Perú: anarquía y políticos corruptos
Escribe: César Vásquez Bazán
País insalubre con mescolanza racial.
Iquique lóbrego y paupérrimo, pero extractor de salitre; Callao asqueroso; Lima miserable.
Charles Darwin y el Perú en 1835.
A lo largo de cinco años, entre 1831 y 1835, el célebre naturalista inglés Charles Darwin viajó alrededor del mundo en la nave de bandera británica H.M.S. Beagle. Su objetivo fue efectuar observaciones científicas y coleccionar especímenes naturales. El joven fisiólogo, de veintiséis años de edad, reconoció que participar en esa expedición determinó toda su carrera posterior, en la cual destaca la formulación de las teorías de la evolución y de la selección natural.
Si bien el principal interés darwiniano fue la investigación natural, el viajero también formuló agudas observaciones sobre la situación política peruana y las condiciones sociales del país, afirmaciones que interesa que los peruanos conozcamos para tomar conciencia sobre cómo nos observaban (y quizá nos sigan observando) visitantes foráneos tan objetivos como Darwin.
Darwin relató su experiencia en el libro The Voyage of the Beagle (El viaje del Beagle). En el texto del presente artículo hemos usado la edición del año 2001 publicada por The Modern Library de la casa editorial Random House, Inc. (Nueva York). Las observaciones de Darwin sobre el Perú se refieren a las ciudades de Iquique, Callao y Lima y se encuentran en el capítulo XVI.
Iquique: pueblo lóbrego y miserable pero extractor de salitre
Viajando desde Chile, el primer puerto peruano visitado por Darwin fue Iquique, al cual llegó el 12 de julio de 1835. Calificó al poblado de mil habitantes como “pobre” y de “apariencia lóbrega”, conformado por “un grupo pequeño de casas miserables” (pág. 323). Contrastando con esa pobreza –precisó Darwin– desde 1830 Iquique exportaba salitre a Francia e Inglaterra, material que en esos países se utilizaba como fertilizante y en la fabricación de ácido nítrico (pág. 323).
Partiendo de la afirmación que el Perú se encontraba “en estado de anarquía”, Darwin relata que cada caudillo político había demandado de Iquique el pago de contribuciones partidarias. Ello generó “tribulación” entre los habitantes. Éstos consideraron que les había llegado “la hora de la desgracia” (pág. 324).
Darwin narra un incidente acaecido en Iquique que perfila las deficiencias del sistema judicial, la preferencia de las autoridades por los extranjeros, la anarquía generada por la falta de justicia y, sobre todo, la crítica organización política de nuestro país, expresada en el alejamiento y abandono de las zonas de frontera (2).
La ocurrencia fue la siguiente: Una noche, tres carpinteros franceses asentados en la zona asaltaron las dos iglesias de Iquique, llevándose la platería existente en ellas. Descubierto uno de los ladrones, confesó su delito y entregó la platería a las autoridades locales. Para su juzgamiento, los manilargos fueron remitidos a la ciudad de Arequipa, capital de la provincia. Es aquí, en la página 324 de su libro, que Darwin observa la mala organización política del país, al escribir que “a pesar de ser la capital de esta provincia, Arequipa se encontraba a doscientas leguas de Iquique” (3).
En cuanto al juzgamiento del delito, Darwin escribe que las autoridades arequipeñas consideraron contraproducente enviar a la cárcel a tres trabajadores útiles como los franceses. Como conclusión de tan peculiar razonamiento, procedieron a liberarlos y enviarlos de regreso a Iquique.
Tiempo después, las iglesias fueron nuevamente asaltadas pero en esta oportunidad no se pudo recuperar la platería robada. En retribución por el nuevo sacrilegio, los iquiqueños capturaron a algunos ingleses que vivían en la ciudad, los torturaron y los hubieran fusilado a no ser por la intervención de los autoridades locales (pág. 324).
Callao: puerto asqueroso, pestilente, insalubre y mal construido, habitado por borrachos y gente de apariencia depravada
El 19 de julio de 1835 el Beagle llegó al Callao. Nuevamente y en forma inmediata, Darwin observó que “el estado de los asuntos públicos en el Perú era problemático” (pág. 325). En materia de salubridad, Darwin escribió que tanto nativos como extranjeros sufrían ataques severos de malaria, los mismos que relacionó con el miasma originado por las emanaciones perniciosas provenientes de sustancias en descomposición existentes en el agua empozada en algunos lugares del Callao (pág. 325).
