La batalla del cinco de mayo de 1862
Desde otra perspectiva
Este cinco de mayo se cumplen 150 años de la Batalla de Puebla entre el invasor francés y “los mexicanos”. La única batalla ganada a los extranjeros en la historia de México. Más allá de los discursos patrioteros, es necesario revisar y repensar la historia para entender el presente y definir el futuro. De no hacerlo, seguiremos tercamente repitiendo la historia, sin poder salir del “laberinto de la desolación”.
Primero debemos de situar el contexto histórico que llevó a esa batalla. Durante los tres siglos de Colonia, los gachupines (españoles nacidos en España) y los criollos (españoles nacidos en América) mantuvieron una confrontación producto del injusto “Sistema de Castas”, en el que los criollos no podía acceder a la cumbre del poder económico, político, militar, religioso y social. Eran pues, “españoles de segunda”.
En 1810 los criollos Hidalgo y Allende iniciaron un estallido social para mejorar sus condiciones de clase, levantando a los anahuacas en contra de los peninsulares. Hidalgo al grito de “es hora de matar gachupines” incendió el Bajío.
Once años de guerra civil, ahora sumados los mestizos con Morelos, culminará con la primera “concertasección” en la que el criollo Iturbide traiciona a los gachupines que le han dado un ejército para acabar la débil flama de la insurgencia que sobrevivía en las montañas del Sur.
Guerrero e Iturbide con el “abrazo de Acatempan” sellan la expulsión de los gachupines que se dará totalmente hasta 1828.
De esta manera los criollos en 1821 crean “su país para ellos y de ellos”, traicionan a los pueblos anahuacas que habían sido la “carne de cañón” y los habían acompañado los once años de guerra civil esperando mejores condiciones de vida para ellos y el reconocimiento de su civilización.
Sin embargo son EXCLUIDOS del nuevo país y mantendrán, en esencia, las mismas condiciones del periodo colonial.
En 1821 la mayoría de “los mal llamados mexicanos” eran anahuacas que no hablaban español y eran analfabetos. El “pueblo-pueblo” y su milenaria civilización no contaron para nada en la creación del país que pretendía desarrollarse bajo la influencia del modelo europeo o Norteamericano según los criollos.
El problema de ayer —y de hoy— de los criollos, tiene dos grandes vertientes. Su comprobada mediocridad e incapacidad para conducir un país, por una parte, y por la otra, el que desde 1821 se dividieron en dos bandos (conservadores vs. liberales, centralistas vs. federalistas, monárquicos vs. republicanos, masones escoceses vs. yorkinos, panistas vs. priísitas) y se la han pasado luchando por imponer dos modelos diferentes de país.
Ésta lucha permanente ha sido utilizada por potencias y empresas extranjeras para explotar, robar y depredar al pueblo y sus recursos naturales de manera abierta y cínica.
Los criollos que recibieron el Virreinato de la Nueva España como una de las principales fuentes de riqueza de la corona española, tras once años de guerra civil y la expulsión de sus capitales españoles (1828), quedó en total banca rota para iniciar la “construcción de su país”.
Y como siempre lo hicieron con el pie izquierdo y con suma torpeza. Su “democracia bananera” comenzó con un gran boato “El Imperio de Iturbide”, en esencia el sistema colonial se mantuvo y los criollos trataron de armar una lujosa “corte imperial”, pero como la economía estaba destruida por la guerra y la expulsión de los capitales españoles, empezaron a pedir prestado a los bancos europeos para solventar el gasto corriente de sus sueños imperiales.
Santa Anna y la invasión Norteamericana fueron dos grandes males y el país de los criollos para los criollos iba de mal en peor, no solo por las torpezas, sino por la corrupción y las luchas intestinas nacionales y regionales por el poder que no tenían fin. Dos modelos y tres realidades.
El modelo conservador-francés de un puñado de criollos, el modelo liberal-Norteamericano de otro puñado de criollos en el “México imaginario”. Y el modelo anahuaca de la mayoría del pueblo. Aunque era el mayoritario, estaba totalmente excluido y no tenía ni voz ni voto. El México profundo y el México imaginario de Bonfil batalla.
El enfrentamiento entre los criollos los llevó a la llamada Guerra de Reforma y cuando se vieron derrotados los conservadores, no dudaron en ir a pedir a Francia la intervención en contra de “su país”.
Napoleón III tenía la pérfida idea de recuperar las colonias “iberoamericanas” perdidas por la debilidad española, por lo que “se inventó” el mito que las ex colonias eran ¡!!LATINOAMERICANAS!!!, por lo cual los franceses tenían derecho histórico sobre ellas.
En medio de estos 41 años de desastres, luchas políticas, batallas fratricidas, economía hecha pedazos, los agiotistas internacionales y sus bancos, seguían aumentando las deudas y los intereses del desordenado país y de sus irresponsables dirigentes.
A tal punto que los gobiernos de Inglaterra, España y Francia formaron una alianza llamada la Convención de Londres para exigir al gobierno de Juárez el pago de la deuda a sus banqueros.
