Jorge Chávez: secretos y coladeras
por Herbert Mujica Rojas
Son insuficientes, anodinas, resienten la pátina de excusa, las expresiones del abogado perseguidor de periodistas Luis Vargas Valdivia, súbitamente convertido en vocero de la empresita concesionaria del Jorge Chávez, Lima Airport Partners, LAP. Diga lo que diga, eche la culpa a quien quiera, el primer terminal aéreo del Perú es una coladera en que entran y salen decenas de toneladas de drogas y en que hay secretos que nadie quiere preguntar aunque todos saben cómo funciona, como un Estado dentro de otro Estado, la concesión que ganó en carrera de un sólo caballo, LAP. Y lo que ayer fue prédica de algunos pocos, casi contados con los dedos de la mano, hoy es credo, convicción, absoluta verdad que nadie puede negar: algo pasa y muy oscuro en este ámbito cuasi regalado a una empresa que sólo atina a procurar que suba la tarifa aeroportuaria pero que NO invierte de la suya. ¿O sí?
El domingo Cuarto Poder en Canal 4, lanza al aire y vía imágenes, duros cuestionamientos a la concesionaria. De pronto el perseguidor de periodistas Luis Vargas Valdivia aparece como vocero de LAP cuando hay sospechas que nadie quería asumir en público el papelón que al señor de marras le es muy sencillo porque su vida discurre en esta clase de histrionismos. Los largos minutos en que se camina por las imperfecciones que han hecho del Aeropuerto Jorge Chávez un tiovivo en que los reyezuelos del narcotráfico pasan, importan y exportan su mercadería a vista y paciencia de las autoridades de LAP es innegable. La PNP, no una sino múltiples veces, ha dicho con claridad meridiana que la empresa no permite el buen desempeño profesional de los uniformados y que, ayer lo repitieron, cuando se franquea el acceso, los altavoces anuncian a voz en cuello quiénes son y para qué vienen. ¿No parece una estupidez mayúscula avisar a los narcos para que tomen sus previsiones en sus cuitas de "negocios"? ¿quién responde por esto? Vargas puede decir lo que se le ocurra, para eso le pagan. No obstante hay un daño terrible y envilecimiento gigantesco a un terminal aéreo.
Una sola es la pregunta que no hace nadie y por razones, si es que alcanzan a serlo el conjunto de pusilanimidades elusivas, y que trata sobre ¿qué ha ocurrido con los empleados de Lima Airport Partners y Swissport, capturados en temas de narcotráfico en el Jorge Chávez, meses atrás? Se da cuenta de otras firmas, se abunda en detalles puntuales de otros acapites pero todos se cuidan muy mucho de cuestionar a las dos empresitas que tienen la responsabilidad de ¡nada menos que 13 aeropuertos! ¿por qué sucede esto?
Según el estudio técnico elaborado por el abogado y ex presidente de Corpac, Julián Palacín, desde el 2001, la tarifa aeroportuaria no debía superar nunca los US$ 25, sin embargo LAP insiste hasta la majadería porque se suba el cobro, montos con los que se financian —o debería hacerse— algunos servicios como los de protocolo y prensa. Ya hemos visto cómo el dominicano Canaán se paseaba como Pedro por su casa, hecho que nadie pregunta a LAP y que la oficina de prensa ¡no existe! Estos cuestionamientos tampoco debían ser pasados por alto.
Una coladera con más huecos que un queso es el Aeropuerto Jorge Chávez. LAP o sus voceros no pueden tapar tamañas irregularidades. Las cortinas de humo para la expropiación de otros terrenos tampoco disimulan las prisas actuales. El silencio impresionante desde Ositran y el MTC, señaladamente Lan ministra Verónica Zavala, son parte de este desaguisado sobre el cual el pueblo peruano empieza a comprender sus más oscuros rincones. Y la garrulería de abogángsteres no sirve de nada frente a hechos contundentes y nocivos.
¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
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