Don Héctor Vargas Haya fue presidente de la Cámara de Diputados y parlamentario en varias oportunidades, subraya el hecho que el voto ciudadano copioso y legítimo, le acompañó en su labor de congresista.
Historia poco conocida
Narra Vargas Haya: “Instalado el primer Congreso Constituyente, presidido por Francisco Xavier de Luna Pizarro, constaba de dos cámaras: Senado y Diputados. Por la Constitución de 1826 se adoptó el sistema de tres cuerpos legislativos: Tribunos, Senadores y Censores.
La Constitución de 1828, redujo a dos cámaras, mantenidas en las constituciones de 1828, 1834, 1839, 1856, 1860, 1867 y 1829.
En 1867 fue reducido a una sola y 1933 se retornó al sistema bicameral, en concordancia con la Comisión Dictaminadora:
“El sistema de la cámara única era una invitación a la ligereza y a la imprudencia, aún en pueblos de temperamento reflexivo, porque una asamblea sin el contrapeso de otra asamblea respira en un ambiente sicológico de omnipotencia y de irresponsabilidad, y que esta disposición peligrosa se acentuaba en naciones como la nuestra, perteneciente a razas nerviosas mal dispuestas al cálculo sereno y a las lentitudes de la previsión, razas inexpertas por añadidura en los secretos de tan difícil ciencia como es la de gobernar”.
Continúa con su relato: “Después de 48 años se estableció el Senado, sistema que garantizaba seriedad en la aprobación de las leyes, sin la ligereza de un nervioso, diminuto cuerpo legislativo, susceptible de omnipotencia, generadora de leyes de estampida, sin la reflexión, que sólo puede garantizar un Congreso de dos cámaras”.
Parecido a un club social
“Pero, después de cerca de siglo y medio, cuando se ingresaba a una etapa de madurez, el Congreso perdió solidez, convertido en una diminuta cámara de 130 congresistas, más parecida a un club social, directiva empresarial o sindical, sin guardar la relación que debiera existir con la población.
El Perú es el único país suramericano, cuyo Congreso no se halla a la altura de la realidad. Chile tiene dos cámaras: 155 diputados y 43 senadores. Uruguay de sólo cuatro millones de habitante, dispone de dos cámaras legislativas: 99 diputados y 30 senadores, ni qué decir de Brasil, Colombia, Venezuela, Argentina, entre otras.
El Parlamento peruano dista de ser una Asamblea Legislativa respetada y respetable, sin el contrapeso del Senado, indispensable en la delicada tarea legislativa, para la que se requiere de serenidad, pausa, meditación, intercambio de criterios y la intervención de la conciencia ciudadana, sólo posible cuando existe una tregua de tiempo entre una y otra cámara”.
Ligereza no es reflexión
Nos dice el doctor Vargas Haya: “Se sostiene muy ligeramente que dos cámaras generarían un mayor presupuesto, lo que carece de asidero, hay que recordarles a quienes así tan ligeramente opinan, que todo depende de la austeridad. Al respecto debe tenerse presente que las dos cámaras de antes, costaban alrededor del tercio de lo que gasta el actual diminuto Congreso.
Hasta antes de 1990, sólo había un asesor por cada una de las comisiones, nada de asistentes, a diferencia de la enorme capacidad de gasto de la actual camarita, rica en burocracia multiplicada.
Las dos cámaras legislativas funcionaban en un solo establecimiento, el Palacio Legislativo, hoy convertido en sede de una suerte de empresa inmobiliaria, con numerosas edificaciones, a las que, para darles alguna utilidad se organizan conferencias, ante salas que se repletan generalmente con la burocracia.
Hasta el período 1963-68, los parlamentarios carecían de sueldo, sólo se percibía una dieta de unos cuatrocientos o quinientos dólares. A partir de 1980, al transitar a planillas como servidores públicos, el sueldo no superaba los mil dólares. No existían los llamados gastos de representación ni los prepuestos operativos que convierten a los legisladores en una suerte de empleadores; sólo un asesor por cada comisión ordinaria.
Los gastos de viajes y hospedajes eran solventados por la Tesorería de las cámaras sólo cuando se trataban de misiones oficiales. Las funciones de legislar y fiscalizar no requerían de viajes ni de visitas protocolares, que generalmente terminan en reuniones sociales. El Congreso funcionaba todos los días.
Es a partir de 1992 que el Congreso sufrió crucial retroceso, debilitamiento institucional, agravado con la desaparición de los partidos políticos; ha perdido majestad al haber sido, irresponsablemente a una solitaria reducida asamblea, sin el indispensable contrapeso de una segunda asamblea, como en las verdaderas democracias del mundo”.
28.03.2024
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