Inglaterra y España aceptaron la “sacrificada” propuesta de Juárez, pero Francia encontró la justificación para iniciar, no solo la invasión a México, sino la supuesta recuperación de las colonias iberoamericanas a favor de Francia.
Es esta la razón de la presencia de las tropas francesas en Puebla en 1862. Lo que no dice la “Historia Oficial” es que en ese momento en México se seguía combatiendo entre conservadores y liberales, el país seguía en una lucha fratricida como cuando nos invadieron los Estados Unidos en 1847.
En efecto, el general conservador Márquez con dos mil hombres de caballería luchó a favor de los franceses el cuatro de mayo en contra de los hombres de Zaragoza y las familias acomodadas de Puebla preparaban con gran entusiasmo la recepción de los franceses después de que derrotaran a los liberarles en los Fuertes de Loreto y Guadalupe.
Lo que escamotea la “Historia Oficial” es la decisiva participación de los anahuacas zacapoaxtlas, quienes sorprendieron a la tropa de elite francesa conocida como “los zuavos”, a quienes derrotaron en la lucha cuerpo a cuerpo. El desplome de los zuavos inclinó la balanza en contra del invasor europeo.
El punto es que la lucha entre los criollos y la exclusión del pueblo y la cultura anahuaca del modelo de país, no solo fue la causa de la invasión francesa, sino sigue siendo la causa del deterioro nacional.
Las luchas, traiciones y entregas que se han dado desde 1821 hasta nuestros días, han hecho que este país (su país) esté tocando fondo.
Las riquezas naturales y la riqueza humana (producto de ser una de las seis civilizaciones más antiguas con origen autónomo del mundo), en la salvaje y despiadada depredación del país, ha producido y sigue produciendo mucha riqueza mal habida, de propio y extraños.
La incapacidad de los criollos, sus luchas, traiciones y su permanente falta de amor y compromiso por el pueblo del Anáhuac a ideo de mal en peor en estos 191 años “de vida independiente”.
Han perdido más de la mitad del territorio, perdieron la soberanía política, económica, alimentaria, de los recursos naturales. Sus torpezas y miopías han hecho que más de un 10% de la población éste de “ilegal” con los vecinos del Norte.
Por su torpeza y corrupción perdieron la estabilidad social y entregaron al pueblo y las instituciones al crimen organizado. Se perdió el Mercado interno.
Se perdió el campo, la mediana y pequeña empresa, se ha destruido el sistema educativo desde el jardín de niños hasta la universidad.
La traición de los conservadores de mitad del Siglo XIX, sigue siendo idéntica en pleno Siglo XXI. Se entrega los energéticos, se destruye y debilita a las empresas nacionales, el subsuelo se les regala a las toxicas compañías mineras, a los trabajadores se les mantiene con sueldos de hambre y se les reducen las prestaciones.
Los gobiernos trabajan para las empresas trasnacionales en contra de los derechos de los ciudadanos del país.
Se siguen pelando los criollos conservadores contra los criollos liberales, cobijados por un corrupto sistema político y un injusto sistema económico que favorece a un puñado de ricos, a los monopolios, a las empresas trasnacionales, a las instituciones supra nacionales.
Los criollos, panistas o priístas hacen alianzas con los peores enemigos del pueblo y la nación, con tal de favorecer sus míseros intereses económicos y políticos.
Y todo esto es posible y se repite una y otra vez, porque el pueblo anahuaca está enajenado, ha perdido su memoria histórica.
Se le ha educado a menospreciarse, a desconocerse, a rechazarse, a denigrarse. La gran mayoría del pueblo, especialmente los mestizos desculturizados, no tienen identidad primigenia, han perdido los valores ancestrales, viven atrapados en una modernidad que nunca llega y en dónde son rechazados y menospreciados.
El colonizador de ayer y de hoy, desprecia y excluye al colonizado, por ello, el pueblo se ha convertido en un “colonizador-colonizado”, tratando de abusar del débil y aguantándose cundo lo abusa otro más fuerte. Ha perdido la noción de la Justicia, la Honradez y la del Respeto.
Lo que no dice la “Historia Oficial” es que los franceses regresaron y tomaron Puebla, la Capital y gran parte del país. Y sí se tuvieron que ir, fue por la Guerra Franco-Prusiana, pero la invasión continua cotidianamente.
Los criollos en el poder —panistas o priístas—, entregan al pueblo y sus recursos naturales al mejor postor por unas migajas.
La traición al pueblo y a la patria ha sido permanente por los que nos han gobernado en estos 191 años, independientemente del color de su partido o de su ideología extranjerizante.
Los criollos ante el juicio de la Historia, jamás han amado al pueblo, jamás se han comprometido con él, jamás les ha interesado conocer y valorar su milenaria historia y civilización.
Desde Hernán Cortés hasta Felipe Calderón, con algunas valiosas excepciones, casi todas las autoridades “de este país”, han gobernado de espaldas de los intereses y valores del pueblo y su cultura ancestral.
Fuente: http://tolteca-guillermomarin.blogspot.mx/2012_05_01_archive.html