Soberanía alimentaria y Reservas Internacionales

Por Humberto Campodónico

En el plano internacional, el presidente García ha dicho que "existe una guerra de las empresas y de los países petroleros contra los pueblos. Y como para sustituir el petróleo los países cambian el uso de las tierras agrícolas para producir etanol, los precios de los alimentos mundiales que el Perú compra han subido en más del doble".


No es tan cierto que la guerra exista, pues el alza de los precios del petróleo tiene diversos motivos, entre ellos el consumo desmesurado en los países industrializados y, ahora también, en la China, India y el Sudeste Asiático. Lo que sí es cierto es que los precios de los alimentos han subido porque más áreas en los países industrializados se orientan al maíz como energético en lugar de alimento.

La conclusión de esta afirmación del Presidente debiera ser: ¿cómo hacemos para salir de la condición de país importador neto de alimentos (de los pocos de América Latina) para avanzar hacia la soberanía alimentaria? Pero poco hubo en el discurso sobre el desarrollo agrario (que es distinto al sector agroexportador), aparte de una referencia a que se está impulsando una reforma del sector agropecuario basado en la asociatividad (¿y los decretos legislativos contra las comunidades campesinas?) y a un programa de apoyo directo en semillas y fertilizantes.

Tampoco hubo metas concretas de aumento de la producción agrícola para lograr la soberanía alimentaria porque, en verdad, lo que les interesa es la agroexportación (libre mercado) y no el mercado interno, que necesita políticas de Estado (incluidos los subsidios) para salir adelante.

Lo que sí dijo el Presidente es que las Reservas Internacionales Netas (RIN) ya llegan a US$ 35,000 millones, lo que es "el mejor seguro contra la crisis mundial (…) Tenemos reservas suficientes para que el país adquiera los bienes y alimentos que requiere sin caer en una paralización de gravísimas consecuencias sociales. Podemos tener confianza". Aquí hay dos problemas: uno, que se afirme que se puede disponer de las RIN para seguir creciendo y, dos, que con esas RIN compraremos los alimentos (y los bienes) que se requieren.

Lo que se constata es que, si bien el Presidente menciona la existencia de una crisis internacional, minimiza sus dimensiones porque "el Perú está blindado" debido que posee un alto nivel de RIN. Eso no es así porque somos altamente dependientes de los precios de los minerales para los ingresos tributarios y de divisas, tema ampliamente conocido y discutido sobre el que habrá que regresar.

Lo que más llama la atención, sin embargo, es que el gobierno afirma que va a gastar las RIN en época de vacas flacas. Aquí hay dos cuestiones. Una, que su administración le corresponde al BCR y no al Poder Ejecutivo. Segunda, que más allá de que sea el BCR quien las administra, el Presidente plantea una política anticíclica para "un momento de crisis". No se plantea la misma política, sin embargo, para aplicar un impuesto a las sobreganancias de las empresas mineras en esta época de vacas gordas. Esos ingresos sí le corresponderían directamente al gobierno central (a diferencia de las RIN) y servirían para alimentar el alicaído Fondo de Estabilización Fiscal que administra el MEF.

El tema de fondo es, entonces, que García piensa —y quiere— que el país siga creciendo en toda circunstancia. Muchos pueden acompañarlo en ese planteamiento, claro está. La cuestión es que las crisis económicas internacionales, así como su repercusión en los diferentes Estados nacionales, no pueden enfrentarse solo con voluntarismo. Por eso, hubiera sido importante que se nos diga cuál es el plan para lograr la soberanía alimentaria y mayores recursos fiscales para las vacas flacas. No basta con decir que "el Perú avanza porque es muy grande".

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