¿La inflación en el diván?
Por Humberto Campodónico
Desde la introducción del euro en el 2002, en la mayoría de países de la Unión Europea se observó un fenómeno curioso: la inflación percibida por la población –consignada en las encuestas de opinión– era muy superior a la reportada por la institución oficial. A la primera se le llamó "inflación percibida", a la segunda, "inflación real".
Las primeras investigaciones, como las de Eurobarómetro de noviembre del 2002, determinaron que el 84.4% de los encuestados estimaban que los productores y comerciantes elevaron de manera injustificada sus precios cuando se pasó de la moneda nacional al euro. Otros analistas dijeron que se estaba confundiendo el poder adquisitivo con la inflación: como los salarios de algunos sectores no aumentaban lo suficiente, la gente pensaba que los precios han subido.
Hace poco, un estudio econométrico del Banque Nationale de Bélgica (NBB) dijo que "los resultados indican claramente que, desde la entrada del euro, existe una ruptura en la relación entre las percepciones de la inflación y la inflación que mide el IPCH" (Índice de Precios de la UE). Y agregó: "Sin embargo, también queda demostrada la precisión y la credibilidad del IPCH, por lo que no pueden ser cuestionados" (*).
De locos. La gente percibe una inflación mayor, pero las estadísticas dicen que eso no tiene nada que ver con la inflación real. Es aquí donde entran otras explicaciones, como la "inflación psicológica", que pone a la inflación en el diván.
En el Perú, algo conocimos del tema durante la hiperinflación del primer gobierno de García, cuando un ministro de Economía habló de la "inflación bruta" y la "inflación neta". La "bruta" era la de todos los días; la "neta", más baja, era la verdadera, aunque nadie sabía cómo se calculaba. En este caso, quien necesitaba ayuda no era el ciudadano, sino el ministro.
Hoy, en el Perú, las encuestas también nos dicen que la población "siente" que los precios de los productos suben mucho más que la inflación oficial, que de enero a noviembre de este año ha sido de 4.31%, según el INEI. Entonces, ¿es que los peruanos también sufrimos de "inflación psicológica", como los europeos?
Para contestar a esta pregunta, primero hay que aclarar que el 4.13% es la inflación de Lima Metropolitana. Como bien lo ha demostrado Jurgen Schuldt, la inflación en la mayoría de ciudades de provincias, también de enero a noviembre, es mucho más alta: 9.56% en Moquegua; 8% en Cusco, 7.93% en Huaraz; 7.66% en Arequipa (ver Informe Técnico Nº 24, diciembre 2007 en www.inei.gob.pe).
Pero los precios de muchos alimentos, que constituyen el 50% de la canasta de precios que mide el INEI, han subido mucho más, también de enero a noviembre. Entre ellos el pan (17.9%), la leche, quesos y huevos (12.1%), las grasas y aceites comestibles (13.8%), las frutas (13.6%), las leguminosas (12%; lenteja, frijol, arveja). Es evidente que estas alzas impactan más en los sectores de bajos ingresos y salarios.
Por tanto, no parece que estemos frente a un fenómeno de "inflación percibida" e "inflación real". Aquí la "percibida" no es "psicológica", como le llaman en Europa, sino igual a la "real".
(*) Évaluer l’écart entre l’inflation réelle et l’inflation perçue dans la zone euro, NBB Working Paper nr. 112 - Research Series.
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