Herbert Mujica Rojas

El viernes 24, abatida por la gravedad de las quemaduras, falleció Katherine Gómez quien fuera, literalmente, incendiada en la Plaza Dos de Mayo, por un criminal de nombre Sergio Tarache Parra.

 

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Días atrás se pudo apreciar los feos moretones que lucía la actriz de cine Magaly Solier quien, inexplicablemente, se negó a ser intervenida médicamente. Las huellas revelan una golpiza atroz.

Descubrimos que la abogada Zully Pinchi Ramírez, conocía de estos avatares y lo narra en detalle.

“La mañana del 19 de junio del 2004, fue un día triste que quedó marcado para siempre en mi alma y en mi memoria, nunca pensé que yo formaría parte de esa penosa estadística de estar en la lista roja de mujeres agredidas, violentadas, maltratadas física y psicológicamente”.

Violencia desenfrenada

“A mí me tomaron de los cabellos arrancándomelos desde la cabeza hasta el suelo muy bruscamente que me hizo llorar, me rompieron los huesos de la nariz, la muñeca de la mano izquierda, me ahorcó, me golpeó en varias ocasiones la cabeza contra el piso, me daba muchos puñetes y patadas en todo el cuerpo, mientras yo lo único que hacía era rogarle “por favor no me mates, por favor ya no me pegues más que me vas a matar” señala Zully.

Ante el espejo

“Cuando cesaron los golpes, me dirigí al baño con los huesos destrozados, vencida por el dolor y me vi con el rostro ensangrentado, la ropa hecha jirones y mis cabellos enredados de tanto que me había arrastrado por el suelo, no hubo una cámara que filmara lo que me pasó, pero sí las suficientes pruebas como para que más de 14 especialistas en derecho penal, incluidos fiscales, jueces y vocales, llegaran a la conclusión contundente de que fui víctima de la más horrible de las violencias”, añade Zully.

¿Por qué no te fuiste de ese lugar?

Zully contesta: “debí retirarme en cuanto vi signos de maltrato, pero no lo hice y me arrepiento, porque cuando una mujer ve una leve muestra de egocentrismo, narcisismo y de que siempre te quieren hacer sentir mal y que creas que eres menos que ellos, debes salir corriendo, al primer insulto, ofensa y humillación.”

¿Qué hiciste?

Continúa Zully: “No me quedé callada, denuncié y llegué hasta el final, pasando por la comisaría, hospitales, médico legista, el mismo día de los hechos y, luego, batallando durante 5 largos años en el juzgado penal, Corte Superior y Corte Suprema”.

Justicia sí es posible

“Mi caso fue emblemático ya que por primera vez en Perú ponían tras las rejas a un agresor de mujeres. Ese individuo pasó 6 meses de pena privativa de libertad y luego salió a seguir cumpliendo una condena de 5 años con libertad condicional”, agrega.

¿No parece absurdo?

“Estuve en una relación muy conflictiva de unos nueve meses, solo éramos enamorados ni siquiera vivíamos juntos, pero había mucho control, machismo, celos, órdenes de vestirme, peinarme y maquillarme de cierta forma, de no ir aquí o allá, manipulación de no hablar con amigos o colegas”, subraya Zully.

¿Parte del machismo peruano?

“Sí, muchas mujeres normalizan que los hombres las maltraten porque ellas, de repente, en su infancia o su adolescencia, vieron así a sus madres; porque también vivimos en una sociedad con un machismo profundamente arraigado. En los colegios por ejemplo no existe la cultura de formar a los niños con el concepto que a una niña no se le insulta, no se le empuja, no se le escupe, no se le jala de los cabellos ni se le muele a cachetadas, nos falta educación desde la niñez hasta la adultez”, narra Zully.

¿Qué hay de las leyes?

Como abogada, dice Zully: “las leyes deben ser más drásticas, en lesiones leves, lesiones graves y lesiones graves seguidas de muerte. Cada distrito, cada departamento debe tener una cantidad de comisarías de acuerdo al número de pobladores y además profesionales expertos en la atención a casos de violencia contra la mujer, la línea de emergencia por violencia de género debe tener personal especializado no solo en contestar las llamadas, sino también en acudir a auxiliar a las víctimas las 24 horas de los 7 días de la semana, con médicos y ambulancias solamente para la atención de casos de violencia de género”.

¿Y las penas?

“En ese mismo momento, si es que se encontrara al agresor en flagrante delito se le debe llevar inmediatamente a la fiscalía, las sanciones pecuniarias deben ser altas y para quiénes no tienen recursos económicos, deberían ser obligados a realizar trabajos forzados dentro de la jurisdicción donde cometieron el delito. Por otro lado, las reparaciones civiles son irrisorias y casi nunca las pagan. En el Perú son pocos los casos donde los agresores son privados de su libertad”, culmina Zully Pinchi Ramírez, su dramático relato.

 

27.03.2023
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