Los diarios de la ocupación
El capítulo sobre los diarios de la ocupación chilena entre 1881 y 1883 mereció el excelente texto informativo que Zanutelli Rosas escribió años atrás. Hay épocas sobre las que la historiografía oficial y plástica ha pretendido tender una cubierta misteriosa y disimuladora de apellidos "notables". Téngase en cuenta cómo el ex dictador Piérola se paseaba en una capital ocupada (la que él mismo regaló) y el relato de las tropelías constituyen hitos para no olvidarse jamás. (hmr)
El capítulo sobre los diarios de la ocupación chilena entre 1881 y 1883 mereció el excelente texto informativo que Zanutelli Rosas escribió años atrás. Hay épocas sobre las que la historiografía oficial y plástica ha pretendido tender una cubierta misteriosa y disimuladora de apellidos "notables". Téngase en cuenta cómo el ex dictador Piérola se paseaba en una capital ocupada (la que él mismo regaló) y el relato de las tropelías constituyen hitos para no olvidarse jamás. (hmr)
Los diarios de la ocupación por Manuel Zanutelli Rosas pp. 234-249, La Resistencia de La Breña, Tomo II, 1982
Los diarios de ese período de la historia republicana —los años trágicos de la ocupación— constituyen, por los informes que aportan, una fuente de consulta de significativo valor. Escritos por chilenos, para los chilenos y contra los peruanos, nada de lo que mostremos de esas páginas podrá pues conceptuarse como una exageración nuestra. Lo que allí aparece, lo que allí se dice fue única y exclusivamente responsabilidad de ellos, de general a soldado raso. Era la hora del triunfo y no vacilaron en gloriarse de los atropellos que cometían. Fusilaban en las plazuelas a modestos ciudadanos a quienes se había juzgado con jueces chilenos, sin darles oportunidad de defenderse; humillaban a los pobladores, a muchos de los cuales azotaban; imponían cupos; asaltaban los establecimientos públicos; en suma, cometían toda clase de abusos en la ciudad.
Los voceros periodísticos que hemos consultado son La Actualidad, El Orden, La Situación, La Bolsa, El Tiempo y el Diario Oficial que vieron la luz en Lima, y El Comercio que se imprimió en el Callao. Muy pocas colecciones han quedado, tan pocas que son ahora una rareza hemerografica que ojalá se sepa preservar.
Veamos lo que contienen:
La Actualidad
Se publica diariamente, dirigido por Luis E. Castro. Lo editaban en la imprenta que había pertenecido a El Peruano, situada en la calle La Rifa no 58. Se vendía al precio de un sol, tenía 62.5 cm, por 42 cm, con cuatro páginas trabajadas a seis columnas.
El primer número de La Actualidad salió el jueves 20 de enero de 1881, es decir tres días después de la ocupación; se imprimió hasta el 26 de mayo del mismo año. Como era costumbre en aquel tiempo, no circulaba ni en domingos ni en feriados. Desde el No 83, correspondiente al 28 de abril, tuvo como cabeza rectora a Salvador A. Castro.
Es importante su lectura porque nos proporciona noticias, no sólo de carácter nacional sino también de Chile, especialmente de las sesiones que se llevaban a cabo en el Congreso.
En su editorial del 21 de enero decía, refiriéndose a la política interna de nuestro país:
¿Se encuentra o no se encuentra el Perú en el caso de fundar en Lima, con arreglo a la última pauta constitucional vigente, un gobierno bastante fuerte para mantener el orden en todo el país contra la facción y contra el crimen, para inspirar la confianza perdida a la propiedad y al comercio y para celebrar con Chile los arreglos que han de poner término a la larga y desastrosa guerra pendiente?
Chile buscaba, como vemos, un presidente sumiso, un candidato a gobernante que se aviniese a sus caprichos y ambiciones; creería encontrarlo después en el doctor Francisco García Calderón, pero al comprobar que no estaba dispuesto a entregar ni un metro de tierra peruana terminaría por embarcarlo rumbo al Sur en condición de cautivo. Pero no nos apartemos del propósito de estas notas, que es el de presentar ante el lector el contenido de los voceros del tiempo de la ocupación.
En la edición del 9 de febrero se inserta el decreto de ley marcial mediante el cual Manuel Baquedano agolletó a los pueblos de Lima y Callao. Se obliga a ambas ciudades a dar dinero a especies para alimentar al ejército de ocupación. Días más tarde, por bando, se dispone que se admitan los billetes fiscales de Chile en pago de las contribuciones establecidas o que en adelante se establecieren.
Algo que inquietaba a los chilenos era lo que pasaba en Arequipa, y en este sentido, en las columnas del interior se insertaban las que correspondían a dicha capital provinciana. También Nicolás de Piérola era motivo de preocupación para ellos. El 10 de marzo se glosan crónicas del Boletín de Junín en torno de este personaje: de las actividades que lleva a cabo, de los nombramientos que hace.
No deja de tener especial interés lo que dice La Actualidad el 11 de marzo. Vale la pena transcribir la gacetilla en su integridad:
Nuevamente el decreto. Ha corrido la mitad del plazo fijado a los capitalistas para hacer efectivo el pago de la contribución de un millón de pesos impuesta para la manutención del ejército de ocupación, y nadie todavía se ha acercado a la oficina sino para manifestar al señor Alvarado, jefe de ella, la absoluta imposibilidad en que se encuentran para poder cumplir con el decreto que les ordena pagarla. Fuera de esto, los empeños con el general, los ministros y aun con los particulares que están cerca de ellos, llueven por todas partes en todo sentido y en todas formas. Inútil es que una negativa cortés, prudente pero inflexible, les haga comprender que el plazo es fatal y que la resolución de llevar adelante la contribución con toda la dolorosa resistencia que su ingrata sanción impone, está ya irrevocablemente encerrada en los límites de una ocupación que precisamente cumplirá dos largos meses el mismo día que debe verificarse.
Imagínemenos a un grupo bastante numeroso de personas haciendo antesala ante Cornelio Saavedra —que había reemplazado a Baquedano— para hablar con él, para solicitarle que deje de imponer sanción económica; imaginémoslos pidiendo, implorando no pagar; y veamos al jefe chileno, sentado tras su escritorio, riéndose últimamente o haciendo uso de las palabras más duras, para evitar que la escena de los pedigüeños vuelva a repetirse. ¿No es grotesco todo esto? Pero así sucedió y fue por tal razón que la obstinada y pertinaz lucha de Cáceres en los Andes no fue bien vista por los pudientes de Lima, porque mientras más se prolongase la permanencia de los chilenos en la capital, más dinero tendrían ellos que sacar de sus arcas para satisfacer las obligaciones que el vencedor imponga.
También se recogen en La Actualidad informes sobre las actividades de los patriotas en la sierra, a quienes se calificaba duramente. Leamos la nota:
Los montoneros de San Jerónimo. La batida dada contra estos bandoleros por las tropas que comanda Alcérreca ha concluido, y el escarmiento habrá de ser severo. Anoche fue tomado este pueblo, forzando el paso del puente, defendido por los montoneros con toda resistencia. Probablemente a esta hora San Jerónimo habrá sido arrasado. El castigo debe ser tremendo para poner a raya los desmanes de estas partidas de forajidos que tenían en completa alarma a los pacíficos moradores de sus fundos (12 de abril de 1881).
Sobre la expedición a Jauja que comandó Letelier, se trata en la edición del 25 de abril y en torno del encuentro de Pachachaca en la del 12 de mayo del mismo año.
La Actualidad fue clausurada por orden de Patricio Lynch (jefe de la ocupación desde el 17 de marzo del 81), al decir del doctor Jorge Basadre, porque en su imprenta se estaba trabajando un folleto contra Manuel Baquedano, con motivo de la actuación de éste en la campaña del ejército chileno.
