Sesión de la comisión Collique teñida de bufalería matonesca
Si algo distinguió a la sesión que investiga la venta del Aeroclub de Collique fue la matonería bufalesca con la que fueron armados los apristas defensores de la irregular venta, quienes por su vulgaridad parecían poseídos a quienes se estaba exorcizando.
Al comienzo, la serena intervención del defensor del Aeroclub, César Atala, fue contestada con la matonería del congresista Wilmer Calderón y sus acompañantes apristas, quienes en tono matonesco pretendían intimidarlo esgrimiendo las leguleyadas que intentan consumar el negociado.
Cuando el congresista Isaac Mekler, para aclarar que la defensa del Aeroclub de Collique no es un acto de persecución política, sino un acto de interés nacional, solicitó a César Atala indicar si tiene filiación política, arremetieron bufonamente contra él diciendo que realiza preguntas sobre la vida privada.
A esto, el congresista Víctor Andrés García Belaúnde intervino para señalar la pertinencia de la pregunta. César Atala manifestó que no tiene filiación política, pero que sus padres fueron apristas y que su domicilio solía ser frecuentado por importantes dirigentes apristas, como Armando Villanueva del Campo o Ramiro Prialé.
Hasta el más torpe puede darse cuenta que Atala es un patriota que lucha por los intereses del país, por la decencia, la honestidad, por la aviación y la soberanía nacional, sea del partido que fuese, habría que ser mezquino para no reconocerlo.
En otro momento, descargaron su artillería matona contra Víctor Andrés García Belaúnde y lo insultaron diciendo que pertenece a una “aristocracia caduca”, improperio que fue rechazado enérgicamente por García Belaúnde, “rechazo a un matón como el señor Calderón”, protestó.
Por supuesto que la irracionalidad del búfalo aprista nunca entendió que existan personas, de antigua aristocracia o no, que exhiban buenos modales, no pueden entenderlo. Para ellos, eso es aristocracia caduca, tal vez los búfalos propugnen la dictadura de una cleptocracia o la de nuevos ricos sin dignidad como Dionisio Romero, prestos a besar los pies de Montesinos en su salita y presto a hacer el papel de sirviente del país enemigo, Chile y presto a no se sabe qué cosas durante este gobierno. Para los búfalos, una nueva casta pestífera, lista al “conversado”, al negociado o a la traición, sí puede ser respetable y tal vez la llamen “aristocracia pujante y gloriosa”, de modo que todo lo que se oponga a su “progreso” merezca ser pisoteado.
La puesta al descubierto, con los argumentos de la razón, de un grotesco negociado en perjuicio del Estado, de los peruanos, de las soberanía, de la seguridad nacional, de la aviación, y para colmo, en favor de un grupo del país enemigo, fue tan evidente que provocó tal reacción en los apristas.
Todas estas actuaciones irracionales, instintivas, agresivas, vulgares y desesperadas sólo revelan que, ante la contundencia de la verdad y la honestidad, la falta de argumentos de los representantes del gobierno aprista los condujo a un torbellino de pasiones como única respuesta para aferrarse su voracidad entreguista.
Cuando el congresista Isaac Mekler, para aclarar que la defensa del Aeroclub de Collique no es un acto de persecución política, sino un acto de interés nacional, solicitó a César Atala indicar si tiene filiación política, arremetieron bufonamente contra él diciendo que realiza preguntas sobre la vida privada.
A esto, el congresista Víctor Andrés García Belaúnde intervino para señalar la pertinencia de la pregunta. César Atala manifestó que no tiene filiación política, pero que sus padres fueron apristas y que su domicilio solía ser frecuentado por importantes dirigentes apristas, como Armando Villanueva del Campo o Ramiro Prialé.
Hasta el más torpe puede darse cuenta que Atala es un patriota que lucha por los intereses del país, por la decencia, la honestidad, por la aviación y la soberanía nacional, sea del partido que fuese, habría que ser mezquino para no reconocerlo.
En otro momento, descargaron su artillería matona contra Víctor Andrés García Belaúnde y lo insultaron diciendo que pertenece a una “aristocracia caduca”, improperio que fue rechazado enérgicamente por García Belaúnde, “rechazo a un matón como el señor Calderón”, protestó.
Por supuesto que la irracionalidad del búfalo aprista nunca entendió que existan personas, de antigua aristocracia o no, que exhiban buenos modales, no pueden entenderlo. Para ellos, eso es aristocracia caduca, tal vez los búfalos propugnen la dictadura de una cleptocracia o la de nuevos ricos sin dignidad como Dionisio Romero, prestos a besar los pies de Montesinos en su salita y presto a hacer el papel de sirviente del país enemigo, Chile y presto a no se sabe qué cosas durante este gobierno. Para los búfalos, una nueva casta pestífera, lista al “conversado”, al negociado o a la traición, sí puede ser respetable y tal vez la llamen “aristocracia pujante y gloriosa”, de modo que todo lo que se oponga a su “progreso” merezca ser pisoteado.
La puesta al descubierto, con los argumentos de la razón, de un grotesco negociado en perjuicio del Estado, de los peruanos, de las soberanía, de la seguridad nacional, de la aviación, y para colmo, en favor de un grupo del país enemigo, fue tan evidente que provocó tal reacción en los apristas.
Todas estas actuaciones irracionales, instintivas, agresivas, vulgares y desesperadas sólo revelan que, ante la contundencia de la verdad y la honestidad, la falta de argumentos de los representantes del gobierno aprista los condujo a un torbellino de pasiones como única respuesta para aferrarse su voracidad entreguista.