Herbert Mujica Rojas
¿Qué seductor encanto o imán tiene el Congreso que atrae, democráticamente, a tirios y troyanos, para ocuparlo, disfrutar de sus mieles y bonanzas y gozar, aunque sea pura ficción, de su cuarto de hora de exposición pública?
Una especie de burbuja, con protocolos melosos, empleados adulones, asesores entusiastas en su irresponsable ignorancia, a veces mucho mayor que la de los parlamentarios, el hombre o mujer entrado allí, al decir gonzalezpradiano, troca en un gorila politicante.
Con excepciones que no llegan a la decena, el conjunto humano allí reunido, muestra orfandad intelectual, nula capacidad de exégesis y carencia de empatía con el ser común y silvestre de la calle.
Recordemos algunas hazañas que han producido indignación y cólera en la ciudadanía.
-Estuvieron año y medio empujando una vacancia y no lo lograron porque fue el propio Castillo quien incurrió en una torpeza difícil de motejar por vergonzante.
-Han viajado muchas veces por el mundo con dineros públicos para ¡absolutamente ningún beneficio! hacia el pueblo que paga todos sus gastos.
-Prometieron ver la posibilidad de adelantar las elecciones generales para este año y todos los intentos, sin excepción, han sido groseros engaños y timos.
-Hay pícaros de todas las franjas descaradas que abundan en el país, sólo que con corbata y saco: violadores, estafadores, mentirosos.
-Los discriminadores y racistas no han ocultado sus taras y las exhiben sin vergüenza ni dignidad alguna.
-Acaban de anunciar que construirán un centro médico con un mal gasto de aproximadamente S/ 2 millones de soles. ¿Y para qué?
-También desean los vividores del dinero fácil, la reelección inmediata de parlamentarios.
Recordemos hitos que parecieron sembrar la opción de un cambio en el Congreso:
-Cuando, en su discurso inaugural el presidente de la Asamblea Constituyente de 1978, Víctor Raúl Haya de la Torre, dijo en uno de sus más célebres pasajes: “La hora de las asambleas sumisas y parlamentos vasallos ha pasado”, anticipaba la esperanza que el Congreso fulminara actuaciones vergonzosas y repugnantes que la historia ha registrado y basta con revisarla.
-En ese corto período 1978-79 Perú oyó intervenciones parlamentarias sólidas de doctrina, brillantes en su formulación oratoria y con gente cuya acrisolada trayectoria, garantizaba seriedad y amor profundo por el Perú.
El referéndum del 2018 confirmó la potente voluntad del pueblo de votar contra la reelección inmediata de los precarios inquilinos y contra una mañosa bicameralidad que dejaba rendijas para la intromisión de vacas sagradas en forma de contrabando.
¡Fueron casi 19 millones de peruanos, los que votaron así! ¿Y un Congreso que no llega al 8% de aprobación pretende cambiar esa decisión?
A partir de 1980, en Senadores y Diputados, existió una avalancha de legiferantes de los cuales casi nadie se acuerda. Corrijo: en 1985, un diputado por Lambayeque, vendedor de sebo de culebra, anunció que incluiría a la marsopa como parte de la historia de su partido.
¿Qué respeto puede concitar una corporación tan pródiga en la exhibición de seres grisáceos, incapaces de entender la realidad nacional, sus urgencias, precariedades y los caminos constructivos de solución en democracia con inclusión y sin privilegios?
Las filudas admoniciones de don Manuel González Prada en Los honorables, Bajo el oprobio 1914, retratan duramente:
“¿Qué es un Congreso peruano? La cloaca máxima de Tarquino, el gran colector donde vienen a reunirse los albañales de toda la República. Hombre entrado ahí, hombre perdido. Antes de mucho, adquiere los estigmas profesionales: de hombre social degenera en gorila politicante. Raros, rarísimos, permanecen sanos e incólumes; seres anacrónicos o inadaptables al medio, actúan en el vacío, y lejos de infundir estima y consideración, sirven de mofa a los histriones de la mayoría palaciega. Las gentes acabarán por reconocer que la techumbre de un parlamento viene demasiado baja para la estatura de un hombre honrado. Hasta el caballo de Calígula rabiaría de ser enrolado en semejante corporación.”
Y como no se resignan a perder el teatro donde consuman sus operaciones de toda índole, inventan golpes, alientan inconductas, producen errores ridículos y de novatos pero con el oprobioso designio de proteger a capitostes que conocen y manejan situaciones muy bien documentadas de un pasado vergonzante que ha hecho ricos a no pocos.
El revolucionario ruso Nicolás Lenin, refiriéndose a la Duma (en la rusia zarista) la motejaba de establo burgués.
En Perú, una centuria después, el Establo es productor de pícaros.
29.03.2023
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