El Orden
Costaba veinte centavos, era trabajado en la imprenta del Teatro por Pedro Romero, salía de lunes a sábado en dos páginas de 61.5 por 42 cm., en seis columnas y, como todos los voceros de la ocupación, su contenido principal estaba conformado por decretos, bandos, leyes y algunas noticias de carácter general. Su primer número corresponde al 26 de febrero de 1881 y el último al miércoles 5 de octubre del mismo año.
En el segundo tomo de las Bases Documentales de Jorge Basadre, pág. 548, se expone: Sus principales redactores fueron los presbíteros Manuel González de la Rosa y Germán Fuente Chávez. Este último había sido fervoroso pierolista. Parece que en dicho periódico escribió también Carlos Augusto Salaverry.
El Orden era órgano oficioso del gobernante provisorio Francisco García Calderón.
De Germán de la Fuente Chávez es necesario manifestar que en el No 5 del 5-3-1881, ofreció el contingente de sus artículos. En esa misma fecha, en una carta dirigida a la redacción con el título de Necesidad de la paz, señala:
Toda resistencia hoy la considero como un imposible y como un nuevo sacrificio completamente estéril. El Perú, todo lo ofreció en San Juan y Miraflores, y si en estos campamentos la fortuna nos negó sus mercedes, con los pequeños restos que nos han quedado, apenas podríamos desangrar más a este país.
El tiempo no pasó en vano, sin embargo, porque el 25 de julio de ese año de 1881, el presbítero Fuente Chávez da a conocer, mediante una nota, que el obispo Manuel Antonio Bandini, visitador del arzobispado, le ha cancelado sus licencias sacerdotales -o lo que es lo mismo estoy suspenso de ejercer las funciones de mi ministerio- por haber escrito en El Orden. Sanción tan ejemplar, nos releva de cualquier comentario.
La información referente al gobernante de La Magdalena es abundante. El 11 de marzo aparece esta gacetilla:
Desde las once del día sábado 12 del corriente, el ferrocarril conducirá al pueblo de La Magdalena a todos los que deseen asistir a la instalación del gobierno. S. E. el Presidente, acompañado del Consejo de Ministros y del cuerpo de empleados, se constituirá a la una del día en la plaza de La Magdalena y prestará el juramento ante la concurrencia, y declarará al Gobierno instalado, previo juramento de los ministros.
Al día siguiente se incluye el discurso que pronunció el gobernante en la ceremonia; entre otras cosas dijo:
Siguiendo las prácticas constitucionales, como elegido por los pueblos de Lima y Callao, Presidente Provisorio de la República, vengo gustoso a cumplir este primer deber, aunque estoy persuadido de que para los hombres honrados y patriotas, que aceptan por abnegación este puesto, bastaría la simple resolución públicamente expresada de sacrificarse por la patria. En consecuencia: Yo, Francisco García Calderón, juro por Dios y estos Santos Evangelios, que desempeñaré fielmente el cargo de Presidente que me ha confiado la República, que protegeré la religión del Estado, conservaré la independencia y unidad de la Nación, guardaré y haré guardar su constitución y leyes.
En cuanto a Piérola, hay igualmente abundantes noticias. Todas son desfavorables para el ex-dictador. El 15 de marzo se informa:
El sistema de hostilidades desplegado por el señor Piérola contra esta capital, fundándose en la ocupación enemiga, es algo que choca al sentido común y al patriotismo. Después de no haber sabido impedir al invasor la entrada a Lima, ha recurrido a ciertos medios de hostilidad que, si no tuvieran mucho de ridículo, serían harto graves, pues que sin dañar a los adversarios privan de elementos de subsistencia a los mismos vecinos de la capital. La prohibición de introducir ganado, que conocemos desde hace algunos días, y la nueva orden de que no se transporten del interior papas y otros artículos a esta capital ¿son por ventura hostilidades contra los invasores o contra los invadidos? Sepa, pues, el pueblo de Lima, que si los artículos de primera necesidad escasean y tienen hoy un precio a que pocos pueden alcanzar, se debe eso en gran parte al ex-Dictador. . .
Preocupación constante de los redactores de este diario era la opinión que se tenía, en torno del gobierno de García Calderón, en otros lugares de la república. De Arequipa se argumenta (edición del 19 de marzo) que la impresión había sido muy favorable.. . entre personas respetables.
Sobre los cupos hay noticias en el periódico correspondiente al 21 de marzo, lo mismo que de los prisioneros peruanos en la isla de San Lorenzo en la del día 26 del mes en referencia. Es importante también (28-3-81) tener presente que García Calderón declara vigente, mediante un decreto, la ley del presupuesto del 12 de febrero de 1879. No deja de tener interés la extensa lista (16-4-81) de personas que con su firma avalaron al gobernante; son dos páginas de seis columnas cada una, pero lo insólito es que tales personas, según decreto de Pedro Alejandrino del Solar, desde Arequipa habían sido declaradas traidoras a la patria y, por lo tanto, las autoridades de la república estaban en la obligación de capturarlas para someterlas a un consejo de guerra verbal y ser condenadas a muerte.
¡Así estaba el Perú en 1881! Nadie escuchaba a nadie y todos se acusaban mutuamente, como si no hubiese un enemigo común a quien batir.
Otra faz de Lima es la de las viudas y los huérfanos de la guerra. Era tanta la pobreza que imperaba que un grupo de damas limeñas tuvo la feliz idea de constituir la Sociedad Patriótica Santa Rosa, con el propósito de reunir dinero y repartirlo entre los necesitados. La lista de las familias agraciadas se publica el 18 de julio.
Volvamos, nuevamente, a García Calderón. Su vocero publica (25 de junio) un decreto sobre la organización de la Guardia Urbana; pero dos días más tarde se aclara que el decreto supremo sobre su creación, no se ha expedido para que tenga inmediato cumplimiento, puesto que está ocupada la capital por fuerzas chilenas. De lo que se desprende que García Calderón legislaba para el futuro. Pareciera entonces que estaba fuera de la realidad. Al mes siguiente (10 de julio) aparece toda una página sobre la instalación del Congreso Extraordinario de Chorrillos y el mensaje del mandatario.
Es, a grandes rasgos, el contenido de este trisemanario.
La Situación
Decía, ser político, literario, mercantil y noticioso. Costaba un sol, tenía cuatro páginas de cinco columnas cada una y su formato, común en aquellos años, era de 62.5 por 42 cm. Se imprimía en la calle de La Rifa no 58.
Su primer número es del 4 de junio de 1881 y el último corresponde al 302 del martes 30 de mayo de ese año.
Dijo en su primera entrega:
Diario nacido en tierra extranjera, lejos de la patria de los que le dan la vida, tiene, necesariamente, la nacionalidad de su bandera. La Situación nace bajo el estandarte de Chile y centinela destacado de avanzada de su prensa en el Perú, su pensamiento y su palabra procurará que sean el pensamiento y la palabra de los suyos, templados en la cortesía que se deben los vecinos que comparten, -por necesidades superiores a las contemplaciones del sentimentalismo, de una misma vivienda, y en tas consideraciones que merecen, cuando saben merecerlas, los caídos en un golpe de la fortuna . . . La Situación conoce la responsabilidad que ha aceptado. Sabe que entra a la pieza de un enfermo -algunos dicen que de un moribundo- que no tiene bien demostradas las ansias naturales de la vida. Sabe además que extrañas circunstancias, tal vez no vistas ni aglomeradas antes de ahora, han hecho del vencedor un guardián y un enfermero a la cabecera del vencido. La Situación espera la mejoría del uno, y para el otro, la justa compensación de sus sacrificios, de aquellos que pueden tener un equivalente material ¡Qué tantos otros ha hecho que no se pagarán jamás por no tener humana compensación para el cariño que no olvidó!
