Por Humberto Campodónico
En junio del 2002, la movilización arequipeña contra la privatización de Egasa y Egesur hizo retroceder a los privatistas. Pero solo fue un retroceso temporal pues nunca aceptaron potenciar de verdad a las empresas públicas claves. Por el contrario, esperaban la ocasión para un nuevo intento privatizador, que parece han encontrado ahora con el "perro del hortelano".
En efecto, hace pocos días, según El Comercio, el Poder Ejecutivo envió al Congreso un proyecto de ley para vender en Bolsa entre el 20 y el 30% de cada empresa estatal, entre ellas Enapu, Electroperú y Petroperú: "unas 30 empresas con ingresos totales anuales por más de US$ 6,000 millones anuales podrían negociar porcentajes minoritarios en la Bolsa y tendrían después que contratar a directores independientes" (14/2/2008, p. B 4).
Esta propuesta ilustra la gran diferencia con países vecinos como Colombia, Chile y Brasil que sí potencian sus empresas públicas, que no solo cumplen un rol clave en su país, sino que invierten en el extranjero. Es el caso de ECOPETROL de Colombia y de ISA (estatal eléctrica), que es dueña de las redes de transmisión eléctrica en el Perú. La estatal chilena ENAP, asociada con el Grupo Romero, es dueña de la cadena de estaciones de servicio Primax, líder del mercado nacional. Petrobrás tiene el Lote X de Talara y ya encontró gas en el Lote 57 (asociada con Repsol).
Pero aquí hay una campaña millonaria para convencer al público de la necesidad de privatizar Enapu. Se dice que no tiene capacidad administrativa ni recursos económicos, motivo por el cual es imperativo buscarle un "socio estratégico" que, además, sea el operador de la empresa. Falso. Enapu tiene un plan estratégico debidamente consensuado y sus utilidades superan los S/. 100 millones anuales, monto suficiente para financiar las inversiones para modernizar sus instalaciones.
Lo que sucede es que se ha iniciado la competencia intra e inter portuaria en el Pacífico Sur para la captación del comercio en esta zona líder del siglo XXI, lo que se acentuará con el crecimiento de los países asiáticos, sobre todo China.
Para que Enapu cumpla su rol es clave que el Congreso apruebe el proyecto de ley presentado por el congresista Luis Negreiros, pues le permitirá competir en igualdad de condiciones con las empresas privadas (lo que tienen las estatales de los países vecinos). Esta flexibilización de las excesivas exigencias a Enapu no significa, claro está, que no exista control y fiscalización por parte de la Contraloría y otros organismos.
La cuestión de fondo es que la competencia no es "abstracta". Los privatizadores de Enapu apuntan a que ésta desaparezca para que solo queden grupos privados. Como dice Manuel Dammert, representante de los portuarios ante la Autoridad Portuaria Nacional "se pretende dejar en posición de dominio de la operación empresarial portuaria (ahora de Enapu) al grupo pro chileno representado por Tramarsa-Grupo Romero (operador de Tisur-Matarani, Huarmey-Antamina, JP Quay-Sechura). Además, el 100 % de cabotaje (a cargo del Grupo Claro a través de CNP de Rassmuss-Ransa y a Von Appen), así como el 75 % de terminales extraportuarios y sus redes de Agunsa, Imupesa, Neptunia" (empresas mencionadas también en Caretas, 14/2/08).
El fortalecimiento de Enapu acaba con estos planes y es la razón de los ataques pues, además, impide un segundo objetivo privatizador: la entrega de los demás puertos regionales en un esquema de concesión mercantilista (piden subsidios para que su administración les sea "rentable"). No quieren que Enapu constituya los Consorcios Empresariales Regionales para promover la inversión de los gobiernos regionales y municipales, así como la inversión privada. Todo lo que sea nacional, "es malo".
Para terminar, no solo compiten las empresas. También lo hacen los países. Así como hoy en el desarrollo energético en América Latina el rol del Estado, y sus empresas, es determinante, lo mismo sucede en el desarrollo portuario, sector estratégico AAA. Los neoliberales ya nos dejaron sin marina mercante, sin buques petroleros y sin líneas aéreas. No permitamos que nos dejen sin puertos.
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