trigalRicardo Migueláñez*

El actual escenario coyuntural de las materias primas agrícolas en los mercados mundiales, con precios a la baja, difiere casi como de la noche al día de aquel otro, previsto a medio y largo plazo, en el que se insiste en que para el año 2050 habrá casi 2.000 millones de bocas más que alimentar que ahora (se espera que el Planeta pase de los 7.000 a los 9.000 millones de personas) y, por tanto, habrá que producir entre un 60-70% más de alimentos que los que se producen en estos momentos, a pesar de las limitaciones de suelo agrícola y de la influencia del cambio climático.


Posiblemente se trate solo de un asunto de altura de miras. La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) acaba de emitir su informe mensual sobre el índice de precios de los alimentos básicos a nivel mundial, que volvió a bajar en abril de 2015 a un promedio de 171 puntos, es decir 2,1 puntos menos que en el mes anterior (-1,2%) y nada más, ni nada menos que 40,5 puntos (-19,2%) respecto al nivel alcanzado en abril de 2014 (211,5 puntos), mes que, además, fue el inicio de los descensos hace ya más de un año.

Durante el mes pasado fueron los precios de los productos lácteos los que más disminuyeron, aunque también bajaron los precios del azúcar, de los cereales y de los aceites vegetales, incrementándose, por el contrario, los valores de la carne por vez primera desde agosto de 2014. El promedio de abril de 171 puntos sitúa el índice de precios de los alimentos de la FAO en su nivel más bajo desde junio de 2010.

Hay que anotar que este índice se calcula sobre la base de la media de los índices de precios de los 5 grupos de productos básicos mencionados, ponderados por las cuotas medias de exportación de cada uno de los grupos para 2002-2004. En el índice general figuran 73 cotizaciones de precios en total, que los especialistas en productos básicos de la FAO consideran representativos de los precios internacionales de los productos alimenticios.

En este sentido, no se conjuga bien el discurso sobre la evolución de la coyuntura actual de los precios y de la oferta y demanda mundial de materias primas alimentarias, con lo que se comenta que es previsible que pueda ocurrir en el medio y largo plazo. La impresión es que los precios de los alimentos básicos evolucionan a la baja en el panorama mundial, porque no existe aún una demanda suficiente y al alza, como se predice, que absorba el aumento de la oferta de estos últimos años.

En estas circunstancias, es muy complejo explicar a un agricultor o a un ganadero de a pie que su profesión tiene futuro en el medio y largo plazo, cuando ve que lo que produce en el corto vale cada vez menos y cuando sus márgenes se recortan mucho más, al constatar que lo que paga por sus medios de producción o “inputs” (bienes y servicios), sube, se mantiene o, en el mejor de los casos, baja de precio mucho más levemente que lo que él consigue cobrar por la comercialización de sus productos agrarios.

Beneficiarios

Sin embargo, el descenso de los precios de los productos agrícolas básicos no tiene por qué ser totalmente negativo. De un descenso de precios de estas materias primas se benefician, sin duda y probablemente menos de lo que deberían, los consumidores. Esta caída de las cotizaciones, en el caso de las materias primas alimentarias, como los cereales, oleaginosas y aceites vegetales, es también beneficiosa para los ganaderos, por el menor coste de su gasto en la alimentación de sus animales, aunque podría serlo aún mucho más. E incluso puede beneficiar también a los propios agricultores, si estos logran mantener o no reducir sus márgenes de rentabilidad. Es decir, produciendo más volumen de producto, con un aumento de sus rendimientos o ahorrando en la factura de sus costes de producción, con una mayor eficiencia en ese gasto.

La propia FAO señala que la factura mundial por la alimentación de alimentos se prevé que descienda a su nivel más bajo de cinco años en 2015, arrastrada principalmente por una caída de los precios internacionales de las materias primas alimentarias básicas, por fletes de transporte marítimo más bajos y por la fortaleza del dólar USA frente a otras monedas, como el euro.

Todo ello en un escenario en el que los volúmenes de importación de los distintos alimentos que componen la factura cambiaron poco o incluso aumentaron.

Se espera también que los países de bajos ingresos se beneficien de este descenso en el coste de las importaciones de alimentos, de las que tienen una gran dependencia para poder alimentar a su población indígena.

Para esta organización, los abundantes inventarios o reservas acumuladas deberían compensar cualquier presión a la baja, causada por una ligera reducción de las cosechas mundiales, sobre todo de cereales y oleaginosas, previstas para este año.

Impacto amortiguado
La producción mundial de cereales se reducirá probablemente en la nueva campaña un 1,5%, pero respecto a la producción récord del pasado año, debido principalmente a la disminución de la superficie sembrada de maíz. Sin embargo, se prevé que el impacto de esta ligera reducción de cosechas se vea amortiguado por niveles “excepcionalmente altos” de las actuales existencias.

En cereales, incluido el arroz, la FAO pronostica una producción mundial de 2.509 millones de toneladas en la campaña de comercialización 2015/16, en condiciones meteorológicas normales durante el resto de la temporada. Se trata de un volumen ligeramente inferior al récord de 2014, pero que estaría casi un 5% por encima de la media de los últimos cinco años. Esta menor producción haría bajar las reservas en torno al 3% en la nueva campaña, siendo más rápidas en los cereales secundarios (maíz y otros cereales para la fabricación de piensos) y el arroz, que para el trigo.

El organismo especializado de la ONU prevé que los precios internacionales de los alimentos básicos continúen sometidos a presión a la baja en la nueva temporada, debido a la oferta abundante y a un dólar USA fuerte. No obstante y para la campaña 2015/16, las variaciones de las divisas y los acontecimientos macroeconómicos pueden tener importantes implicaciones para los mercados internacionales de materias primas alimentarias.

Serían, por tanto, factores ajenos a la evolución directa de la oferta y la demanda de alimentos básicos, los que incidieran, en su caso, en la evolución de los precios de los mismos. De hecho, según la FAO, varios años de buenas cosechas y de creación de reservas estratégicas significan un “superávit” de alimentos básicos. Como resultado, no se espera que la caída prevista en la producción de cereales impacte sobre la disponibilidad de alimentos para el consumo.

Por otro lado, en la producción mundial láctea, la tendencia es que siga con un crecimiento constante de cerca del 2% en 2015, con precios internacionales más bajos, lo que alentará las importaciones en África. Según la FAO, la abolición del sistema de cuotas lácteas en la Unión Europea es probable que impulse la producción y también ha sido desde incluso antes uno de los principales motivos del descenso del 6,7% en el índice de precios de estos productos en el pasado mes de abril.

Asimismo, las abundantes cosechas de soja impulsarán un fuerte incremento del 5,7% e la producción total de cultivos oleaginosos en la temporada 2014/15. Ello, junto al descenso de precios, vinculado a una menor demanda desde el sector de biocombustibles y el aumento de las reservas, puede conducir a una reducción de la producción en la próxima campaña, según la FAO, que espera también ligeros incrementos de producción en carnes y azúcar para este año.

* Ingeniero Agrónomo. @rmiguelanez
Fuente: http://www.qcom.es/