El incidente ha avivado el debate en torno a los barcos arrastreros, que utilizan redes de más de un kilómetro de largo para atrapar toneladas de peces.
Francia ha abierto una investigación para esclarecer la presencia de más de 100.000 peces muertos a 300 kilómetros de ciudad francesa de La Rochelle, en el Golfo de Vizcaya, después de que fueran arrojados al océano por un gigantesco buque de pesca.
El incidente salió a la luz después de que la filial francesa de la organización ecologista internacional Sea Shepherd publicara en las redes sociales imágenes de una alfombra de peces muertos en el mar.
"Esto es lo que está sucediendo ahora mismo en el Golfo de Vizcaya", escribió la organización en su cuenta de Twitter.
Según el grupo, los peces muertos, que cubrían un área de unos 3.000 metros cuadrados, son bacaladillas, una subespecie de bacalao utilizada para producir palitos de pescado, aceite y harina en masa.
El arrastrero de bandera lituana FV Margiris, el segundo barco pesquero más grande del mundo, arrojó los peces muertos al océano la madrugada del jueves, después de que se rompiera la red del barco de arrastre, según informó el grupo de la industria pesquera Pelagic Freezer-Trawler Association (PFA). Asimismo, precisó que se trata de un suceso "muy raro" que vino causado "por el tamaño inesperadamente grande de los peces capturados".
Mientras, la ministra de asuntos marítimos de Francia, Annick Girardin, calificó de "impactantes" las imágenes de los peces muertos y solicitó a la autoridad nacional de vigilancia pesquera que abra una investigación para esclarecer los motivos de este importante descarte de pescado. "Si se demostrara una infracción, se sancionará al naviero responsable identificado", agregó.
Paralelamente, Virginijus Sinkevicius, el comisario europeo de Medio Ambiente, Océanos y Pesca, informó que estaba buscando "información y pruebas exhaustivas sobre el caso".
El problema está en las redes
El incidente ha avivado el debate en torno a estos barcos, que utilizan redes de arrastre de más de un kilómetro de largo para atrapar toneladas de peces y procesarlos en fábricas a bordo, una práctica muy criticada por los ambientalistas.
Algunos incluso están prohibidos en muchos países por su impacto dañino en los ecosistemas marinos, además de la sobrepesca que provocan. Este es, precisamente, el caso del Margiris que después de una serie de protestas en 2012 se vio obligado a abandonar las aguas australianas.
Sea Shepherd asegura que este barco "está acostumbrado a este tipo de 'accidente de pesca'", pues "ya se ha visto implicado en descartes de capturas no deseadas", denuncia Lamya Essemlali, presidenta de la organización.
Asimismo, critica que las autoridades francesas estén mostrando "laxitud" en el asunto y llamó a la ciudadanía a reflexionar sobre "las desastrosas consecuencias de la sobrepesca". "Tenemos la costa más larga de Europa y deberíamos ser ejemplares", concluyó.