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Estación Espacial Internacional
Por María Alejandra Gámez Román (*)
La tortura electrónica o electromagnética, al igual que la tortura física en general, puede dejar huellas perfectamente detectables mediante un examen neurológico, tales como alteraciones en la marcha, debilidad muscular, entumecimiento, dolor de cabeza, mareos, vértigo, falta de concentración, cefaleas, alteraciones de la memoria y ralentización de los reflejos. Muchos de los efectos de la tortura electrónica a nivel neurológico aparecen como síntomas de larga duración y pudieran explicarse por el daño orgánico cerebral causado al sujeto, por lo cual su detección y cuidados paliativos exigen la evaluación neurofisiológica de un especialista para ponderar cada uno de los síntomas específicos.