El riesgo de sufrir delitos en el mundo virtual es mayor en personas que han experimentado otros tipos de victimización a lo largo de su vida. Un estudio de la UOC con estudiantes universitarios ha confirmado la elevada prevalencia de los ciberdelitos, especialmente el ciberfraude y los ciberataques.
Con el avance de la digitalización de la sociedad, la ciberdelincuencia es cada vez más frecuente. Una investigación del grupo Victimología y Criminalidad en la Sociedad de la Información (VICRIM) de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) ha estudiado la prevalencia de los ciberdelitos en un grupo de estudiantes universitarios y ha comparado estos datos con su experiencia previa de victimización en el mundo fuera de línea. Los resultados, publicados en la revista Social Sciences, muestran que un 73,7 % de las personas encuestadas manifestaron haber sufrido algún tipo de ciberdelito. Además, los investigadores también han detectado que el riesgo de sufrir estas situaciones en el mundo virtual es mayor en personas que ya han experimentado otros tipos de victimización, especialmente durante la infancia.
"El estudio aporta una visión de la ciberdelincuencia como un fenómeno que no puede ser examinado de forma aislada de otros hechos sociales relacionados. Las personas que experimentan victimización en el ciberespacio también sufren otras experiencias adversas relacionadas, y nos interesa tener una visión global y no segmentada de todas ellas para poder mejorar la prevención y la respuesta a los problemas", explica Josep M. Tamarit, catedrático de Derecho Penal de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC e investigador principal del VICRIM.
La investigación se ha basado en una encuesta a 749 estudiantes universitarios, que se han analizado mediante un estudio de clases latentes, una metodología que sirve para detectar los diferentes patrones existentes en cuanto al riesgo de victimización en línea. "Hemos observado que el riesgo de sufrir ciberdelitos no se distribuye de forma equilibrada en la población. Esto ya lo sabíamos, pero el estudio nos ha aportado un conocimiento más profundo: hay varios patrones de victimización y el riesgo no depende solo de la forma en la que las personas usan las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), sino que también está relacionado con otras experiencias vitales", destaca Josep M. Tamarit.
Victimización infantil, el factor de riesgo más importante
Los resultados del estudio han identificado tres grupos de personas en función del riesgo de ser víctima de ciberdelitos: un primer grupo que tiene un riesgo bajo; un segundo grupo, el más numeroso, que tiene un riesgo referido básicamente a formas de cibervictimización económica (ciberfraudes o ciberataques), que son los tipos de ciberdelitos predominantes entre las doce tipologías analizadas, y, finalmente, un tercer grupo que presenta un riesgo muy elevado de sufrir varias formas de cibervictimización, como amenazas, insultos, acoso, fraude de identidad, difusión de falsos rumores y delitos sexuales.
Este tercer grupo representa un 17 % de las personas encuestadas y se caracteriza por haber sufrido experiencias de victimización en la infancia (abuso sexual, maltrato o exposición a violencia parental) y en la vida adulta en ámbitos como la violencia en las relaciones de pareja. "El estudio refuerza lo que ya había revelado la investigación victimológica: que la victimización infantil es el principal predictor de la victimización en la vida adulta", destaca el investigador.
Además, y en línea con otras investigaciones previas, el trabajo ha detectado la relevancia del bajo estatus socioeconómico y las orientaciones sexuales minoritarias (no heterosexuales) como factores de riesgo de polivictimización. "Estos datos hacen que nos demos cuenta de que lo que sucede en el ciberespacio es, en muchos casos, una extensión de lo que ocurre en el mundo fuera de línea, especialmente en el caso de aquellas personas que necesitan más atención desde el punto de vista de las acciones de prevención y de respuesta al delito", explica Josep M. Tamarit.
Ciberdelitos económicos y conflictos de pareja
La investigación también ha encontrado una inesperada asociación entre convivir en pareja, ser víctima de violencia de pareja (unidireccional o bidireccional) y sufrir cibervictimización económica. Aunque con este estudio no puede establecerse una explicación empírica para esta asociación, los autores explican en el trabajo que estos resultados "sugieren la necesidad de superar una visión de la cibervictimización económica centrada en los ataques por parte de desconocidos y prestar más atención al fraude o a los ciberataques que puedan producirse en situaciones de conflicto entre parejas sentimentales".
En definitiva, los investigadores argumentan que la investigación sobre el ciberdelito y su prevención no debería centrarse solo en los riesgos derivados de actividades rutinarias asociadas a la presencia y la comunicación en el ciberespacio, ya que estos comportamientos solo pueden explicar una parte de la victimización y no sus raíces profundas ni sus consecuencias. "A menudo se tiende a buscar qué aspectos relacionados con la conducta de las personas en internet, como la desinhibición u otras circunstancias, generan riesgo de victimización en el ciberespacio, pero es necesario examinar este fenómeno como una realidad completa y compleja", apunta Josep M. Tamarit.
La reducción de las desigualdades y de la discriminación como medida de prevención
Ante estos resultados, el investigador subraya que las estrategias de prevención de la ciberdelincuencia no deberían centrarse solo en factores de oportunidad relacionados con las interacciones en línea y el comportamiento de las víctimas potenciales, sino que "hay que enfrentarse a las profundas raíces humanas y sociales de la victimización".
En este contexto, destaca la importancia de focalizarse en las personas que han sufrido experiencias de victimización, especialmente en la infancia: "Todas las actuaciones preventivas deben ser bienvenidas, pero los resultados nos llevan a advertir la importancia que tiene la prevención de la victimización infantil y el apoyo a las personas que la han sufrido para mejorar su bienestar y también para evitar que se reproduzca un patrón de victimización a lo largo de su vida".
En la misma línea, Josep M. Tamarit también hace un llamamiento a poner el foco en dos factores de riesgo que han aparecido en el estudio: una orientación sexual socialmente minoritaria y un estatus socioeconómico bajo. "Las políticas de reducción de las desigualdades y de la discriminación son políticas de prevención de la victimización en todas sus formas, también en el ámbito de la ciberdelincuencia", concluye.