Su agresividad contra el Perú es pues notoria. El 14 de junio dice, en la página 4:
Tomando bajo nuestra administración todos los ramos rústicos de los territorios ocupados, tendremos no sólo cubiertos los gastos de la ocupación sino también un sobrante aplicable a la indemnización de guerra. Nuestra situación financiera, en general, ha de mejorarse notablemente, tan luego como el país tenga conocimiento de que el suelo enemigo costea superabundantemente los gastos de la ocupación y que hoy no hay necesidad de echar mano de nuevas emisiones de papel.
Es una prueba más de lo que significaba para ellos, los chilenos, el permanecer en el Perú.
En sus páginas se publicaban también decretos, se daba una relación pormenorizada de los actos oficiales que realizaban las autoridades, se proporcionaba noticias del interior y también del extranjero, así corno existían columnas tituladas Crónica local y Miscelánea, ambas muy surtidas de datos, como el siguiente, aparecido en la edición del 17 de junio:
La ocupación de Cañete. Desde las primeras horas de la mañana de ayer quedan bajo el amparo de autoridades chilenas y formando parte de la congregación de ciudades rescatadas al vandalaje y devueltas a la paz y al trabajo, las poblaciones principales del rico valle de Cañete.. .
Paz y trabajo era, para el ejército de ocupación, someter, como es de conocimiento general, a sangre y fuego a las poblaciones y obligar a los vecinos a entregarles víveres, dinero, joyas y todo lo que ellos quisiesen. Mataban por el gusto de matar, pero en su concepto estaban pacificando.
Léase este boletín del 20 de junio, relacionado con el poblado cañetano de Pueblo Viejo:
El capitán Parra hizo fusilar a trece montoneros que fueron tomados con las armas en la mano. Al día siguiente se juntó a la avanzada de caballería el comandante Baeza con el resto de la tropa, y ocuparon el pueblo, después de un regular combate, según se nos cuenta, en el que la matanza de cholos y de negros no fue poca.
Lo que tiene una especial importancia también es el informe del movimiento de tropas peruanas que salen de Lima ¡para combatir contra Cáceres! El 27 de junio aparecieron estas reveladoras líneas periodísticas: Expedición al interior. El sábado se embarcaron en Monserrate trescientos peruanos armados con destino a Chicla. Van al mando del general La Cotera.
A través de sus páginas penetra el lector al interior del país, a los Andes, donde soldados y milicianos se enfrentaban al invasor. Sobre el combate de Cuevas se informa el 30 de junio: Varios (soldados chilenos) tienen dos y tres balazos y a uno habrá que amputarle una pierna. Otro soldado a más de los balazos que tiene en el cuerpo, viene con una oreja menos, que le arrancó un cholo con un cuchillo...
Estamos en el mes de julio del 1881. Lynch es el jefe omnipotente del ejército y manda y exige y ataca en la prensa al vencido. El día 9 del citado mes expresa La Situación estos conceptos:
¿Quién sabe hasta ahora qué es lo que quiere el Perú para poderse reconstituir? Sólo sabemos que el Perú no existe. Es un cadáver cuyos funerales celebra Piérola en medio de las dementes orgías de la tiranía, complaciéndose solemnemente a los oficiales del ejército, que forman parte de un poder político que no es el del ex-dictador. .. El territorio ocupado por nuestras armas cada día se hace más productivo, bajo una discreta y estricta administración. Las aduanas continúan gradualmente aumentando sus entradas.
En la edición del 23 de julio aparecen los nombres de Francisco Baizán y de Otárola; fueron apresados para que pagasen por la vida de un chileno sido encontrado muerto cerca a la plazuela de la Salud. El 25, con el título de El fallo de la Justicia, se publica la sentencia del Tribunal.
Deben ser fusilados, no obstante que son inocentes, que no tienen culpa alguna de nada, pero como a alguien había que poner ante el paredón para amedrentar al vecindario, ellos -Baizán y Otárola- son pasados por las armas.
El 26, con el título de La ley de la necesidad, editorializa el periódico con el propósito de justificar un crimen. Así actuaban los chilenos.
En las provincias del interior hubo algunos peruanos que no tuvieron escrúpulos en colaborar con el enemigo. En Pasco, por ejemplo, por lo que el prefecto Manuel Tafur llegado el momento impuso una multa de 250 mil soles que debía pagar un numeroso grupo de notables, cuyos nombres aparecen en La Situación 8 de agosto de ese año de 1881. Por supuesto que Tafur, en el concepto de los chilenos, era una autoridad abusiva.
Una prueba de que Chile siempre tuvo el deseo de quedarse con provincias sur son estas palabras, publicadas e! 15 de agosto con el título de Cortemos el nudo gordiano:
Durante siete largos meses se ha estado rehuyendo las ocasiones de llegar a un desenlace completamente definido de la guerra actual. Los optimistas creen en el Perú, que las pretensiones de Chile llegarán a modificarse hasta exigir como indemnización de guerra, no la anexión de una zona territorial, sino solamente el usufructo por cierto número de años, sin agregarlos a la soberanía del Perú. Los pesimistas creen que el propósito de Chile es fomentar la anarquía, para debilitar cada día más el país y llegar insensiblemente a la conquista de todo un territorio. Así piensan los pierolistas, por lo menos, así lo manifiestan las circulares y proclamas de sus cabecillas.
Sobre el concepto que se tenía del gobierno de García Calderón son importantes las palabras de Máximo R. Lira en el Congreso de Chile, publicadas en La Situación del 22 de agosto:
Es un estorbo que más nos perjudica que nos favorece, esto sin dar forma y realidad a esos rumores, según los cuales García Calderón no está dispuesto a concedernos lo que nosotros exigiremos para hacer la paz. Y se agrega: La política del gobierno es la más cuerda; la ocupación prolongada hasta reducir al Perú al estado de decadencia más insalvable...
La Bolsa
Decía ser una publicación científica, literaria, religiosa, mercantil. Era trisemanal, pues se voceaba en las calles limeñas los martes, jueves y sábados; aunque después, desde el 1° de enero de 1882, saldría todos los días, excepto los feriados.
Impresa en el taller tipográfico de J. Francisco Solís, de la plazuela de Santo Tomás no 255, tenía dos páginas y cada una de estas seis columnas. El número costaba 40 centavos, pero era posible suscribirse por un mes, por un trimestre o, si se deseaba, por un año. No creemos que nadie arriesgase su dinero en tales suscripciones, teniéndose en cuenta la crisis por la que se atravesaba. El tamaño de La Bolsa era de 62 cm. por 40.5.
El primer número data del martes 20 de setiembre de 1881 y el último del lunes 1 o de mayo de 1882.
Su información fue variada: notas sobre agricultura, transcripción de artículos de carácter científico, recetas útiles para las amas de casa en una sección doméstica y otra destinada a la cotización monetaria. Lo que era infaltable en los diarios de entonces: capítulos de novelas tipo folletín y, en cuanto a noticias del acontecer diario, la Crónica local, a través de la cual se conoce lo que pasaba en la ciudad. Representaciones teatrales, nombres de los colegios y cursos que se enseñaban, relación de matrimonios, llegada de vapores al Callao, alquileres de casas, alumbrado público de las plazuelas y barrios, carruajes, ofertas de artículos; todo eso aparece en las ediciones de La Bolsa con su enorme calor de época.
