— El Parlamento Europeo insta a la Comisión a que tome medidas para evitar la especulación y facilitar las posibilidades a los jóvenes

Ricardo Migueláñez. @rmiguelanez

El Pleno del Parlamento Europeo aprobó por amplia mayoría casi en la medianoche del pasado 27 de abril una resolución no legislativa de la eurodiputada socialista alemana Maria Noichl sobre “La situación con respecto a la concentración de tierras agrícolas en la Unión Europea: ¿Cómo facilitar el acceso de los agricultores a la tierra?”, que pasó un tanto desapercibida por la hora en que fue el debate y en la que lo que se pregunta es mucho más importante de lo que puede parecer a simple vista.

El acceso a los agricultores a la tierra, bien mediante arrendamiento a sus propietarios, bien mediante su adquisición en el mercado,  es una de las grandes dificultades con que se encuentran los agricultores jóvenes para acceder a esta actividad. Se ha dicho, muchas veces, que si un joven no “hereda” las tierras de la explotación de algún familiar (padre, madre, tío, primo…), que sea o haya sido antes agricultor, es casi imposible que pueda entrar con mínimas garantías en esta actividad.

Y eso es muy cierto, como se ve en la realidad, sin que las Administraciones apenas hayan hecho nada o muy poco para intentar resolver este auténtico dilema. No se trata solo de que al joven se le den más o menos ayudas para poder instalarse en el sector, sino que es primordial que se le facilite tanto su acceso a la tierra, como al crédito para poder invertir a futuro en el diseño y desarrollo de su explotación agraria.

Por eso es tan importante una resolución que clama a la Comisión Europea y a los Estados miembros de la UE para que hagan algo. Fue aprobada nada menos que por 504 votos a favor, 37 en contra y 45 abstenciones, y en ella se demanda una redefinición de las políticas europeas en materia de tierras para facilitar el acceso a las mismas de nuevos agricultores, de jóvenes y pequeños productores, para ralentizar, a su vez, un proceso de concentración de parcelas cultivables que, en bastantes ocasiones, tienen fines meramente especulativos, ajenos a la producción agrícola o ganadera.

Cuando se habla de concentración de tierras, muchas veces se piensa en los grandes terrenos que inversores de China, Japón o Corea del Sur compran en el continente africano o en América del Sur, sin caer en la cuenta que ese proceso, si bien a menor escala, también se produce en Europa desde hace años. “Se habla de concentración de tierras cuando el comercio de superficies cultivables se caracteriza por una magnitud de adquisición de tierras inhabitual en Europa”, describe Noichl.

En la Europa de los 27, señala la eurodiputada alemana, el 3% de las explotaciones ya controlaba en 2010 la mitad (el 50%) de la superficie de cultivo y, por el contrario, el 80% de las explotaciones disponían en 2012 únicamente el 12% de las tierras agrícolas cultivables. Aún más, “el grado de concentración de las tierras agrícolas en Europa es similar a la distribución desigual de la propiedad de la tierra, por ejemplo, en Brasil, Colombia y Filipinas”, afirma María Noichi, añadiendo que “el alcance y ritmo de concentración de tierras son alarmantes, en especial en países como Rumania, Hungría o Bulgaria, Sin embargo, incluso en Alemania, Italia o España, no resultan desconocidas estas situaciones.”

La europarlamentaria incide también en que las tierras agrícolas no son una mercancía cualquiera, puesto que el suelo no puede aumentar y el acceso al mismo es un derecho humano. La concentración de tierras agrícolas en manos de  unos pocos operadores está asociada a unos efectos sociales, culturales, económicos y políticos profundos en todos los Estados miembros de la Unión.

Causas de la concentración

En lo que es una denuncia en toda regla, Noichl apunta que “en muchas regiones europeas, los precios de compra y alquiler de las tierras agrícolas han aumentado entretanto a un nivel que impide a numerosas explotaciones agrarias protegerse ante la pérdida de las superficies alquiladas o proceder, mediante la adquisición de terrenos, a la ampliación de las superficies necesarias para la supervivencia de las explotaciones. Aparte del hecho de que apenas se ofrecen tierras en el mercado, los precios de los arrendamientos ya no se orientan a los ingresos agrícolas factibles. De este modo, las exigencias de capital para muchos de los nuevos entrantes (agricultores jóvenes o nuevos) son demasiado grandes y arriesgadas.”

Las causas de la concentración de tierras en la UE son variadas. Debido a la creciente demanda de alimentos, piensos, materias primas renovables para los combustibles y las industrias química y textil, y fuentes de energía no fósiles, la adquisición de terrenos se encuentra entre las opciones de inversión y de obtención de beneficios mejores y más seguros para inversores de todo el mundo.

En la misma línea, el periodo de bajos tipos de interés, que perdura desde la crisis financiera, origina “esta huida a los valores reales, es decir, al suelo y los terrenos. Como consecuencia, inversores ajenos al sector (agrario) se interesan también por la adquisición de tierras.” Junto a la concentración de tierras, los usos no agrícolas, como el sellado, la urbanización, el turismo o los proyectos de infraestructura ponen también en peligro las tierras agrícolas.

El informe tampoco se olvida de otras causas, como el hecho de que algunas políticas y subvenciones de la UE respaldan los esfuerzos expansionistas de explotaciones agrícolas o atraen a inversores ajenos a la agricultura hacia el negocio de la tierra. Por ejemplo, los pagos directos por superficie favorecen de forma unilateral a las grandes explotaciones, sin olvidar la competencia que por el suelo generan las ayudas que conceden la UE o algunos Estados miembros al fomento de las fuentes de energía no fósiles.

La eurodiputada alemana hace una llamada clara de atención, cuando afirma que “un sector agrícola con futuro está ligado de una manera especial al acceso de los jóvenes a las tierras agrícolas. La capacidad de innovación e inversión (de estos jóvenes) resulta decisiva para el futuro de las zonas rurales. Solo así  puede detenerse el envejecimiento en la agricultura y garantizarse la sucesión y el objetivo de una agricultura multifuncional, con explotaciones familiares y cooperativas dirigidas por sus propietarios.”

Entre las demandas del informe aprobado por el PE se encuentra la petición a los Estados miembros para que, en sus políticas públicas, tengan más en cuenta la conservación y la gestión del suelo agrícola, así como las cesiones de tierras. Y para que orienten el uso del suelo, de forma que se puedan aprovechar las posibilidades existentes, como la fiscalidad, las ayudas y los fondos de la PAC  para mantener un modelo agrícola de explotaciones familiares en toda la Unión.


Los jóvenes europeos, sin tierra para cultivar (y II)