En medio de su calma relativa, el Sol reaccionó con una fuerte explosión cuyo viento se dirige hacia la Tierra, el cual tiene una probabilidad de 80% tener una magnitud clase M (mediana) y 50% de alcanzar registro X, esto es, la clasificación más alta.
Las imágenes del coronógrafo de SOHO muestran como una “nieve”, que son los protones solares que impactan la cámara espacial CCD.
La ubicación de Venus y Mercurio da referencia de la dimensión de la eyección de masa coronal (CME, por sus siglas en inglés), que se ve saliendo como una llamarada del Sol, de la mancha solar AR1944.
La NOAA clasificó la radiación de la erupción, ocurrida este 7 de enero, en nivel S2, rico en protones “duro” con más de 100 MeV de energía, lo cual significa alto riesgo de exposición elevada a la radiación para pasajeros y tripulación de aviones.
La zona de erupción en la misma superficie del Sol abarca unos 200 mil kilómetros de ancho, en la mancha solar, más de tres veces el tamaño de la Tierra.
Se espera más vientos solares, según pronostica la NOAA, pues la mancha solar posee un campo magnético 'beta-gamma-delta inestable.
Tras una erupción, los vientos solares suelen llegar a la Tierra en unos dos días, cuando chocan con nuestro campo magnético y producen auroras boreales. Dependiendo de la ubicación de las manchas solares, hay explosiones que se orientan hacia la Tierra, otras no.