Esas líneas de aparente rutina se confunden a veces con noticias que en su momento debieron haber sido de gran impacto; por ejemplo, la del 21 de marzo de 1882 sobre una emisión fraudulenta de billetes de 500 soles, o las que comentaban el viaje de Piérola al exterior. Traslademos literalmente lo que se dijo:
Partida de D. Nicolás de Piérola.— Ayer partió de esta capital hacia el Callao para dirigirse a Europa, con toda su familia, el Sr. D. Nicolás de Piérola, que ayer no más fue Dictador del Perú. En un tren extraordinario de la línea de La Oroya, debía partir a las diez de la mañana. Sus numerosos amigos políticos y personales lo acompañaron. Una gran multitud de éstos lo esperaba en la estación para darle el adiós de despedida, y un inmenso número de gente del pueblo, lo recibió con señaladas muestras de ese afecto que ha sabido conquistarse con su amable y popular trato. El tren que debía conducirlo, estaba a su llegada a la estación, completamente invadido por los que debían acompañarlo hasta el vecino puerto. Muchas escenas tiernas tuvieron lugar en el momento de la despedida: hombres y mujeres del pueblo se abalanzaron a abrazarlo, dirigiéndole al propio tiempo frases que el sincero patriotismo les dictaba, D. Nicolás recibía todas estas demostraciones, con esa sonrisa de benevolencia que le es característica, sin poder disimular en ciertos momentos la honda emoción que le causaban. Ayer ha podido convencerse por sí mismo, de que hay un pueblo numeroso y compacto que lo estima y que llora su partida, con lágrimas de verdadero dolor. D. Nicolás iba acompañado de su digna esposa y tiernos hijos. Hacemos fervientes votos porque sea feliz su viaje y más feliz aún su nuevo arribo a las playas que le vieron nacer.
El comentario precedente corresponde a la edición del 24 de marzo de 1882. Tres días más tarde, es decir el 27, se agregaba:
El viaje del señor Piérola. Al hablar en nuestro último número de las manifestaciones de amistad y gratitud de que fue objeto el señor Piérola al ausentarse de esta capital, omitimos decir que, en la estación de Desamparados, le arrojaron númerosas y exquisitas flores, varías señoras que de antemano habían acudido a ese sitio para esperar al ilustre viajero.
Debe agregarse que según el corresponsal de La Bolsa en el Callao, habían arribado con Piérola, desde Lima, cinco coches de primera clase, todos llenos de gente.
Todo esto sucedía mientras otros peruanos combatían en los Andes al enemigo de la patria. Debemos suponer que Piérola salió del país con permiso de Patricio Lynch, de otra manera no se explica que pudiese embarcarse como en un día de paz, rodeado de amigos y de partidarios, con toda su familia y en medio de una algarabía que desentonaba con las horas de angustia y de terror que se vivían.
El Tiempo
Reemplazó a La Bolsa y por tal razón se editó en la misma imprenta, con el mismo regente y hasta conservó igual formato, con dos páginas. No varió siquiera en el precio, que fue de 40 centavos el ejemplar. Circuló tres veces por semana.
El primer número, es decir el No 141 porque el último de La Bolsa fue el No 140, está fechado el martes 2 de mayo de 1882. Estaba destinado a vivir poco, pues cuando apenas se había avanzado hasta el No 159 del miércoles 24 del citado mes, no volvió a salir.
¿Cuál era su material de trabajo, o en otras palabras, qué material de lectura se brindaba al público? En la sección Crónica local se informaba sobre lo que sucedía en la ciudad, se explotaba el acontecer cotidiano; había igualmente una columna dedicada al movimiento de vapores, con entrada y salida de éstos, referencia a la carga que traían y a quién estaba consignada; en otra aparecían noticias del Callao, entre avisos de medicamentos, de galletas y de casas. Capítulos de novelas constituían también una manera de atraer lectores.
Sus escasos números no permiten decir más.
Diario Oficial
Se publicó desde el 31 de mayo de 1882 hasta el número 428 del sábado 20 de octubre de 1883. Con excepción de los domingos, se editaba todos los demás días en formato de 68 cm. por 50.5 cm., en cuatro páginas de siete columnas cada una, en la calle La Rifa no 58.
A través del Diario Oficial se puede seguir, paso a paso, ese importantísimo período de la ocupación de los años 82 y 83 que fue decisivo para la firma del tratado de paz con Chile. Figuran decretos sobre contribuciones de guerra impuestas a los ciudadanos, con relación minuciosa de nombres y apellidos, en las ediciones del 1° de setiembre, 21 de octubre y 18 de noviembre de 1882, y en la del 4 de enero del año siguiente. Se comenta la prisión del diplomático José Antonio de Lavalle (26-9-82) y también su embarque a bordo del Chile con otros peruanos, rumbo al cautiverio, como Carlos Ferreyros, ex-comandante de la cañonera Pilcomayo; Andrés Avelino Aramburú, ex-director de La Opinión Nacional y otros (20 y 21 de octubre del 82).
La exposición del general Iglesias sobre la paz con el enemigo, desde Cajamarca, se lee en la entrega del 4-10-82. Es bastante extensa, fechada el 31 de agosto de ese año en la hacienda Montán, encaminada a justificar su propósito de suscribir el término de la contienda. En igual fecha se da a conocer el decreto firmado en Cajamarca el 16 de setiembre, mediante el cual se convoca a una asamblea de representantes por los departamentos de Piura, Cajamarca, Amazonas, Loreto, Lámbayeque, La Libertad y Ancash.
Es de enorme interés el decreto del 9 de noviembre del 82 que declara traidor al general Miguel Iglesias: su autor, el contralmirante Lizardo Montero, se encontraba en Arequipa. El documento fue publicado en la edición correspondiente al 29 del mes en referencia.
El Perú estaba en crisis, reinaba una espantosa desunión y todos se sentían presidenciables. Cada pueblo, cada ciudad, cada región tenía sus caudillos y todo esto favorecía, sin lugar a dudas, al enemigo. Por ejemplo los notables de Piura suscriben un acta de apoyo al general Iglesias (ed. 9-12-82). Huamachuco se adhiere a la proclamación de la paz, lo mismo Ica y Pasco (ed. 4-6-83). La Asamblea del Norte redacta un manifiesto dirigido a todos los ciudadanos para señalar los motivos que la inducen a dar un paso de iniciativa para la regeneración del país. Y mientras tanto, en la sierra central, comandado por el general Andrés A. Cáceres, un reducido número de patriotas combate con denuedo. En la batalla de Huamachuco todos los esfuerzos y todas las esperanzas del Ejército de la Resistencia se desbaratan en la batalla del 10 de julio de 1883, cuyo parte, rubricado por el coronel chileno Alejandro Gorostiaga -el mismo que hizo fusilar a Leoncio Prado y a Juan Antonio Florencio Portugal-, se encuentra en la sección Boletín del día del 18-7-83.
Después de Huamachuco creció la soberbia de Patricio Lynch. Todo jefe u oficial que hubiese pertenecido al ejército de Cáceres tenía la obligación de presentarse en el Cuartel General en el plazo de cinco días; de no hacerlo serían castigados como espías, según se lee en el decreto que para el efecto se publicó en el periódico que glosamos (23-7-83) y que se hizo anunciar con bandos en las esquinas principales de Lima.
En la capital se trabaja por Iglesias y reconocen su autoridad (ed. 13-8-83). Un acta circula de mano en mano entre los más destacados elementos, ansiosos de verlo entrar con sus tropas e instalarse en la casa de gobierno. El caudillo cajamarquino se despide de sus coterráneos (edición 4-8-83) antes de emprender el viaje a Lima, lo recepcionan en Trujillo el 2 de setiembre y arriba a Ancón el 17 del mes siguiente. Lynch le hace llegar un telegrama de felicitación dos días más tarde.
El Comercio
Finalmente llegamos a El Comercio, diario de la mañana que se publicó en el Callao, en la calle de la Independencia números 36 y 38, dirigido por Luis E. Castro que antes había tenido a su cargo La Actualidad. Contaba con cuatro grandes páginas, en su mayor parte llenas de avisos de la Compañía de Navegación por vapor en el Pacífico, del Ferrocarril Inglés, de Broggi Hermanos y de otros muchos que ponen de manifiesto el apoyo que se prestó a El Comercio para subsistir.
Su contenido era variado: nota editorial, noticias de provincias y del exterior, despachos de aduana, correspondencia de Lima, movimiento bursátil, crónica sobre el acontecer local y gacetillas diversas.
El museo naval del Callao conserva un tomo que empieza en el No 9 del lunes 12 de diciembre de 1881 y termina el 21 de marzo de 1882. Algo se puede rastrear de la época, en lo que se refiere, por ejemplo, a los enfrentamientos en la sierra entre las tropas de Cáceres y las fuerzas chilenas.
