Fracasó la política antiinflacionaria de Carranza

Por Humberto Campodónico


Las rebajas arancelarias realizadas por el ministro Carranza el año pasado fueron justificadas con la afirmación de su necesidad para el combate a la inflación. Sin embargo, las estadísticas del 2008 nos dicen que la inflación no ha bajado sino que ha aumentado. No solo eso. La rebaja ha provocado, de un lado, una importante pérdida de ingresos tributarios y, de otro, ha contribuido al deterioro de la balanza comercial que avanza rápidamente a situarse en territorio negativo. Veamos.

Perú enero-mayo: importaciones nominales e ingresos arancelarios

Lo primero es que la inflación del periodo enero-junio del 2008 fue 3.51%, mientras que en igual periodo del 2007 fue 1.77%, lo que quiere decir que ahora tenemos el doble de inflación que el año pasado. Además, la inflación de julio 2007 a junio 2008 es de 5.71%, muy superior al 3% del techo de la meta de inflación del BCR.

Buena parte de la explicación del aumento de la inflación radica en el aumento de la inflación internacional (sobre todo en alimentos y petróleo). Justamente por eso es que no se puede combatir la inflación con rebajas de aranceles, menos aún en un mercado oligopólico como el peruano, donde 2 a 3 empresas controlan el 60 a 70% de los mercados sectoriales.

Lo que en verdad ha sucedido es que Carranza se aprovechó del pánico del presidente García por la inflación, para acercarse al planteamiento neoliberal del arancel plano cercano a cero. Del 2005 al 2008, el arancel promedio ha pasado de 5.4 a 2.5%.

Esta rebaja arancelaria, además, no era necesaria ya que la apreciación del sol frente al dólar (de S/. 3.3 a 2.75 por dólar) ya constituía un incentivo a importar. Tanto esto es así que las importaciones ya crecían a tasas de dos dígitos antes de las rebajas de aranceles de diciembre del 2006 y octubre del 2007.

En el periodo enero-mayo las importaciones totales han aumentado 54% y las de bienes de consumo en 44% (muchas provienen de China y amenazan a la industria doméstica). Hay que agregar dos datos importantes: primero, que la tercera parte de las importaciones de insumos corresponde a combustibles para las refinerías.

Segundo, buena parte del aumento del monto de las importaciones se debe al alza de los fletes marítimos y aéreos, como lo ha señalado Bruno Seminario del CIUP. En efecto, el último informe del INEI nos dice que, en enero-mayo, las importaciones nominales fueron US$ 10,963 millones (ver cuadro), pero si se consideran las importaciones reales (descontando fletes), su monto se reduciría en US$ 3,000 millones.

Finalmente, la rebaja arancelaria hizo que el promedio cobrado baje de 4.3 a 2.3% (gve línea 3) causando una menor recaudación tributaria. En efecto, si el nivel arancelario promedio se hubiera quedado en 4.3%, como en enero-mayo del 2007, se hubieran recaudado US$ 460 millones y no los US$ 248 millones que se recaudaron en enero-mayo del 2008. La pérdida estimada es de US$ 211 millones (para el cálculo hemos usado las importaciones nominales).

Resumiendo, la rebaja arancelaria de Carranza no ha disminuido la inflación, que ha aumentado; ha provocado la entrada masiva de bienes de consumo que afectan a la industria nacional; no es la causa del aumento de la importación de bienes de capital (lo que está muy bien) porque esta ya venía fuerte por el crecimiento económico y la revaluación del sol; ha provocado una pérdida de recaudación tributaria de US$ 212 millones. En materia de combate a la inflación, la política de rebaja arancelaria es un fiasco, por lo que queda pendiente su reversión.

Todos los artículos del autor pueden ser leídos en: www.cristaldemira.com