Por Herbert Mujica Rojas
A propósito de una noticia recientísima (minutos atrás), por la que un lector se queja de la “muy deficiente y pálida impresión” de ¡Estafa al Perú! ¡Cómo robarse aeropuertos y vivir sin problemas! http://www.voltairenet.org/article148321.htm tomo nota, asombrado, que el modesto manual sobre las trapacerías de la concesión del Aeropuerto Jorge Chávez, los robos montados por la empresa concesionaria y el cúmulo de irregularidades protagonizadas por Ositran, el MTC, Proinversión y muchos ministros y ministras con rabo de dinosaurio, alcanzó la reproducción informal y se vende en edición clandestina y “pirata”. ¿Quién dice que aquí no se lee?
Soy el primero en reconocer que no es un tema muy popular. Todos los periodistas, analistas, estrategas, internacionalistas, embajadores, líderes populares, burócratas nacionales e internacionales, adalides políticos, formadores de opinión, que lo recibieron ¡no han dicho ni una sola palabra! Ni siquiera agradecieron el obsequio. Hay que entender que el manual o es muy malo o genera conclusiones indigestas e impolíticas de tocar y activa el riesgo de perder “simpatías”. Tengo mis reservas sobre el primer caso, pero no albergo casi dudas sobre lo segundo. La pusilanimidad institucional en Perú es casi una constante histórica.
Sin presentación formal a la fecha, se me negó en días pasados, la posibilidad de decir unas pocas palabras en el Congreso, en cónclave de sindicatos de empresas estatales afectadas por los procesos de privatización y concesión, ¡Estafa al Perú! pareciera concitar algún interés en quienes quieren conocer cómo es que Ositran pasa por alto la sobrevaluación que la empresita Lima Airport Partners, LAP, concesionaria del Jorge Chávez, hizo de las mangas del terminal y elevó su precio real de US$ 600 a US$ 900 mil, sin mayor asco ni remilgo. Y esa investigación está hace quince meses en la Contraloría General de la República, y nadie le pregunta al señor Genaro Matute ¿qué está escondiendo o cuánto o qué le han dado para que proceda así? Y sin embargo, este individuo asiste de cuando en vez a las reuniones del consejo de ministros. ¿O no es así amigos titulares de ciertas carteras y asiduos lectores de esta humilde columna?
Hay que sospechar que a algunos ciudadanos también pica la curiosidad de enterarse cómo una empresita de undécima categoría como Lima Airport Partners que ni siquiera existía al momento de “ganar” en carrera de un solo caballo, la concesión del Jorge Chávez, ha producido cuatro enmiendas enormes al contrato en menos de cinco años y ahora quiere saltarse a la garrocha la construcción de la segunda pista y los bobos de Ositran se hacen de la vista gorda.
De repente hay curiosidad proba de constatar cómo la ministra con rabo de dinosaurio, aquella a la que la Contraloría General de la República, ha encontrado pasible de acusación penal por haber depositado cinco millones de dólares en un banco que después quebró, la señorita Verónica Zavala, ha encubierto con su lenguaje claroscuro, lleno de palurdas generalidades, las intenciones manifiestas de Lima Airport Partners de conseguir más ventajas y elusiones al cumplimiento del contrato. Dígase de paso que la cacareada inversión externa no existe. LAP no ha invertido nada, más bien ha endeudado al Perú, por el orden de US$ 125 millones, con bancos norteamericanos y alemanes. Los caraduras de esta firmita trabajan con el dinero que produce el primer terminal aéreo y encima, en alguna época, pretendieron cobrar un impuesto de uso de aeropuertos a los pasajeros en tránsito. ¡Qué tal cuajo! ¿No habrán comprado los de LAP, Ositran, Proinversión, MTC y otros aludidos, toda la edición? De repente, de repente.
No obstante que, sin merecerlo ni haber hecho nada por conseguirlo, acabo de convertirme en compilador “pirateado” y que mis derechos de autor de una edición casi de juguete y nada publicitada, parece agotada, tengo que volver a preguntar, por analogía, ¿quién dice que no se lee aquí? Si un asunto como la hechiza y tramposa concesión del Jorge Chávez, agravada por el masivo regalo que este gobierno ha perpetrado con otros doce aeropuertos de provincias a una empresa recientemente expulsada de Bolivia por incumplida, Swissport, concita ediciones clandestinas, entonces, al margen del robo explícito e implícito que existe, hay que entender que un Perú desconocido, marginal, informal, empieza a dar muestras de su existencia por calles y plazas.
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