Expedición Gana en Chosica, dispersión de la montonera, prisioneros y ocupación de Matucana se titula un informe inserto el 7-1-82. Sobre una presunta fuga del jefe de la resistencia, entre Chosica y Matucana, se ocupa la edición del 9 de enero; dos días más tarde se dan detalles de las marchas del ejército de la ocupación en una correspondencia llegada desde el mismo campamento de Canta. Lo demás lo constituyen notas que escapan al propósito de este informe.
Los diarios de ese período de la historia republicana —los años trágicos de la ocupación— constituyen, por los informes que aportan, una fuente de consulta de significativo valor. Escritos por chilenos, para los chilenos y contra los peruanos, nada de lo que mostremos de esas páginas podrá pues conceptuarse como una exageración nuestra. Lo que allí aparece, lo que allí se dice fue única y exclusivamente responsabilidad de ellos, de general a soldado raso. Era la hora del triunfo y no vacilaron en gloriarse de los atropellos que cometían. Fusilaban en las plazuelas a modestos ciudadanos a quienes se había juzgado con jueces chilenos, sin darles oportunidad de defenderse; humillaban a los pobladores, a muchos de los cuales azotaban; imponían cupos; asaltaban los establecimientos públicos; en suma, cometían toda clase de abusos en la ciudad.
Los voceros periodísticos que hemos consultado son La Actualidad, El Orden, La Situación, La Bolsa, El Tiempo y el Diario Oficial que vieron la luz en Lima, y El Comercio que se imprimió en el Callao. Muy pocas colecciones han quedado, tan pocas que son ahora una rareza hemerografica que ojalá se sepa preservar.
Veamos lo que contienen:
La Actualidad
Se publica diariamente, dirigido por Luis E. Castro. Lo editaban en la imprenta que había pertenecido a El Peruano, situada en la calle La Rifa no 58. Se vendía al precio de un sol, tenía 62.5 cm, por 42 cm, con cuatro páginas trabajadas a seis columnas.
El primer número de La Actualidad salió el jueves 20 de enero de 1881, es decir tres días después de la ocupación; se imprimió hasta el 26 de mayo del mismo año. Como era costumbre en aquel tiempo, no circulaba ni en domingos ni en feriados. Desde el No 83, correspondiente al 28 de abril, tuvo como cabeza rectora a Salvador A. Castro.
Es importante su lectura porque nos proporciona noticias, no sólo de carácter nacional sino también de Chile, especialmente de las sesiones que se llevaban a cabo en el Congreso.
En su editorial del 21 de enero decía, refiriéndose a la política interna de nuestro país:
¿Se encuentra o no se encuentra el Perú en el caso de fundar en Lima, con arreglo a la última pauta constitucional vigente, un gobierno bastante fuerte para mantener el orden en todo el país contra la facción y contra el crimen, para inspirar la confianza perdida a la propiedad y al comercio y para celebrar con Chile los arreglos que han de poner término a la larga y desastrosa guerra pendiente?
Chile buscaba, como vemos, un presidente sumiso, un candidato a gobernante que se aviniese a sus caprichos y ambiciones; creería encontrarlo después en el doctor Francisco García Calderón, pero al comprobar que no estaba dispuesto a entregar ni un metro de tierra peruana terminaría por embarcarlo rumbo al Sur en condición de cautivo. Pero no nos apartemos del propósito de estas notas, que es el de presentar ante el lector el contenido de los voceros del tiempo de la ocupación.
En la edición del 9 de febrero se inserta el decreto de ley marcial mediante el cual Manuel Baquedano agolletó a los pueblos de Lima y Callao. Se obliga a ambas ciudades a dar dinero a especies para alimentar al ejército de ocupación. Días más tarde, por bando, se dispone que se admitan los billetes fiscales de Chile en pago de las contribuciones establecidas o que en adelante se establecieren.
Algo que inquietaba a los chilenos era lo que pasaba en Arequipa, y en este sentido, en las columnas del interior se insertaban las que correspondían a dicha capital provinciana. También Nicolás de Piérola era motivo de preocupación para ellos. El 10 de marzo se glosan crónicas del Boletín de Junín en torno de este personaje: de las actividades que lleva a cabo, de los nombramientos que hace.
No deja de tener especial interés lo que dice La Actualidad el 11 de marzo. Vale la pena transcribir la gacetilla en su integridad:
Nuevamente el decreto. Ha corrido la mitad del plazo fijado a los capitalistas para hacer efectivo el pago de la contribución de un millón de pesos impuesta para la manutención del ejército de ocupación, y nadie todavía se ha acercado a la oficina sino para manifestar al señor Alvarado, jefe de ella, la absoluta imposibilidad en que se encuentran para poder cumplir con el decreto que les ordena pagarla. Fuera de esto, los empeños con el general, los ministros y aun con los particulares que están cerca de ellos, llueven por todas partes en todo sentido y en todas formas. Inútil es que una negativa cortés, prudente pero inflexible, les haga comprender que el plazo es fatal y que la resolución de llevar adelante la contribución con toda la dolorosa resistencia que su ingrata sanción impone, está ya irrevocablemente encerrada en los límites de una ocupación que precisamente cumplirá dos largos meses el mismo día que debe verificarse.
Imagínemenos a un grupo bastante numeroso de personas haciendo antesala ante Cornelio Saavedra —que había reemplazado a Baquedano— para hablar con él, para solicitarle que deje de imponer sanción económica; imaginémoslos pidiendo, implorando no pagar; y veamos al jefe chileno, sentado tras su escritorio, riéndose últimamente o haciendo uso de las palabras más duras, para evitar que la escena de los pedigüeños vuelva a repetirse. ¿No es grotesco todo esto? Pero así sucedió y fue por tal razón que la obstinada y pertinaz lucha de Cáceres en los Andes no fue bien vista por los pudientes de Lima, porque mientras más se prolongase la permanencia de los chilenos en la capital, más dinero tendrían ellos que sacar de sus arcas para satisfacer las obligaciones que el vencedor imponga.
También se recogen en La Actualidad informes sobre las actividades de los patriotas en la sierra, a quienes se calificaba duramente. Leamos la nota:
Los montoneros de San Jerónimo. La batida dada contra estos bandoleros por las tropas que comanda Alcérreca ha concluido, y el escarmiento habrá de ser severo. Anoche fue tomado este pueblo, forzando el paso del puente, defendido por los montoneros con toda resistencia. Probablemente a esta hora San Jerónimo habrá sido arrasado. El castigo debe ser tremendo para poner a raya los desmanes de estas partidas de forajidos que tenían en completa alarma a los pacíficos moradores de sus fundos (12 de abril de 1881).
Sobre la expedición a Jauja que comandó Letelier, se trata en la edición del 25 de abril y en torno del encuentro de Pachachaca en la del 12 de mayo del mismo año.
La Actualidad fue clausurada por orden de Patricio Lynch (jefe de la ocupación desde el 17 de marzo del 81), al decir del doctor Jorge Basadre, porque en su imprenta se estaba trabajando un folleto contra Manuel Baquedano, con motivo de la actuación de éste en la campaña del ejército chileno.
El Orden
Costaba veinte centavos, era trabajado en la imprenta del Teatro por Pedro Romero, salía de lunes a sábado en dos páginas de 61.5 por 42 cm., en seis columnas y, como todos los voceros de la ocupación, su contenido principal estaba conformado por decretos, bandos, leyes y algunas noticias de carácter general. Su primer número corresponde al 26 de febrero de 1881 y el último al miércoles 5 de octubre del mismo año.
En el segundo tomo de las Bases Documentales de Jorge Basadre, pág. 548, se expone: Sus principales redactores fueron los presbíteros Manuel González de la Rosa y Germán Fuente Chávez. Este último había sido fervoroso pierolista. Parece que en dicho periódico escribió también Carlos Augusto Salaverry.
