Crecimiento sin equidad
John Williamson


Por Humberto Campodónico


“La política económica permaneció enfocada en el crecimiento acelerado y no en un crecimiento con equidad. Hubo relativamente poca preocupación por la distribución del ingreso o la agenda social, a pesar de que el ingreso de la región está más concentrado que en cualquier otra parte del mundo, excepto en unos pocos países africanos”.


Es lo que dijo en el 2003 John Williamson, creador del término “Consenso de Washington”, al hacer un balance de las razones de su fracaso (1).

Y agregó: “Puede tener sentido concentrarse principalmente en las políticas sobre crecimiento en lugares donde el ingreso está distribuido menos desigualmente y donde virtualmente todos son pobres, como en el sur de Asia. Pero esto no es así en América Latina, donde la élite es tan rica en relación con las masas que es inconcebible que los estándares de vida de la persona promedio alcancen a los de los países industrializados solo a través del crecimiento, es decir, sin una reducción de la brecha existente entre ricos y pobres” (pp. 28-29).

Lo que nos dice Williamson es que el crecimiento no basta para reducir la desigualdad por la enorme distancia entre ricos y pobres (ojo). Pero ese discurso todavía no se entiende por estos lares, pues un día sí y el otro también se nos entregan toneladas de noticias acerca de las enormes cantidades de inversión que vienen y siguen viniendo al Perú.

El mensaje, implícito y explícito, es que esas inversiones traerán crecimiento y, por tanto, bienestar para todos. O sea que el crecimiento —y el “chorreo” que viene con él— es condición necesaria y suficiente para aliviar la pobreza y reducir la desigualdad.
Volvamos a Williamson, que nos dice: “Una pequeña redistribución del ingreso entre ricos y pobres tendría el mismo impacto en la reducción de la pobreza, como lo tendrían muchos años de crecimiento sin cambios en la distribución del ingreso. Por eso mismo, es regresivo un crecimiento que provoque una brecha aún mayor en la distribución del ingreso” (ídem).

¿Cómo lograr un crecimiento con cambios en la distribución del ingreso que apunten a reducir la desigualdad? El tema da para largo y no está exento de discusiones y polémicas. Pero hay un tema que tiene consenso: es necesario aumentar los ingresos tributarios del presupuesto de la república para poder aumentar el gasto y la inversión en educación, salud, programas sociales y obras de infraestructura.

Dice Williamson que “uno de los aspectos más cuestionables de las reformas fue la dirección de la reforma tributaria, que cambió la presión tributaria de los impuestos a la renta (los cuales usualmente son al menos ligeramente progresivos) por los impuestos al consumo (IGV, los cuales son al menos ligeramente regresivos). En particular, se necesita un esfuerzo para elevar la recaudación de los impuestos directos, como el impuesto a la propiedad, la eliminación de los vacíos tributarios y una mejor recaudación del impuesto al capital golondrina” (pp. 39-40).

Estos temas se han vuelto a poner en el primer plano de la agenda a raíz de la publicación de importantes informes del PNUD y la CEPAL, que constatan —todos los años— la vigencia de los planteamientos reseñados en este artículo. Hay novedades, sin embargo, como el planteamiento de un impuesto a las sobreganancias mineras y petroleras para generar los ingresos tributarios necesarios para reducir la pobreza y la desigualdad.

Pero aquí el gobierno no escucha esas razones, como lo demuestra el Marco Macroeconómico 2011-2013, recién revisado: la presión tributaria se queda estancada hasta el 2013 en alrededor del 15% del PBI, una de las más bajas de América Latina. ¿Hasta cuándo?
 
(1) “Después del Consenso de Washington: Relanzando el crecimiento y las reformas en América Latina”, compilado por John Williamson y Pedro Pablo Kuczynski. UPC, Lima 2003.

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