Sin lugar a dudas, encontramos en estos párrafos las palabras más duras de Darwin. Calificó al Callao como un “pequeño puerto marítimo, mal construido y asqueroso… de atmósfera cargada de malos olores; aquel peculiar, que puede percibirse en casi cada pueblo entre los trópicos es aquí muy fuerte” (pág. 328). A los chalacos, como este humilde servidor, nos describió como “un pueblo de borrachos, de apariencia depravada” (pág. 328).
En el contexto de sus apreciaciones sobre el puerto de la capital peruana, es interesante mencionar el implícito sesgo racial demostrado por Darwin cuando se quejó que los habitantes del Callao, al igual que los de Lima, “presentaban cada imaginable posibilidad de mezcla racial entre europeos, negros e indios” (pág. 328).
Lima miserable y sucia
En cuanta a Lima, Darwin escribió sobre ella en los siguientes términos: “Actualmente, Lima se encuentra en un miserable estado de ruina: prácticamente las calles no están pavimentadas; y montones de suciedad se apilan en todas las direcciones, en los que gallinazos negros, sumisos como aves de corral, levantan pedazos de carroña” (pág. 328).
La anarquía del Perú
Dejemos a Charles Darwin describir al Perú político de 1835: “No existe estado en Sudamérica, desde la declaración de la independencia, que haya sufrido más de anarquía que el Perú” (pág. 327). “En el momento de nuestra visita (julio-agosto de 1835) cuatro jefes militares se enfrentaban mutuamente contendiendo por la supremacía en el gobierno (4). Si uno de ellos tenía éxito en convertirse temporalmente en el mandamás, los otros caudillos se unían en contra de él. Tan pronto se imponía la nueva alianza, los integrantes de ella se tornaban hostiles entre sí” (pág. 327).
Darwin narra dos incidentes que permiten entender su crítica descripción. El primero de ellos sugiere cuán por encima de los intereses del país se encontraban las aspiraciones personales de los caudillos políticos: “El otro día, en el Te Deum por el Aniversario de la Independencia, en el momento en que comulgaba el presidente de la república, en vez que cada regimiento presentara la bandera peruana, se levantaron banderas negras con una calavera en el centro. ¡Imaginen un gobierno que pueda ordenar semejante acto, en tal ocasión, como expresión de su determinación de luchar hasta la muerte!” (pág. 327).
El segundo incidente relatado por Darwin reafirma la tendencia anterior y se refiere a la acción del presidente de la república, curándose en salud de posibles golpes de estado, de vender los cañones de bronce del Real Felipe y desmantelar parte de la fortaleza. Darwin añadió que “la razón aludida para el hecho fue que él (el presidente) no contaba con un oficial al que le pudiera confiar tan importante cargo. El propio presidente tenía una buena razón para proceder de esa manera, puesto que él capturó la presidencia luego de alzarse en armas mientras se encontraba a cargo de dicha fortaleza. Luego de dejar Sudamérica, el presidente pagó su castigo de la manera usual, al ser vencido, tomado prisionero y fusilado” (pág. 328).
De las páginas escrita por Darwin sobre Iquique, Callao y Lima en 1835, es posible concluir su total insatisfacción con un sistema político que permitía la continuidad de un estado de cosas calificado como anárquico. Así lo reconoció este viajero inglés, en la página 326 del libro, donde confesó que “no podía decir que le gustó lo poco que vio del Perú”.
¿Podemos reconocer rasgos de la descripción darwiniana del Perú de 1835 en las actuales característica de nuestra nación?
Notas
(1) El presente artículo fue publicado en este blog el 7 de agosto de 2008.
(2) Cuatro décadas después, dicha condición fue aprovechada por las clases dominantes chilenas para apoderarse del antiguo sur grande peruano.
(3) Mil cien kilómetros, aproximadamente.
(4) Se refiere a Salaverry, Orbegoso, Gamarra y Salazar y Baquíjano.