El Orden era órgano oficioso del gobernante provisorio Francisco García Calderón.
De Germán de la Fuente Chávez es necesario manifestar que en el No 5 del 5-3-1881, ofreció el contingente de sus artículos. En esa misma fecha, en una carta dirigida a la redacción con el título de Necesidad de la paz, señala:
Toda resistencia hoy la considero como un imposible y como un nuevo sacrificio completamente estéril. El Perú, todo lo ofreció en San Juan y Miraflores, y si en estos campamentos la fortuna nos negó sus mercedes, con los pequeños restos que nos han quedado, apenas podríamos desangrar más a este país.
El tiempo no pasó en vano, sin embargo, porque el 25 de julio de ese año de 1881, el presbítero Fuente Chávez da a conocer, mediante una nota, que el obispo Manuel Antonio Bandini, visitador del arzobispado, le ha cancelado sus licencias sacerdotales -o lo que es lo mismo estoy suspenso de ejercer las funciones de mi ministerio- por haber escrito en El Orden. Sanción tan ejemplar, nos releva de cualquier comentario.
La información referente al gobernante de La Magdalena es abundante. El 11 de marzo aparece esta gacetilla:
Desde las once del día sábado 12 del corriente, el ferrocarril conducirá al pueblo de La Magdalena a todos los que deseen asistir a la instalación del gobierno. S. E. el Presidente, acompañado del Consejo de Ministros y del cuerpo de empleados, se constituirá a la una del día en la plaza de La Magdalena y prestará el juramento ante la concurrencia, y declarará al Gobierno instalado, previo juramento de los ministros.
Al día siguiente se incluye el discurso que pronunció el gobernante en la ceremonia; entre otras cosas dijo:
Siguiendo las prácticas constitucionales, como elegido por los pueblos de Lima y Callao, Presidente Provisorio de la República, vengo gustoso a cumplir este primer deber, aunque estoy persuadido de que para los hombres honrados y patriotas, que aceptan por abnegación este puesto, bastaría la simple resolución públicamente expresada de sacrificarse por la patria. En consecuencia: Yo, Francisco García Calderón, juro por Dios y estos Santos Evangelios, que desempeñaré fielmente el cargo de Presidente que me ha confiado la República, que protegeré la religión del Estado, conservaré la independencia y unidad de la Nación, guardaré y haré guardar su constitución y leyes.
En cuanto a Piérola, hay igualmente abundantes noticias. Todas son desfavorables para el ex-dictador. El 15 de marzo se informa:
El sistema de hostilidades desplegado por el señor Piérola contra esta capital, fundándose en la ocupación enemiga, es algo que choca al sentido común y al patriotismo. Después de no haber sabido impedir al invasor la entrada a Lima, ha recurrido a ciertos medios de hostilidad que, si no tuvieran mucho de ridículo, serían harto graves, pues que sin dañar a los adversarios privan de elementos de subsistencia a los mismos vecinos de la capital. La prohibición de introducir ganado, que conocemos desde hace algunos días, y la nueva orden de que no se transporten del interior papas y otros artículos a esta capital ¿son por ventura hostilidades contra los invasores o contra los invadidos? Sepa, pues, el pueblo de Lima, que si los artículos de primera necesidad escasean y tienen hoy un precio a que pocos pueden alcanzar, se debe eso en gran parte al ex-Dictador. . .
Preocupación constante de los redactores de este diario era la opinión que se tenía, en torno del gobierno de García Calderón, en otros lugares de la república. De Arequipa se argumenta (edición del 19 de marzo) que la impresión había sido muy favorable.. . entre personas respetables.
Sobre los cupos hay noticias en el periódico correspondiente al 21 de marzo, lo mismo que de los prisioneros peruanos en la isla de San Lorenzo en la del día 26 del mes en referencia. Es importante también (28-3-81) tener presente que García Calderón declara vigente, mediante un decreto, la ley del presupuesto del 12 de febrero de 1879. No deja de tener interés la extensa lista (16-4-81) de personas que con su firma avalaron al gobernante; son dos páginas de seis columnas cada una, pero lo insólito es que tales personas, según decreto de Pedro Alejandrino del Solar, desde Arequipa habían sido declaradas traidoras a la patria y, por lo tanto, las autoridades de la república estaban en la obligación de capturarlas para someterlas a un consejo de guerra verbal y ser condenadas a muerte.
¡Así estaba el Perú en 1881! Nadie escuchaba a nadie y todos se acusaban mutuamente, como si no hubiese un enemigo común a quien batir.
Otra faz de Lima es la de las viudas y los huérfanos de la guerra. Era tanta la pobreza que imperaba que un grupo de damas limeñas tuvo la feliz idea de constituir la Sociedad Patriótica Santa Rosa, con el propósito de reunir dinero y repartirlo entre los necesitados. La lista de las familias agraciadas se publica el 18 de julio.
Volvamos, nuevamente, a García Calderón. Su vocero publica (25 de junio) un decreto sobre la organización de la Guardia Urbana; pero dos días más tarde se aclara que el decreto supremo sobre su creación, no se ha expedido para que tenga inmediato cumplimiento, puesto que está ocupada la capital por fuerzas chilenas. De lo que se desprende que García Calderón legislaba para el futuro. Pareciera entonces que estaba fuera de la realidad. Al mes siguiente (10 de julio) aparece toda una página sobre la instalación del Congreso Extraordinario de Chorrillos y el mensaje del mandatario.
Es, a grandes rasgos, el contenido de este trisemanario.
La Situación
Decía, ser político, literario, mercantil y noticioso. Costaba un sol, tenía cuatro páginas de cinco columnas cada una y su formato, común en aquellos años, era de 62.5 por 42 cm. Se imprimía en la calle de La Rifa no 58.
Su primer número es del 4 de junio de 1881 y el último corresponde al 302 del martes 30 de mayo de ese año.
Dijo en su primera entrega:
Diario nacido en tierra extranjera, lejos de la patria de los que le dan la vida, tiene, necesariamente, la nacionalidad de su bandera. La Situación nace bajo el estandarte de Chile y centinela destacado de avanzada de su prensa en el Perú, su pensamiento y su palabra procurará que sean el pensamiento y la palabra de los suyos, templados en la cortesía que se deben los vecinos que comparten, -por necesidades superiores a las contemplaciones del sentimentalismo, de una misma vivienda, y en tas consideraciones que merecen, cuando saben merecerlas, los caídos en un golpe de la fortuna . . . La Situación conoce la responsabilidad que ha aceptado. Sabe que entra a la pieza de un enfermo -algunos dicen que de un moribundo- que no tiene bien demostradas las ansias naturales de la vida. Sabe además que extrañas circunstancias, tal vez no vistas ni aglomeradas antes de ahora, han hecho del vencedor un guardián y un enfermero a la cabecera del vencido. La Situación espera la mejoría del uno, y para el otro, la justa compensación de sus sacrificios, de aquellos que pueden tener un equivalente material ¡Qué tantos otros ha hecho que no se pagarán jamás por no tener humana compensación para el cariño que no olvidó!
Su agresividad contra el Perú es pues notoria. El 14 de junio dice, en la página 4:
Tomando bajo nuestra administración todos los ramos rústicos de los territorios ocupados, tendremos no sólo cubiertos los gastos de la ocupación sino también un sobrante aplicable a la indemnización de guerra. Nuestra situación financiera, en general, ha de mejorarse notablemente, tan luego como el país tenga conocimiento de que el suelo enemigo costea superabundantemente los gastos de la ocupación y que hoy no hay necesidad de echar mano de nuevas emisiones de papel.
Es una prueba más de lo que significaba para ellos, los chilenos, el permanecer en el Perú.
