El Partido Morado presentó en el Congreso un proyecto de ley que dispone la suspensión de los desalojos de los inquilinos que no han cumplido con pagar sus mensualidades correspondientes a los propietarios, el número 5238/2020CR.
El proyecto se refiere a inmuebles que son ocupados con fines de vivienda y el desalojo se prohíbe mientras dure el estado de emergencia.
Es importante que se preocupen de las personas que no pueden pagar debido a esta situación, pero no pueden pretender que el necesitado se recueste en la necesidad del propietario, pues muchos de ellos necesitan el pago de los alquileres para vivir.
No se puede pensar sólo en una de las dos partes afectadas y debe haber consideraciones para los propietarios. Una alternativa podría ser que el Estado pague el alquiler en calidad de préstamo sin intereses, para que el inquilino pague esta deuda fraccionada una vez concluido el estado de emergencia.
En su avidez populista, este partido no ha hecho ninguna segmentación, por ejemplo, puede haber inquilinos de departamentos o casas para personas con alto poder adquisitivo. ¿Qué obligación habría de mantener una familia en un costoso penthouse en San Isidro?
Siendo esto así, la norma sólo deberían considerarse en zonas de pobreza. El que vive en un distrito residencial siempre tendrá la opción de mudarse a un distrito pobre, donde hay disponibles viviendas a menor costo. Así es la vida, en algún momento alguien puede gozar de bienestar y en otro momento eso puede terminar.
En las normas de alquileres, el Estado debe dejar de pensar que el propietario es padre o madre del inquilino, pues no tiene ninguna obligación de condonar deudas y si lo hace debe ser algo totalmente voluntario, no por imposición del Estado. Todo el tiempo de esto se han aprovechado inquilinos con poca decencia, quienes han malogrado el mercado inmobiliario y han desincentivado la construcción.
En otros países, por ejemplo, normas como esta durante la pandemia han dado lugar a propietarios que comenzaron a pasar hambre al no recibir el pago de sus alquileres y tuvieron que ir a mendigar comida a los comedores de beneficencia.