozamos los peruanos.
Hay que ser deliciosamente estúpido o miope para sindicar al delincuente Alberto Kenya Fujimori como el único, exclusivo, privilegiado y sabio fautor del desmadre desnacionalizante y vendepatria protagonizado entre 1990 y el 2000, con prolongaciones disimuladas hasta nuestros días.
¿Qué hay de las decenas de “empresarios” que fueron las cadenas de transmisión de los grandes negociados?, ¿no están muchos de ellos, con el rostro lavado, otra vez, en las dependencias públicas o haciendo campañas políticas?
Uno de ellos, un minero, ¿no sufraga o impulsa publicaciones en que se hace pasar como empresario moderno, cuando menos de diez años atrás, su mina, Yanacocha, Cajamarca, envenenó con mercurio a todo Choropampa y luego compraron el silencio y la complicidad de autoridades judiciales y policiales para “solucionar” el tema?
¿No fue este mismo individuo el que dijo que la “transición” debía ser conducida por Kenya Fujimori?, ¿por causa de qué no se analiza el triste papel de esta clase de delincuentes?
¿Y dónde terminó recalando aquél, no fue en el nido o madriguera del alanismo que hoy pretende su reinscripción a como dé lugar para seguir con sus marchitas apoyando a los sectores más retrogrados y reaccionarios del Perú?
¿Qué hay de la enorme legión de diplomáticos sinverguenzas e inmorales que representaron en el exterior todas las “proezas” contra los derechos humanos y laborales que fue el régimen del nipón hoy entre rejas?
En los años 90 esta desverguenza presidió el pensamiento en Torre Tagle y como ninguna repetición es una ofensa en Perú, en los días actuales de la accidentada presidencia de doña Dina Boluarte, las máculas autoritarias, nepóticas, mediocres y sin mayores luces en el complicado ajedrez del mundo, parecen reiterativas en Cancillería.
¿Qué hay de los mermeleros que ayudaron a “internalizar” conceptos, ideas, iniciativas, engendros, desde todos los medios de comunicación, cuyos dueños, con alguna que otra excepción, eran fidelísimos comparsas desde los diarios, las radios y las televisoras, del delincuente japonés, de Alan García, en suma de todos los gobiernos?
Enorme número de ellos, hoy reciclados, pontifica desde una moral de la que carecen. Muchos eran parte del rol de pagos del SIN de Vladimiro Montesinos y hoy “forman opinión” y han echado toneladas de concreto a sus pasados sin verguenza ni limpieza de ningún tipo.
¿Qué hay de los burócratas de siempre, de abuelos a nietos, que han sido los reales soportes de aquellos gobierno? ¡Esos son los que permitieron o aceitaron la maquinaria arrolladora que concesionó o regaló el patrimonio nacional: Petroperú, La Pampilla, Camisea, los puertos, los grifos, las estaciones petroquímicas del norte, la destrucción de la aviación civil y de las empresas aeronáuticas.
La desnacionalización del patrimonio peruano geopolíticamente hablando?, ¿qué hay de estos sinverguenzas?, ¿quién los ha enjuiciado y metido a la cárcel?, ¿o siguen orondos en sus puestos?
¿Quién explica el daño ocasionado por el Memorándum García que concede generosas porciones de quintas libertades a la aerolínea chilena LATAM (antes LanChile) y que denuncié en febrero del 2018 cuando ese señor estaba vivo?
¿Y qué hay de los estudios de abogados, pandillas de letrados, juntos y asociados, otorgando la visa legal para todos los robos, contratos con nombre propio y asfaltando los caminos de avenida para que llegaran al Perú, como si fuera, mercado de las pulgas, las transnacionales que hoy se disputan las obras, con la correspondiente partida para las coimas de los gestores?
¿Quién habla de ellos?, ¿no es acaso conveniente, recordar, los negociados que hacían aquellos y que con el tiempo se llamaron anti-fujimoristas?, ¿no fue la ONG de pomposo nombre y propiedad de la CAJ, Comisión Andina de Juristas, la entidad que hizo pingues negocios con el delincuencial poder judicial de Kenya?
La indecente incapacidad de todo el cuerpo político nacional, no hay diferencia a diestra o siniestra, es de tal magnitud que en tiempos modernos se pretende que comulguemos con aspas de molino y que nos traguemos el cuento que en Fujimori se resume toda la fetidez de aquel decenio.
Señal de Alerta