La Comunidad Andina y el cambio climático
Por Humberto Campodónico
Pareciera que muchos gobiernos y empresarios solo se preocupan del calentamiento global cuando aparecen números rojos en las cifras macroeconómicas. El excelente informe que acaba de publicar la Comunidad Andina (CAN) nos dice que en el 2025 el PIB de la CAN sería menor en casi US$ 30,000 millones por el cambio climático, siendo la pérdida para el Perú de US$ 9,900 millones.
Países | PBI sin CC | PBI con CC | Pérdida |
Pérdida relativa |
Bolivia | 35,442 | 32,867 | 2,575 | 7.3% |
Colombia | 318,037 | 303,811 | 14,226 | 4.5% |
Ecuador | 90,417 | 84,785 | 5,633 | 6.3% |
Perú | 225,300 | 215,393 | 9,904 | 4.4% |
Total | cc9196. | 669,350 | 29,846 | 4.5% |
Los principales sectores perdedores (sensibles) serían el pesquero (-15%), agua y electricidad (-11%), agricultura (10%) y agroindustria (5%). Agrega el informe que para estimar el impacto sobre el PBI que podría provocar la pérdida de los sectores sensibles, se estimaron –conservadoramente– los efectos de sus impactos indirectos.
La cuestión es que a la economía ortodoxa tradicional solo le interesa la asignación óptima de recursos por el mercado, a través de la oferta y la demanda. Como el dogma dice que el mercado es infalible, no reconocen lo que otras doctrinas pro mercado sí tienen en cuenta: que existen "fallas de mercado" debido a la presencia de "externalidades", es decir que la acción de un agente económico puede causar daño a otros agentes y/o al medio ambiente (en este caso, externalidad negativa).
Dice Joan Martínez Alier (de la Universidad Autónoma de Barcelona y fundador de la Sociedad Internacional de Economía Ecológica) que "el mercado no logra que la economía encaje en el medio ambiente, ya que infravalora las necesidades futuras y no cuenta los perjuicios externos a las transacciones del mercado". Agreguemos que en el ex bloque "soviético", la economía centralizada "de arriba hacia abajo" se preocupó casi íntegramente en el crecimiento económico para "alcanzar a Occidente", con una gran ineficiencia en el uso de recursos, causando graves daños al medio ambiente.
Volviendo a la economía de libre mercado, reitera Martínez Alier que "esta existencia de externalidades lleva a situaciones de fallas de mercado constantes, lo que abre la puerta a la intervención del sector público a fin de eliminar esa ineficiencia". Es el caso, por ejemplo, de gravar más el consumo de los combustibles que contaminan más –como el diésel– algo que el MEF no hace. O de preservar las fuentes de agua para la agricultura, uno de los reclamos más importantes de las comunidades frente a la inversión minera, como en Cerro Quilish y Tambogrande.
Por eso es importante la creación de un Ministerio del Medio Ambiente que corrija las fallas del mercado. Eso no se puede hacer, por ejemplo, si es que el Ministerio de Energía y Minas sigue siendo juez y parte: de un lado, promueve la inversión minera; de otro, es el ente que aprueba los Estudios de Impacto Ambiental de esa misma inversión (algo que el nuevo Ministerio debe asumir).
El primer problema a resolver es político: que se ponga el péndulo al medio en las relaciones entre Estado y mercado, tanto en el medio ambiente como en las políticas para combatir la pobreza, la desigualdad y la exclusión social. Este esfuerzo tiene dimensión mundial –líderes como Al Gore se han puesto a la cabeza– y es también preocupación constante de la sociedad europea, por lo que es uno de los puntos centrales de los Acuerdos de Asociación que se discuten en esta Cumbre.
A la búsqueda de ese nuevo "sentido común" contribuye el documento de la CAN, que le ha puesto "cifras macro" a los efectos negativos del cambio climático. La diferencia con lo que sucedía hace algunos años es que ya existe una conciencia mundial, y cada vez más en el Perú, de que necesitamos una política activa del Estado para preservar el planeta en que vivimos.
Todos los artículos del autor pueden ser leídos en: www.cristaldemira.com
La cuestión es que a la economía ortodoxa tradicional solo le interesa la asignación óptima de recursos por el mercado, a través de la oferta y la demanda. Como el dogma dice que el mercado es infalible, no reconocen lo que otras doctrinas pro mercado sí tienen en cuenta: que existen "fallas de mercado" debido a la presencia de "externalidades", es decir que la acción de un agente económico puede causar daño a otros agentes y/o al medio ambiente (en este caso, externalidad negativa).
Dice Joan Martínez Alier (de la Universidad Autónoma de Barcelona y fundador de la Sociedad Internacional de Economía Ecológica) que "el mercado no logra que la economía encaje en el medio ambiente, ya que infravalora las necesidades futuras y no cuenta los perjuicios externos a las transacciones del mercado". Agreguemos que en el ex bloque "soviético", la economía centralizada "de arriba hacia abajo" se preocupó casi íntegramente en el crecimiento económico para "alcanzar a Occidente", con una gran ineficiencia en el uso de recursos, causando graves daños al medio ambiente.
Volviendo a la economía de libre mercado, reitera Martínez Alier que "esta existencia de externalidades lleva a situaciones de fallas de mercado constantes, lo que abre la puerta a la intervención del sector público a fin de eliminar esa ineficiencia". Es el caso, por ejemplo, de gravar más el consumo de los combustibles que contaminan más –como el diésel– algo que el MEF no hace. O de preservar las fuentes de agua para la agricultura, uno de los reclamos más importantes de las comunidades frente a la inversión minera, como en Cerro Quilish y Tambogrande.
Por eso es importante la creación de un Ministerio del Medio Ambiente que corrija las fallas del mercado. Eso no se puede hacer, por ejemplo, si es que el Ministerio de Energía y Minas sigue siendo juez y parte: de un lado, promueve la inversión minera; de otro, es el ente que aprueba los Estudios de Impacto Ambiental de esa misma inversión (algo que el nuevo Ministerio debe asumir).
El primer problema a resolver es político: que se ponga el péndulo al medio en las relaciones entre Estado y mercado, tanto en el medio ambiente como en las políticas para combatir la pobreza, la desigualdad y la exclusión social. Este esfuerzo tiene dimensión mundial –líderes como Al Gore se han puesto a la cabeza– y es también preocupación constante de la sociedad europea, por lo que es uno de los puntos centrales de los Acuerdos de Asociación que se discuten en esta Cumbre.
A la búsqueda de ese nuevo "sentido común" contribuye el documento de la CAN, que le ha puesto "cifras macro" a los efectos negativos del cambio climático. La diferencia con lo que sucedía hace algunos años es que ya existe una conciencia mundial, y cada vez más en el Perú, de que necesitamos una política activa del Estado para preservar el planeta en que vivimos.
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