Escribe: Juan Carlos Herrera Tello (*)
El señor Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, nos sorprende siempre con sus ocurrencias de interpretación histórica y jurídica respecto a la mediterraneidad de su país, siempre amparándose en su ignorancia, porque no sabe de “derecho internacional” y obviamente tampoco le importa cultivarse, ha dicho recientemente que “el tratado de 1904 fue forzado e impuesto por amenaza”.
Para aquellos que si somos juristas y algo hemos leído de la historia de cómo Bolivia cedió su litoral con todo beneplácito, queremos en breves líneas explicar aquel derrotero, y demostrar que en plena democracia boliviana las negociaciones con Chile eran fraternales, sólidas y perjudicando los derechos de terceros, es decir el Perú.
Cuando Bolivia negocia el Tratado de 1904 lo hace bajo un contexto de política de Estado, en los inicios del siglo XX era Presidente José Manuel Pando, quien da inicio a una negociación sin salida al mar para su país. El nuevo gobierno iniciado por Ismael Montes continua con la política internacional de su predecesor y se firma el tratado donde Bolivia cede a perpetuidad su litoral, y como le he dicho en varios escritos, a cambio de concesiones, ferrocarriles y dinero.
Es en los ferrocarriles donde Bolivia deja una huella indeleble al Perú, ya que el artículo tercero del tratado de 1904, permite la construcción de la línea férrea de Arica a La Paz, así Bolivia le da cualidades de soberano a Chile en el territorio de Arica. Las protestas del Perú no fueron oídas y en Bolivia tanto como en Chile se celebraba la unión de aquellos pueblos con un protocolo secreto que establecía que si Tacna y Arica quedaban en soberanía de Chile, estas provincias iban a ser transferidas a Bolivia. No interesaban los derechos del Perú sobre aquel territorio, tampoco interesaban el sufrimiento que padecían las poblaciones peruanas en aquellas provincias por la cruenta chilenización; Bolivia iba a ser compensada con una salida al mar por territorios que fueron de su aliado, a quien arrastró a una guerra y después lo abandonó.
Para darnos una idea de cómo fue forzada Bolivia a ejecutar el tratado de 1904, vayamos a los documentos presentados por Chile en su Memoria de Relaciones Exteriores de 1906, año en el cual se iniciaron los trabajos para la construcción del ferrocarril de Arica a La Paz:
“A fines de mayo el Gobierno de Bolivia contrató con las casas americanas Speyer i City Bank, ad referendum, para ante el Congreso de aquel país [se realice] la construcción de los ferrocarriles bolivianos i la emisión de sus bonos, i afectó a dicho contrato la garantía de hasta 5% que Chile se obligó a dar para las vías férreas de Bolivia en el Tratado de 20 de octubre de 1904”.
Bolivia pactaba con Chile en junio de 1905 el contrato para la ejecución de las obras de ferrocarril que lo uniría con Arica y además solicitaba a Chile las garantías sobre otros ferrocarriles que les eran necesarios. Bolivia ya había pactado contratos como hemos visto, para la construcción de seis ferrocarriles más, cuyo costo era de más de 5 millones de Libras Esterlinas, pero leamos como Bolivia era “presionada” o puesta contra la pared al solicitar a Chile:
“… queda especialmente afectada la garantía estipulada en el Tratado de paz y amistad celebrado entre el Gobierno de Bolivia y el de Chile el 20 de octubre de 1904, i a ese fin el Gobierno de Bolivia se obliga a obtener del de Chile, que conforme a dicho tratado, entregue a los banqueros, anualmente la suma de 50 mil libras esterlinas, que en caso necesario podrá elevarse a 100 mil…”
Todo esto provocó con seguridad el malestar de uno de los internacionalistas más destacados de Chile, don Conrado Ríos Gallardo, que en su sentencioso texto Después de la Paz… escribió, cuando los bolivianos iniciaron en 1919 su reclamo de una salida al mar: “Chile ha cumplido religiosamente con cada una de las estipulaciones y al hacerlo ha intensificado en todas sus órdenes el progreso del adversario de ayer. Bolivia tiene hoy dos ferrocarriles al Pacífico uno por Arica y otro por Antofagasta. Antes de la guerra de 1879 y antes del Tratado de 1904 sus medios de locomoción eran mucho más modestos: a lomo de llamas o a lomo de indio”
El tratado de 1904 no fue impuesto, fue suscrito en momentos de gran cordialidad chileno boliviana. Ríos Gallardo es categórico cuando afirma en cita memorable que hoy es aplicable: “Hay que dejar constancia especial que políticos y publicistas más influyentes se pronunciaron a favor del Tratado […] Muchos de ellos publicaron libros en su honor. Con el tiempo estos distinguidos hombres públicos han cambiado de opinión y han tenido el elegante descuido de escribir todo lo contrario. Este es uno de los casos más curiosos y dignos de estudio y que revela también el peligro que existe en poder arribar a acuerdos sólidos y definitivos con un país que tienen por dirigentes tales hombres”.