En sus páginas se publicaban también decretos, se daba una relación pormenorizada de los actos oficiales que realizaban las autoridades, se proporcionaba noticias del interior y también del extranjero, así corno existían columnas tituladas Crónica local y Miscelánea, ambas muy surtidas de datos, como el siguiente, aparecido en la edición del 17 de junio:
La ocupación de Cañete. Desde las primeras horas de la mañana de ayer quedan bajo el amparo de autoridades chilenas y formando parte de la congregación de ciudades rescatadas al vandalaje y devueltas a la paz y al trabajo, las poblaciones principales del rico valle de Cañete.. .
Paz y trabajo era, para el ejército de ocupación, someter, como es de conocimiento general, a sangre y fuego a las poblaciones y obligar a los vecinos a entregarles víveres, dinero, joyas y todo lo que ellos quisiesen. Mataban por el gusto de matar, pero en su concepto estaban pacificando.
Léase este boletín del 20 de junio, relacionado con el poblado cañetano de Pueblo Viejo:
El capitán Parra hizo fusilar a trece montoneros que fueron tomados con las armas en la mano. Al día siguiente se juntó a la avanzada de caballería el comandante Baeza con el resto de la tropa, y ocuparon el pueblo, después de un regular combate, según se nos cuenta, en el que la matanza de cholos y de negros no fue poca.
Lo que tiene una especial importancia también es el informe del movimiento de tropas peruanas que salen de Lima ¡para combatir contra Cáceres! El 27 de junio aparecieron estas reveladoras líneas periodísticas: Expedición al interior. El sábado se embarcaron en Monserrate trescientos peruanos armados con destino a Chicla. Van al mando del general La Cotera.
A través de sus páginas penetra el lector al interior del país, a los Andes, donde soldados y milicianos se enfrentaban al invasor. Sobre el combate de Cuevas se informa el 30 de junio: Varios (soldados chilenos) tienen dos y tres balazos y a uno habrá que amputarle una pierna. Otro soldado a más de los balazos que tiene en el cuerpo, viene con una oreja menos, que le arrancó un cholo con un cuchillo...
Estamos en el mes de julio del 1881. Lynch es el jefe omnipotente del ejército y manda y exige y ataca en la prensa al vencido. El día 9 del citado mes expresa La Situación estos conceptos:
¿Quién sabe hasta ahora qué es lo que quiere el Perú para poderse reconstituir? Sólo sabemos que el Perú no existe. Es un cadáver cuyos funerales celebra Piérola en medio de las dementes orgías de la tiranía, complaciéndose solemnemente a los oficiales del ejército, que forman parte de un poder político que no es el del ex-dictador. .. El territorio ocupado por nuestras armas cada día se hace más productivo, bajo una discreta y estricta administración. Las aduanas continúan gradualmente aumentando sus entradas.
En la edición del 23 de julio aparecen los nombres de Francisco Baizán y de Otárola; fueron apresados para que pagasen por la vida de un chileno sido encontrado muerto cerca a la plazuela de la Salud. El 25, con el título de El fallo de la Justicia, se publica la sentencia del Tribunal.
Deben ser fusilados, no obstante que son inocentes, que no tienen culpa alguna de nada, pero como a alguien había que poner ante el paredón para amedrentar al vecindario, ellos -Baizán y Otárola- son pasados por las armas.
El 26, con el título de La ley de la necesidad, editorializa el periódico con el propósito de justificar un crimen. Así actuaban los chilenos.
En las provincias del interior hubo algunos peruanos que no tuvieron escrúpulos en colaborar con el enemigo. En Pasco, por ejemplo, por lo que el prefecto Manuel Tafur llegado el momento impuso una multa de 250 mil soles que debía pagar un numeroso grupo de notables, cuyos nombres aparecen en La Situación 8 de agosto de ese año de 1881. Por supuesto que Tafur, en el concepto de los chilenos, era una autoridad abusiva.
Una prueba de que Chile siempre tuvo el deseo de quedarse con provincias sur son estas palabras, publicadas e! 15 de agosto con el título de Cortemos el nudo gordiano:
Durante siete largos meses se ha estado rehuyendo las ocasiones de llegar a un desenlace completamente definido de la guerra actual. Los optimistas creen en el Perú, que las pretensiones de Chile llegarán a modificarse hasta exigir como indemnización de guerra, no la anexión de una zona territorial, sino solamente el usufructo por cierto número de años, sin agregarlos a la soberanía del Perú. Los pesimistas creen que el propósito de Chile es fomentar la anarquía, para debilitar cada día más el país y llegar insensiblemente a la conquista de todo un territorio. Así piensan los pierolistas, por lo menos, así lo manifiestan las circulares y proclamas de sus cabecillas.
Sobre el concepto que se tenía del gobierno de García Calderón son importantes las palabras de Máximo R. Lira en el Congreso de Chile, publicadas en La Situación del 22 de agosto:
Es un estorbo que más nos perjudica que nos favorece, esto sin dar forma y realidad a esos rumores, según los cuales García Calderón no está dispuesto a concedernos lo que nosotros exigiremos para hacer la paz. Y se agrega: La política del gobierno es la más cuerda; la ocupación prolongada hasta reducir al Perú al estado de decadencia más insalvable...
La Bolsa
Decía ser una publicación científica, literaria, religiosa, mercantil. Era trisemanal, pues se voceaba en las calles limeñas los martes, jueves y sábados; aunque después, desde el 1° de enero de 1882, saldría todos los días, excepto los feriados.
Impresa en el taller tipográfico de J. Francisco Solís, de la plazuela de Santo Tomás no 255, tenía dos páginas y cada una de estas seis columnas. El número costaba 40 centavos, pero era posible suscribirse por un mes, por un trimestre o, si se deseaba, por un año. No creemos que nadie arriesgase su dinero en tales suscripciones, teniéndose en cuenta la crisis por la que se atravesaba. El tamaño de La Bolsa era de 62 cm. por 40.5.
El primer número data del martes 20 de setiembre de 1881 y el último del lunes 1 o de mayo de 1882.
Su información fue variada: notas sobre agricultura, transcripción de artículos de carácter científico, recetas útiles para las amas de casa en una sección doméstica y otra destinada a la cotización monetaria. Lo que era infaltable en los diarios de entonces: capítulos de novelas tipo folletín y, en cuanto a noticias del acontecer diario, la Crónica local, a través de la cual se conoce lo que pasaba en la ciudad. Representaciones teatrales, nombres de los colegios y cursos que se enseñaban, relación de matrimonios, llegada de vapores al Callao, alquileres de casas, alumbrado público de las plazuelas y barrios, carruajes, ofertas de artículos; todo eso aparece en las ediciones de La Bolsa con su enorme calor de época.
Esas líneas de aparente rutina se confunden a veces con noticias que en su momento debieron haber sido de gran impacto; por ejemplo, la del 21 de marzo de 1882 sobre una emisión fraudulenta de billetes de 500 soles, o las que comentaban el viaje de Piérola al exterior. Traslademos literalmente lo que se dijo:
Partida de D. Nicolás de Piérola.— Ayer partió de esta capital hacia el Callao para dirigirse a Europa, con toda su familia, el Sr. D. Nicolás de Piérola, que ayer no más fue Dictador del Perú. En un tren extraordinario de la línea de La Oroya, debía partir a las diez de la mañana. Sus numerosos amigos políticos y personales lo acompañaron. Una gran multitud de éstos lo esperaba en la estación para darle el adiós de despedida, y un inmenso número de gente del pueblo, lo recibió con señaladas muestras de ese afecto que ha sabido conquistarse con su amable y popular trato. El tren que debía conducirlo, estaba a su llegada a la estación, completamente invadido por los que debían acompañarlo hasta el vecino puerto. Muchas escenas tiernas tuvieron lugar en el momento de la despedida: hombres y mujeres del pueblo se abalanzaron a abrazarlo, dirigiéndole al propio tiempo frases que el sincero patriotismo les dictaba, D. Nicolás recibía todas estas demostraciones, con esa sonrisa de benevolencia que le es característica, sin poder disimular en ciertos momentos la honda emoción que le causaban. Ayer ha podido convencerse por sí mismo, de que hay un pueblo numeroso y compacto que lo estima y que llora su partida, con lágrimas de verdadero dolor. D. Nicolás iba acompañado de su digna esposa y tiernos hijos. Hacemos fervientes votos porque sea feliz su viaje y más feliz aún su nuevo arribo a las playas que le vieron nacer.
