Joan Royo Gual
La "temporada del fuego", como los especialistas llaman a la época del año en que ocurren la mayoría de incendios en la Amazonía, arranca estos días y se prolonga hasta octubre, y todo indica que este año la destrucción puede ser mayor que en 2020.
Lo explicó en una entrevista con Sputnik la directora de ciencia del Instituto de Investigación de la Amazonía (Ipam), Ane Alencar: "A diferencia del año pasado este año el factor climático será muy fuerte por la sequía, sobre todo en el sur de la Amazonía".
El fenómeno de La Niña, activo este año, ha resecado especialmente esa parte de la selva tropical, que será la primera en arder.
"La Amazonía arde en diferentes momentos en esos cuatro meses: julio, agosto, septiembre y octubre, eso es un reflejo de su amplitud. La deforestación también se da por etapas temporales. El fuego que hoy estamos viendo es de la deforestación que probablemente ocurrió en abril-mayo", añade.
Aunque el pico de la temporada de incendios suele darse entre finales de agosto y septiembre, los primeros datos del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe) ya anticipan lo que está por venir.
En junio se detectaron 2.308 focos de incendio, un aumento del 2,7 por ciento respecto al mismo mes del año pasado y el peor dato desde 2007.
DEFORESTACIÓN
En el primer semestre se deforestaron 3.325 kilómetros de selva (una superficie equivalente a dos veces la ciudad de São Paulo), según los datos oficiales del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe). Es el peor número de los últimos cinco años.
Los especialistas siempre subrayan que la gran mayoría de incendios en la selva tropical son provocados por el ser humano, básicamente al eliminar la masa vegetal talada anteriormente y abrir así espacio para tierras de cultivo y pastos para el ganado.
Difícilmente la selva tropical, un bosque húmedo, arde de forma natural cuando está en pie, aunque en ocasiones los fuegos provocados para "limpiar" la tierra deforestada se desbocan y acaban alcanzando regiones aún preservadas, un riesgo que se agrava en años como éste, cuando la selva está más seca de lo normal.
Según el Ipam, los municipios del sur y centro de la Amazonía presentan un riesgo "extremadamente alto", sobretodo los del noroeste del estado de Mato Grosso, la mayor parte de Rondônia, el este de Acre y gran parte de la carretera Transmazónica entre el estado de Pará y otros estados más al sur.
Los diez municipios que experimentaron condiciones secas o de sequía extrema tienen 283 kilómetros cuadrados de zonas deforestadas y no quemadas. Esos mismos municipios también poseen grandes franjas de selva preservada que podrían ser afectadas por los incendios descontroladas, apunta esta entidad.
La semana pasada, el Gobierno brasileño anunció que las Fuerzas Armadas volverán a actuar en en la Amazonía para combatir delitos ambientales y ayudar a coordinar la lucha contra los incendios. Los militares se desplegarán en 26 municipios considerados prioritarios, pero el Ipam lamenta que sólo uno de los diez municipios más secos de este año haya sido incluido en esa lista.
"Puede que la operación militar tenga algún efecto si se hace de forma estratégica y articulada. Pero no es lo que se hizo en el pasado", lamenta Alencar, que subraya que es clave que los militares, que aportan la "fuerza", se coordinen con los técnicos del Instituto Brasileño de Medio Ambiente (Ibama), que aportan la "inteligencia".
El Ibama, considerada la policía ambiental de Brasil, es un organismo dependiente del Ministerio de Medio Ambiente que viene siendo deshidratado a lo largo de los últimos años. Sus trabajadores critican que con las actuales condiciones y recortes presupuestarios es muy difícil poner freno a la deforestación y los incendios.
Con información de Sputnik