La fraternidad chileno-boliviana se sellaría años más tarde cuando en mayo de 1913, hace ya un siglo, se inauguraba la vía férrea de Arica a La Paz, y nos sorprendemos al revisar los periódicos de la época que el nuevo Presidente de Bolivia electo con aclamación popular de su pueblo era nada menos que Ismael Montes, quien consolidara la entrega del litoral de su país en 1904, y que tuvo el honor de tomar el primer tren que partió del puerto hacía La Paz para asumir el mando. El canciller chileno además del intendente Lira fueron las autoridades del sur más importantes en aquella inauguración tan trascendental; estuvo allí el Presidente boliviano electo, que l dio el realce a dicho acontecimiento, el mismo que probablemente fue visto con oprobio por el Perú. Si no, cómo se explica que diarios tan influyentes de aquella época como El Norte, de La Paz, tuvieran estos titulares:
El ferrocarril de Arica a La Paz es “el sólido eslabón de la cadena que une a Chile y Bolivia”; “el mar estará muy cerca de nosotros y al recibir sus brisas en las playas de Arica es seguro que nuestras aspiraciones no han de limitarse a las pequeñas ambiciones de política interna o a las preferencias de campanario”; “Debemos recibir con plácemes la noticia de la inauguración de esa línea ferroviaria ya que ella nos indica una nueva ruta: Hacia Arica, hacia el mar!!!”
Efectivamente, “Hacía Arica, Hacia el mar!!!” era el sino de la negociación de 1904, ya que el trazo del ferrocarril iba a impedir que nuestro histórico puerto retorne a nuestra heredad y era una muestra más de la chilenización del territorio en conflicto, que Bolivia con tanto fervor americanista ayudaba a Chile a que consolide su soberanía justamente en la provincia donde en un peñón yace la honra del Perú en aquel valeroso 7 de junio de 1880, y donde también es ubicable la valentía de los altiplánicos en la quebrada de Camarones.
El 25 de abril del año en curso, el señor Presidente Plurinacional de Bolivia ha impartido una orden a sus profesores de historia: "no cometan ese error de seguir enseñando que ha habido guerra en el año 1879 sino que expliquen a sus alumnos que 'ha habido una invasión'”. Con esta frase el Señor Morales ha ridiculizado el esfuerzo del batallón “Colorados” que combatieron con denuedo en el Alto de la Alianza. Pero concuerdo por primera vez con el señor Morales, porque deben de enseñar a su pueblo y explicar por qué provocaron una guerra y después se escondieron en sus alturas, así como también, debe explicarse en que habiendo armonía y negociaciones, Bolivia solicitaba garantías a Chile para la construcción de seis ferrocarriles. Estoy seguro que Chile ya tiene las respuestas, y serán contestadas próximamente cuando se ventilen los pormenores de la demanda que Bolivia ha interpuesto ante La Haya para obligar a Chile a otorgarles una salida al mar. Todo eso lo esperamos para comentarlo con buen humor, ya que con seguridad nada serio se puede esperar.
(*) Abogado
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