El comentario precedente corresponde a la edición del 24 de marzo de 1882. Tres días más tarde, es decir el 27, se agregaba:
El viaje del señor Piérola. Al hablar en nuestro último número de las manifestaciones de amistad y gratitud de que fue objeto el señor Piérola al ausentarse de esta capital, omitimos decir que, en la estación de Desamparados, le arrojaron númerosas y exquisitas flores, varías señoras que de antemano habían acudido a ese sitio para esperar al ilustre viajero.
Debe agregarse que según el corresponsal de La Bolsa en el Callao, habían arribado con Piérola, desde Lima, cinco coches de primera clase, todos llenos de gente.
Todo esto sucedía mientras otros peruanos combatían en los Andes al enemigo de la patria. Debemos suponer que Piérola salió del país con permiso de Patricio Lynch, de otra manera no se explica que pudiese embarcarse como en un día de paz, rodeado de amigos y de partidarios, con toda su familia y en medio de una algarabía que desentonaba con las horas de angustia y de terror que se vivían.
El Tiempo
Reemplazó a La Bolsa y por tal razón se editó en la misma imprenta, con el mismo regente y hasta conservó igual formato, con dos páginas. No varió siquiera en el precio, que fue de 40 centavos el ejemplar. Circuló tres veces por semana.
El primer número, es decir el No 141 porque el último de La Bolsa fue el No 140, está fechado el martes 2 de mayo de 1882. Estaba destinado a vivir poco, pues cuando apenas se había avanzado hasta el No 159 del miércoles 24 del citado mes, no volvió a salir.
¿Cuál era su material de trabajo, o en otras palabras, qué material de lectura se brindaba al público? En la sección Crónica local se informaba sobre lo que sucedía en la ciudad, se explotaba el acontecer cotidiano; había igualmente una columna dedicada al movimiento de vapores, con entrada y salida de éstos, referencia a la carga que traían y a quién estaba consignada; en otra aparecían noticias del Callao, entre avisos de medicamentos, de galletas y de casas. Capítulos de novelas constituían también una manera de atraer lectores.
Sus escasos números no permiten decir más.
Diario Oficial
Se publicó desde el 31 de mayo de 1882 hasta el número 428 del sábado 20 de octubre de 1883. Con excepción de los domingos, se editaba todos los demás días en formato de 68 cm. por 50.5 cm., en cuatro páginas de siete columnas cada una, en la calle La Rifa no 58.
A través del Diario Oficial se puede seguir, paso a paso, ese importantísimo período de la ocupación de los años 82 y 83 que fue decisivo para la firma del tratado de paz con Chile. Figuran decretos sobre contribuciones de guerra impuestas a los ciudadanos, con relación minuciosa de nombres y apellidos, en las ediciones del 1° de setiembre, 21 de octubre y 18 de noviembre de 1882, y en la del 4 de enero del año siguiente. Se comenta la prisión del diplomático José Antonio de Lavalle (26-9-82) y también su embarque a bordo del Chile con otros peruanos, rumbo al cautiverio, como Carlos Ferreyros, ex-comandante de la cañonera Pilcomayo; Andrés Avelino Aramburú, ex-director de La Opinión Nacional y otros (20 y 21 de octubre del 82).
La exposición del general Iglesias sobre la paz con el enemigo, desde Cajamarca, se lee en la entrega del 4-10-82. Es bastante extensa, fechada el 31 de agosto de ese año en la hacienda Montán, encaminada a justificar su propósito de suscribir el término de la contienda. En igual fecha se da a conocer el decreto firmado en Cajamarca el 16 de setiembre, mediante el cual se convoca a una asamblea de representantes por los departamentos de Piura, Cajamarca, Amazonas, Loreto, Lámbayeque, La Libertad y Ancash.
Es de enorme interés el decreto del 9 de noviembre del 82 que declara traidor al general Miguel Iglesias: su autor, el contralmirante Lizardo Montero, se encontraba en Arequipa. El documento fue publicado en la edición correspondiente al 29 del mes en referencia.
El Perú estaba en crisis, reinaba una espantosa desunión y todos se sentían presidenciables. Cada pueblo, cada ciudad, cada región tenía sus caudillos y todo esto favorecía, sin lugar a dudas, al enemigo. Por ejemplo los notables de Piura suscriben un acta de apoyo al general Iglesias (ed. 9-12-82). Huamachuco se adhiere a la proclamación de la paz, lo mismo Ica y Pasco (ed. 4-6-83). La Asamblea del Norte redacta un manifiesto dirigido a todos los ciudadanos para señalar los motivos que la inducen a dar un paso de iniciativa para la regeneración del país. Y mientras tanto, en la sierra central, comandado por el general Andrés A. Cáceres, un reducido número de patriotas combate con denuedo. En la batalla de Huamachuco todos los esfuerzos y todas las esperanzas del Ejército de la Resistencia se desbaratan en la batalla del 10 de julio de 1883, cuyo parte, rubricado por el coronel chileno Alejandro Gorostiaga -el mismo que hizo fusilar a Leoncio Prado y a Juan Antonio Florencio Portugal-, se encuentra en la sección Boletín del día del 18-7-83.
Después de Huamachuco creció la soberbia de Patricio Lynch. Todo jefe u oficial que hubiese pertenecido al ejército de Cáceres tenía la obligación de presentarse en el Cuartel General en el plazo de cinco días; de no hacerlo serían castigados como espías, según se lee en el decreto que para el efecto se publicó en el periódico que glosamos (23-7-83) y que se hizo anunciar con bandos en las esquinas principales de Lima.
En la capital se trabaja por Iglesias y reconocen su autoridad (ed. 13-8-83). Un acta circula de mano en mano entre los más destacados elementos, ansiosos de verlo entrar con sus tropas e instalarse en la casa de gobierno. El caudillo cajamarquino se despide de sus coterráneos (edición 4-8-83) antes de emprender el viaje a Lima, lo recepcionan en Trujillo el 2 de setiembre y arriba a Ancón el 17 del mes siguiente. Lynch le hace llegar un telegrama de felicitación dos días más tarde.
El Comercio
Finalmente llegamos a El Comercio, diario de la mañana que se publicó en el Callao, en la calle de la Independencia números 36 y 38, dirigido por Luis E. Castro que antes había tenido a su cargo La Actualidad. Contaba con cuatro grandes páginas, en su mayor parte llenas de avisos de la Compañía de Navegación por vapor en el Pacífico, del Ferrocarril Inglés, de Broggi Hermanos y de otros muchos que ponen de manifiesto el apoyo que se prestó a El Comercio para subsistir.
Su contenido era variado: nota editorial, noticias de provincias y del exterior, despachos de aduana, correspondencia de Lima, movimiento bursátil, crónica sobre el acontecer local y gacetillas diversas.
El museo naval del Callao conserva un tomo que empieza en el No 9 del lunes 12 de diciembre de 1881 y termina el 21 de marzo de 1882. Algo se puede rastrear de la época, en lo que se refiere, por ejemplo, a los enfrentamientos en la sierra entre las tropas de Cáceres y las fuerzas chilenas.
Expedición Gana en Chosica, dispersión de la montonera, prisioneros y ocupación de Matucana se titula un informe inserto el 7-1-82. Sobre una presunta fuga del jefe de la resistencia, entre Chosica y Matucana, se ocupa la edición del 9 de enero; dos días más tarde se dan detalles de las marchas del ejército de la ocupación en una correspondencia llegada desde el mismo campamento de Canta. Lo demás lo constituyen notas que escapan al propósito de este informe.