El hambre, una cuestión penal
Por Xavier Caño Tamayo (*)
Esta crisis alimenticia puede provocar la muerte de millones de personas en breve. Lo ha dicho Robert Zoellick, presidente del Bando Mundial. A los 855 millones de hambrientos que la FAO calculaba, se podrían añadir 100 millones más. Aumento de hambrientos que se debe, sobre todo, a que los precios de alimentos subieron un promedio del 83%. Trigo, 130%, arroz, 74%, soja, 87%, maíz, 53%... Jean Ziegler, relator especial de la ONU para el Derecho a la Alimentación, culpa del hambre a la dedicación de tierras agrícolas a cultivos para biocarburantes, a las “aberrantes políticas económicas” del Fondo Monetario Internacional y a la especulación con el precio de los alimentos.
Gandhi decía que “el hambre es un insulto, humilla, deshumaniza, destruye el cuerpo y el espíritu; es el hecho más asesino que existe”. Pero esa hambre no aumenta por voluntad de inexistentes dioses que castigan al género humano. Ni tampoco es fruto de la desgracia, como el rayo que cae inesperado. Hay hambre por actuaciones y omisiones de hombres concretos que mandan en empresas, entidades, corporaciones y países.
Mientras la agricultura se ha modernizado, incrementando su capacidad productiva, los beneficios se han distribuido de modo desigual, arrinconando a los pequeños agricultores y empobreciendo más a los países empobrecidos, tal como denuncia el informe “Evaluación internacional del conocimiento, ciencia y tecnología agrícolas para el desarrollo”. Más la presunta ‘liberalización’ del comercio impuesta a los países en desarrollo que ha reducido su capacidad para alimentarse a sí mismos: México, Bangladesh, Indonesia, Pakistán, Malí, Ghana, Kenya, Filipinas, Jamaica, Honduras, Camerún, Etiopía, Zimbabwe… ‘Liberalización’ que ha impuesto a los países empobrecidos la supresión de aranceles, pero no ha tocado ni un pelo los subsidios agrícolas de los países ricos, subsidios que permiten a grandes empresas agrícolas ¡vender por debajo del precio de coste!
Este es un mundo en el que no se acaba con la lacra del hambre sino que aumenta, aunque la capacidad de la agricultura permite alimentar a casi el doble de la actual población de la Tierra. Y ocurre cuando el gasto militar fue en 2007 de 900.000 millones de dólares, según datos del ‘Instituto Internacional de Investigación para la Paz’ de Estocolmo. Es decir, 190 veces el total de ayudas prometidas por los gobiernos en la reciente cumbre de la FAO para hacer frente al hambre.
Les contaré algo sorprendente sobre la justicia de este mundo. Si un ciudadano coge un avión para Madrid como ‘correo’ (‘pasar’ una maleta con unos kilos de cocaína), le pueden caer hasta 11 años de prisión si lo cogen, según la cantidad de droga incautada. El derecho penal justifica tal dureza por considerar que las drogas son grave peligro para la salud y así castigan a cualquiera que forme parte de la producción, refinamiento, transporte, comercialización y distribución de las drogas. Trabajar con drogas se considera ‘delito contra la salud’.
Hablando de salud, ¿no es más letal el hambre, con sus propios responsables, inductores, cómplices y encubridores?
Comparemos. En la Unión Europea (UE) se consumen muchas drogas. Según el Observatorio Europeo de las Drogas, casi 500 millones de habitantes, en 2008 murieron 8.300 personas por consumo de diversas drogas. Pero el hambre causa cada año de diez a doce millones de muertes en el mundo, entre 25.000 y 35.000 muertos diarios por no comer o por secuelas directas. Un muerto cada cinco segundos. La diferencia es indecente, y eso sin contar que las drogas las toma quien quiere y a nadie le ponen una pistola en el pecho para que las consuma. En cambio el hambre ataca y destroza contra la propia voluntad.
Hay que estar de de acuerdo con Amnistía Internacional cuando afirma que “la pobreza no es cuestión de economía sino de derechos humanos. Y, si hay violación de derechos humanos, hay culpables. Debemos conseguir que las víctimas del ‘crimen de la pobreza’ reclamen en los tribunales de justicia, como las víctimas de la tortura, y que los responsables directos de la pobreza comparezcan en el banquillo de los acusados”.
El hambre es la más nefasta consecuencia de la pobreza. ¿Para cuando en el banquillo los diversos responsables del hambre?
(*) Periodista y escritor
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