Otra vez TLC sí o sí
Por Humberto Campodónico
Mucho se ha discutido sobre los diferentes mecanismos para negociar un Tratado de Libre Comercio (TLC) con la Unión Europea, debido a que existen diferencias de enfoque entre los países de la CAN. Para comenzar, hay que decir que en realidad se está negociando un Acuerdo de Asociación que tiene 3 ejes: el diálogo político, la cooperación económica (para la inclusión social) y un TLC.
Países
2002
2007
Estruct. 2007
Var. 2007/2002
E.E. U.U.
843
1,806
29%
114%
UE
416
1,227
20%
195%
CAN (Incl Venezuela)
418
1,670
27%
300%
Otros
593
1,589
25%
168%
Total
2270
6,292
100%
177%
El punto de partida es que los TLC deberían negociarse en la Organización Mundial de Comercio. Pero la Ronda Doha está estancada desde el 2003 porque los países industrializados (PI) no quieren eliminar sus subsidios agrícolas y demandan leyes sobre la inversión y propiedad intelectual (entre otros), que la mayoría no acepta, comenzando por los "chicos que se han vuelto grandes": China, India, Brasil, Rusia y los asiáticos.
Por eso, los PI han optado por TLC individuales (como EE. UU.) o, en bloque, con la CAN, como la UE. En estos TLC, los PI quieren tener lo que no logran en la OMC: que los "chicos" acepten la entrada de productos agrícolas subsidiados y los otros temas.
Los gobiernos de Perú y Colombia –que ya firmaron un TLC con EEUU– no tienen ningún problema "para avanzar a toda velocidad" porque están de acuerdo con la gran mayoría de temas que plantean EE. UU. y la UE. Están convencidos que la "liberalización a ultranza es buena porque todos ganan con el comercio y se atraen más inversiones".
Cuando se negociaba el TLC con EE. UU., la punta de lanza para la firma del TLC era que el ATPDEA —por el cual las exportaciones, sobre todo las no tradicionales, XNT, agroindustriales y textiles, entran a EEUU con arancel cero— expiraba a fines del 2006 y que EEUU no lo renovaría. Para no perder "un millón de empleos" había que firmarlo "sí o sí", a lo que se opuso el APRA en la campaña electoral.
No sucede lo mismo con el Sistema Generalizado de Preferencias (SGP, que equivale al ATPDEA) que la UE otorga a los andinos. En el 2005, la UE amplió el SGP hasta el 2015 (ahora es SGP-plus) y permite la entrada con arancel cero de más de 8,400 partidas arancelarias peruanas, sensibles y no sensibles. No hay el argumento "se me vence el SGP-Plus". Del 2002 al 2007, las XNT de Perú a la UE han pasado de US$ 416 a US$ 1,227 millones, un aumento de 195%, monto superior al 114% de EE. UU., pero inferior al 300% de las XNT a la CAN.
Así, la apertura del mercado de la UE ya se dio con el SGP-Plus. Por tanto, si bien el TLC con la UE la convertiría en permanente (siempre y cuando la UE mantenga el SGP-Plus, lo que no acepta en las negociaciones pues su oferta es más restringida) el TLC comercial es, esencialmente, una apertura a las importaciones europeas, lo que incluye los productos agrícolas subsidiados.
¿Es que esto conviene, por ejemplo, ahora que hay crisis alimentaria causada por las políticas de apertura comercial y rebaja arancelaria, como lo reconoce el propio Banco Mundial? El tema es debatible, claro está. El problema es que los temas de fondo —algunos positivos pero muchos negativos, que por ello no son aceptados por la inmensa mayoría de países de la OMC— no se discuten pues la aplanadora gubernamental y mediática defiende un dogma convertido en sentido común: que todo TLC, no importa su contenido, es bueno para el país, algo que critican académicos y profesionales de talla mundial, que no tienen nada de "antisistema". Pero así vamos.
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