No importa cuál sea el giro de tu negocio o de tu actividad laboral: siempre habrá una caja chica. Este concepto se refiere al dinero en efectivo que está a la mano, para cubrir pequeños gastos que son necesarios para que las actividades marchen y que está en manos del administrador. Incluso si eres independiente es habitual que tengas una caja chica.
Si la caja chica es dinero disponible, ¿se parece entonces a una cuenta de ahorros? El Consultorio Financiero de Mibanco te brinda la definición de cada instrumento y los compara para que puedas administrar mejor tus finanzas.
La tradicional caja chica
Con esta puedes cubrir suministros de uso diario, como tinta, lápices, copias e incluso artículos de limpieza, café, té y todo aquello que facilita una actividad de negocio sin interrupciones. Lo usual es que se vaya añadiendo fondos a la caja chica, que se anote cada gasto en una lista y que se guarde en un lugar seguro.
La cuenta de ahorros
Es un producto financiero en el que guardas tu dinero y, además, recibes un interés. Tienes libertad para hacer movimientos, retiros, depósitos y transferencias. Siempre puedes conocer cuánto dinero hay en la cuenta y solo la controlas tú.
Semejanzas y diferencias
Tanto la caja chica como la cuenta de ahorros te permiten disponer de tu dinero cuando desees. Esa es su mayor similitud. Sin embargo, las diferencias son diversas y la principal es la finalidad. Así, mientras la caja chica facilita las actividades del día, la cuenta de ahorros te permite un horizonte a futuro: es el lugar que guardará el dinero de tus próximos planes.
Es cierto que siempre necesitarás efectivo para gastos menudos, como pasajes, almuerzos y otros servicios, pero ese disponible debería formar parte de tu presupuesto. Así, desde tu cuenta de ahorros saldrá el dinero de tu “caja chica” personal y no afectarás tus finanzas para tus proyectos.