Foto: Rebecca Wrixon |
Un caso raro de coronavirus COVID-19 afectó a una paciente de Londres, Reino Unido, quien creyó estar saludable al no experimentar ningún síntoma hasta que de pronto experimentó falta de sensibilidad en un brazo y creyó estar con un derrame cerebral.
Rebecca Wrixon, de 44 años, con hijos pequeños, se mantenía saludable y estuvo trabajando de niñera para una pareja de médicos.
De pronto, despertó con un brazo adormecido, tenía dificultad para usar el control del televisor y tampoco podía sentir su pierna, por lo cual ella y su esposo pensaron que era un derrame cerebral y llamaron a la ambulancia, pero las pruebas descartaron que se tratara de un accidente cerebrovascular, informa CBS News.
El caso se volvió una interrogante para los médicos, pues pese al diagnóstico de no ser un derrame, todo parecía serlo, incluso comenzó a tener dificultad para hablar, dijo el neurólogo consultor Ashwin Pinto.
Por rutina le hicieron una prueba para descartar el coronavirus y resultó positivo. Lo raro era que no tenía ninguno de los síntomas conocidos, como problemas respiratorios, tos, fiebre, pérdida del sentido del gusto u olfato y no pertenecía a la categoría de riesgo.
No obstante, a pesar del análisis positivo, no se evidenció en su sangre o líquido cefalorraquídeo que indicara que el virus estaba atacando directamente su sistema nervioso central.
Entonces le tomaron imágenes de resonancia magnética, con lo cual descubrieron que la mitad de su cerebro presentaba una inflamación grave y en ese momento la paciente no podía mover la mitad de su cuerpo, no veía con claridad y no podía comunicarse con los médicos y su marido.
El neurólogo Pinto, que atendió el caso de Rebecca por casi tres semanas, se acordó de un estudio sobre un paciente en Detroit cuya respuesta autoinmune a una infección por el COVID-19 había provocado una inflamación del cerebro parecida y también grave, y decidió tratar a Wrixon no por una infección viral, sino por un sistema inmunológico 'desbocado'.
Una vez que la mujer diera negativo por coronavirus, Pinto empezó a darle altas dosis de esteroides y transfundirle plasma sanguíneo para reemplazar su propio plasma con anticuerpos que deben combatir la infección con la de los donantes cuyos sistemas inmune no reaccionan a nada en exceso. De este modo buscó detener la agresiva respuesta de su organismo y aliviar la inflamación, y lo consiguió.
Un día después de la transfusión del plasma, Wrixon pudo mover un dedo, y al cabo de cinco días ya pudo levantarse y moverse. Le dieron de alta más de dos semanas después del ingreso en el hospital, y desde entonces se ha recuperado por completo. Tres meses después, Wrixon sigue teniendo dolor y entumecimiento en la mano y a veces le cuesta hablar.
Los galenos desconocen qué tiempo durarán y otros los síntomas neurológicos en los pacientes afectados con esta enfermedad, pues en todo el mundo se estudia desde menos de un año.
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