Escribe: César Vásquez Bazán
James Paroissien. Por encargo de San Martín, concertó en Inglaterra el primer préstamo del mercado de Londres para el Perú.
La revisión de las relaciones entre deuda externa y corrupción en el Perú comienza en el momento mismo del nacimiento de la república. En 1822 el general José de San Martín, urgido de fondos para atender gastos diversos vinculados con la guerra de independencia, creyó necesario solicitar recursos del exterior. Con este fin, envío a Inglaterra como ministros plenipotenciarios a dos conocidos aventureros de la época: Juan García del Río (1) y James Paroissien.
La misión de los comisionados fue relativamente fácil, dadas las características de abundancia de capitales observada en el mercado londinense, los elevados rendimientos que ofrecerían los bonos peruanos y las preconcepciones existentes en Inglaterra acerca de las grandes riquezas minerales del país. Por esas razones, no fue difícil para García del Río y Paroissien contratar con el financiero inglés Thomas Kinder el primer empréstito del Perú por un millón doscientas mil libras esterlinas. En 1822 se ofreció a los inversionistas ingleses la primera emisión de bonos por un valor nominal de 450 mil libras esterlinas, con un descuento del 12% y una tasa de interés del 6%. La segunda emisión fue hecha en 1824 por un valor de 750 mil libras esterlinas, descuento de 18% y tasa de interés de 6%.
Hasta este punto, las operaciones de endeudamiento podrían ser caracterizadas como enmarcadas dentro de los usos y normas vigentes. Sin embargo, lo que los peruanos no supieron fue que Thomas Kinder junto con especuladores como Robert Staples y los hermanos Parish Robertson compartían intereses financieros en la Compañía Minera Peruana de Cerro de Pasco. La oportunidad de contratar el primer préstamo del Perú sirvió así para que García del Río y Paroissien trabaran relaciones particulares de negocios con el grupo integrado por Kinder, Staples, los hermanos Parish Robertson y Antonio de Irisarri, este último representante diplomático de Perú y directivo de la Asociación Peruana de Minería.
Las ganancias de Kinder y sus socios, vinculadas a los empréstitos contratados por el Perú, provinieron de cuatro fuentes. En primer lugar, los financistas ingleses supieron organizar en provecho propio una intensa especulación con los bonos peruanos, vendiéndolos cuando sus precios subían y comprándolos cuando bajaban. Las operaciones especulativas de Kinder fueron tan notorias que originaron graves escándalos en Londres, los que quedaron registrados en la prensa de la capital británica (London Times y Annual Registerde 1822). Asimismo, Kinder y sus amigos recibieron comisiones por la promoción, emisión y venta de los bonos. Si bien Basadre indica que dicha comisión ascendió a 2% del valor nominal del préstamo, la suma debió ser mayor pues era usual el cobro de 4 a 8% del valor mencionado. En tercer lugar, los contratistas y los comisionados peruanos pudieron usar en beneficio de sus operaciones especulativas en minería el hecho de ser reconocidos como agentes financieros del gobierno peruano en el mercado londinense. Finalmente, las utilidades obtenidas a través de estos distintos procedimientos fueron utilizadas para generar mayores ganancias a través del financiamiento de exportaciones de manufacturas de Inglaterra a Sudamérica.
¿Recibió el Perú totalmente los desembolsos correspondientes a este primer empréstito? La respuesta es negativa. Aprovechando su relación con García del Río y Paroissien –quienes se encontraban al parecer más preocupados en sus negocios particulares– Kinder incumplió con efectuar las entregas de fondos al Perú que debían hacerse hasta 1823. Como era de esperarse, el incumplimiento de Kinder afectó negativamente la imagen externa de la naciente república al verse protestadas por falta de pago las letras giradas por el gobierno peruano con cargo a los recursos del préstamo.
