William Palomino (*)
Todos sabemos que la vida depende del agua y que el agua existe en la naturaleza de diversas formas: nubes, lluvia, hielo, granizo y humedad. Sin embargo, estrictamente hablando, el agua químicamente pura no existe por un tiempo largo en su estado natural. Por ejemplo, las nubes ya pueden contener aguas acidas y al llover absorbe pequeñas cantidades de gases, iones, polvo y materia particulada de la atmosfera. Luego fluye sobre o a través de las capas de la tierra, se disuelve y transporta casi todo lo que toca, incluyendo lo que el hombre y la industria descarga al agua. En el caso del Perú, principalmente la gran minería trasnacional. Las descargas al agua, aun dentro de límites permisibles por los reguladores como la Organización Mundial de la Salud (OMS), contienen impurezas biológicas, químicas (inorgánicas y orgánicas), físicas y radiológicas. Específicamente, las aguas contienen solventes comerciales e industriales, metales, sales acidas, sedimentos, pesticidas, herbicidas, materiales radiactivos, sales de las carreteras, animales y vegetales descompuestos, microorganismos vivientes (algas, bacterias, viruses).