Herbert Mujica Rojas
“En el diario oficial El Peruano, apareció el DS. No. 147 que entrega S/ 12 millones a las Fuerzas Armadas para labores de “inteligencia y contrainteligencia” que ayuden a reactivar la economía. ¿Qué?”. Así se consigna en el detallado informe publicado ayer viernes por Hildebrandt en sus trece.
En buen castellano, el gobierno está tomando todas sus “previsiones” con respecto a la protesta ciudadana y paros de la semana que viene. Y a los fisgoneos por documentos a cualquier ciudadano y puestos de revisión en salidas y entradas de Lima, se agrega todo tipo de artefactos con fines disuasivos. Por cierto, contra los que salgan a marchar.
Además el Ministerio del Interior recibió una “donación” de S/ 4.7 millones y en la lista figura Interbank, Scotiabank y GNB. “El dinero según se lee en las resoluciones de recepción, será usado “para la ejecución de acciones de apoyo permanente de los diversos programas de apoyo al Policía”, tal cual se lee en la revista citada.
¿O sea que ricos y famosos, unidos, jamás serán vencidos?
No es la primera vez que se hace esta clase de “donaciones” del sector privado, con ignotas exigencias o condiciones, pero sí reviste importancia que lo hagan con un gobierno que tiene apoyo mínimo y alto repudio a nivel internacional. ¿Y para qué? Simple: buscan la eficacia en la represión de las protestas.
Eso demuestra que la maquinaria del Estado, oxidada, anacrónica, corrupta y paquidérmica, sí torna ágil y dinámica cuando se recibe dinero privado, con fines inconfesables, y con el velado propósito que no falten fulminantes, gases, balas y gasolina.
Los tarados de la derecha culpan a todo aquél que no forme parte de su microscópico círculo, de senderista, terrorista, violentista. No se han puesto a pensar que esta situación es el fiel reflejo de 202 años de siembra de vientos y que ahora sólo hay cosecha de tempestades. ¡Qué miopía y qué ineptitud para leer el drama consuetudinario del país!
He recibido, otra vez, comentarios siniestros: “esos muertos de meses pasados, eran terroristas y está muy bien que los hayan desaparecido”. Las evidencias, todas, demuestran que esas trágicas bajas, lo fueron por heridas de bala. A ninguno se le encontró armas, cañones, dinamita, anfo o alguna de esas especies explosivas.
Más indignante es que mientras esos compatriotas de provincias ya no están con nosotros, sí lo están, respirando aires de libertad, los asesinos, civiles o militares, que dispararon a matar en meses pasados. ¿Es esta la justicia que imparte la democracia de doña Dina?
Todos los relatos que dieron cuenta de lo acontecido en Perú, refieren una acción abusiva, desmedida, desproporcionada del gobierno de Boluarte. ¡Ni uno, siquiera, le respalda! ¿Creerán los gatillo locos agazapados que con más víctimas, se aplacará la ira ciudadana?
Los líderes gremiales y sociales deberían ensayar un acuerdo mínimo de acciones y disciplina, no sólo para las marchas, custodiando a los hombres y mujeres y distinguiéndolas claramente de los infiltrados y provocadores, sino también para las eventuales tomas de contacto con el gobierno.
Quien crea que basta con marchar y gritar y allí queda la protesta, se equivoca garrafalmente. Quienes deseen hacerlo, tienen todo el derecho, pero hay que construir las alamedas por donde pase el hombre libre de sojuzgamiento, independiente de los grandes poderes que deciden sus destinos sin consultar, capaces de forjar un Perú libre, justo y culto.
Los soplones y provocadores necesitan justificar su trabajo sucio generando desorden o violencia. ¿Quién mejor que los propios protestantes para aislarlos y sacarlos de los contingentes? De otro modo, lograrán su cometido, porque recursos tienen y su “misión” de rompehuelgas es vil pero bien pagada.
Sostengo además que el pueblo necesita identificar a sus dirigentes. ¡Cuánto más conocidos, menos posibilidades de acción criminal en su contra! A los constituyentes apristas que en 1931 brillaban en el debate y en la esgrima con argumentos, los soplones los tomaron y los deportaron ¡pero no pudieron matarlos, porque había un pueblo aguerrido, protestando!
El mundo está mirando con ojo agudo y expectativa vigilante. Y, a menos que todo esté absolutamente podrido, le dirán ¡alto! a los despistados que aún permanecen en Palacio. Y los que gozan también del festival, en Plaza Bolívar, mejor que vayan alistando las maletas.
Dice el dicho: cuando las barbas de tu vecino, veas cortar, pon las tuyas en remojo.
Horas democráticas y legítimas las que vienen. La consigna es ¡Ni un muerto más! Y ya sabemos quiénes tienen las armas y los gatillos listos para el mal camino!
14.07.2023
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