El segundo empréstito del Perú agravó aún más la situación del crédito nacional. La emisión de bonos por valor de 616 mil libras esterlinas fue autorizada en 1824 y ejecutada en 1825, con un descuento de 22% y una tasa de interés del 6%. Esta vez el agente nombrado por el gobierno peruano fue el comerciante inglés John Parish Robertson, socio de Kinder, y conocido en el Perú por sus negocios de exportación desde Inglaterra, los que en 1823 ascendieron a 600 mil libras esterlinas. Como era previsible, Parish Robertson contrató la colocación de los bonos a través de la casa bancaria mercantil de su amigo Kinder. Nuevamente se produjeron irregularidades que trajeron consigo que el Perú recibiera menos de la tercera parte del valor nominal de los bonos. Las siguientes cifras muestran la realidad del segundo empréstito:
– Valor nominal del empréstito: £616,000
– Suma recibida por los banqueros: £480,480
– Suma efectivamente recibida por el Perú: £200,385
Los anteriores manejos financieros no pudieron continuar por mucho tiempo. En el exterior, la crisis bancaria y comercial europea de 1825-26 redujo el intercambio con Sudamérica y golpeó a los mercados de capitales, deteniendo el frenesí de la especulación minera y afectando las disponibilidades de fondos. Internamente, los crecientes déficit fiscales, la continuación de las guerras internas y la consiguiente inestabilidad política contribuyeron a definir al país como un serio riesgo de inversión. En abril de 1826, producto de la confluencia de estos factores, el gobierno del Perú dejó de atender el servicio de la deuda externa, convirtiéndose en el primer país latinoamericano que entró en moratoria.
Dos décadas después, la exportación del guano de Perú a Inglaterra hizo renacer en los acreedores ingleses la esperanza del pronto pago de sus acreencias. Los reclamos de los bonistas contaron con el decidido apoyo del gobierno británico. En marzo de 1848, respaldado por los ingresos recibidos por la venta exterior de guano, el gobierno del Perú decidió llevar a cabo su primera renegociación de la deuda externa, liquidando la deuda existente con los inversionistas ingleses. La operación se realizaría mediante la conversión de los empréstitos de 1822 y 1825 en nuevos bonos. Con esta finalidad el gobierno nombró a Joaquín José de Osma como ministro plenipotenciario del Perú en Inglaterra y le encargó la realización de las gestiones de refinanciación.
Las irregularidades comenzaron en ese mismo momento. La partida de Osma a Inglaterra fue dilatada con la finalidad de que especuladores de la firma A. Gibbs & Sons, vinculados con las autoridades peruanas, pudieran comprar los bonos, cotizados en ese momento al 36.5% de su valor nominal. Una vez que se conoció la decisión del gobierno peruano de enviar a Osma, los bonos peruanos subieron hasta el 53% de su valor, lo que le permitió a la casa Gibbs obtener una importante utilidad por el diferencial de cotizaciones. Finalmente, el plenipotenciario Osma llegó a Londres en noviembre de 1948 y firmó el convenio de arreglo con los bonistas ingleses en enero de 1849. Dicho acuerdo fue aprobado mediante resolución legislativa peruana, la que aplicó al servicio de la operación la mitad de los ingresos generados por la exportación de guano a Gran Bretaña.
Las operaciones de liquidación y conversión de la deuda de los bonistas ingleses en 1849 marcaron el inicio de lo que José Arnaldo Márquez denominó “la orgía financiera del Perú”. Las condiciones del convenio de refinanciación fueron onerosas. Basadre menciona que la refinanciación de los bonos se hizo a una tasa de interés de 6%, considerada muy alta, en tanto que la de los intereses vencidos se hizo a una tasa de interés de 3%. La conversión finalmente ascendió a 3,680,100 libras esterlinas y fue contratada con la casa londinense de Cristóbal de Murieta, a la que se le reconoció 0.5% de comisión sobre el valor liquidado y convertido (18,400 libras esterlinas). Asimismo, lo que hoy se denominaría como el “equipo negociador” del Perú fue remunerado con el 4% en bonos sobre el total de la deuda liquidada y convertida (147,200 libras esterlinas). Los afortunados negociadores que se distribuyeron este beneficio fueron el ministro plenipotenciario Joaquín José de Osma, su secretario y funcionario de la embajada peruana en Londres Felipe Barreda, y los otros dos miembros del equipo, llamados Pedro Beltrán y Francisco de Rivero (2). A cada uno de los favorecidos le correspondió la importante suma de 36,800 libras esterlinas entregadas en bonos peruanos, de esos que pendejos transnacionales como el señor Kuczynski acostumbra llamar “soberanos”.
Notas
(1) Juan García del Río llegó a ser ministro de hacienda entre enero de 1836 y enero de 1837 y entre noviembre de 1837 y julio de 1838.
(2) Francisco de Rivero desempeñó el cargo de ministro de hacienda entre febrero y octubre de 1857.
Fuentes consultadas
Basadre, Jorge. 1968. Historia de la República del Perú 1822-1933. Lima: Editorial Universitaria, Volumen 1, pp. 220-222; volumen 2, pp. 370-371; volumen 3, pp. 177-178.
Marichal, Carlos. 1989. A Century of Debt Crises in Latin America: From Independence to the Great Depression, 1820-1930. Princeton: Princeton University Press, pp. 1-67.