TLC: Hoy por mí, mañana por mí
Humberto Campodónico
Humberto Campodónico
Hace pocos días, la lideresa del Partido Demócrata en la Cámara de Representantes de EEUU dijo que antes de votar el TLC con Perú, se tendrá que votar la extensión de la Ley de "Asistencia por Ajustes en el Comercio" (TAA, por sus siglas en inglés). Si bien esta pre-condición no parece poner en peligro el voto por el TLC (el Ejecutivo ya envió el proyecto de ley al Congreso y está corriendo el plazo para que sea votado), es importante remarcar el énfasis que los demócratas le dan a su compromiso con los trabajadores que pierden con el TLC. Algo que no sucede por estas tierras.
El TAA es un programa administrado por el Departamento de Trabajo para otorgar ayuda económica a los que pierden su empleo como consecuencia de los TLC. En el 2006, el presupuesto del TAA fue de US$ 966 millones y financió varios programas: capacitación laboral, ayuda para la búsqueda de nuevos empleos y subsidio salarial para los despedidos. Como el TAA estaba expirando sin que se haya votado una nueva Ley para el 2008, Pelosi puso la precondición ya mencionada.
Pero el fondo del asunto es que en EEUU se reconoce que los TLC producen perdedores. Y que el gobierno tiene una responsabilidad central con respecto a las políticas comerciales que pone en marcha. No solo eso. La impopularidad de los TLC es fuerte, y los demócratas lo saben, porque muchos fueron elegidos con programas anti-TLC. Por eso Pelosi pone el parche antes que salga el chupo y no se dice que con el TLC a todos les va a ir de mil maravillas.
Eso no sucede aquí, donde la discusión sobre las "compensaciones" a los perdedores que, en su gran mayoría, son los campesinos pobres de la Sierra sur, ha sido tratada como un tema de cuarta o quinta categoría. Inicialmente, el gobierno aprobó compensaciones por S/. 800 millones para un periodo de 5 años (S/. 160 millones anuales, algo más de US$ 32 millones) para los productores de trigo, maíz y algodón, monto absolutamente insuficiente. Y del que se ha vuelto a hablar hace poco, pero para reducirlos, como dijo el ministro Benavides. De Ripley.
Dice Grade: "el gobierno ha optado por definir como sensibles a estos productos, dejando de lado a otros que enfrentarán desgravación arancelaria rápida, como hortalizas, lácteos o productos cárnicos, por citar a los más importantes" (Análisis y Propuestas Nº 10, abril 2006, www.grade.org.pe ). Grade también critica la metodología de compensación (identificar a los perdedores) y plantea alternativas que focalizan las zonas de mayor vulnerabilidad.
Yendo otra vez al fondo, el problema es que los productos agrícolas de EEUU ingresarán subsidiados (la antítesis del libre comercio), con precios bajos, compitiendo deslealmente con los nacionales. La federación sindical de EEUU, AFL-CIO, también critica el capítulo agrícola del TLC para los países en desarrollo (1/10/2007, www.aflcio.org ).
También nos afectará la pérdida de soberanía con la nueva relación Estado-inversionista (súper favorable al primero), las compras gubernamentales (que ya no podrán dirigirse a los industriales locales) y los servicios (ya no se pueden establecer requisitos de desempeño).
Los ayatollahs del libre comercio dicen que el mercado resolverá los problemas. Falso. Ya ni se acuerdan de las críticas de De Soto y ven al TLC como la panacea porque no les interesan los pobres. Si así fuera, harían lo que Pelosi: discutir y aprobar, ya, cómo se va a enfrentar el ahondamiento de la fractura social existente, ya que los perdedores son los campesinos de la sierra sur. Nada menos.
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