Hace cien años
El Incidente de la Corona (Cuando Teníamos Diplomacia)
Por Juan Carlos Herrera Tello (*)
Ricardo Palma en una de sus célebres “Tradiciones Peruanas” nos dice que Don Melchor de Navarra y Rocafull, Duque de la Palata, Príncipe de la Masa y Marqués de Tola, fue el virrey más virrey que ha tenido el Perú. Parafraseando a Palma podríamos decir que don Melitón Porras fue el Canciller más Canciller que nuestro país ha tenido en su historia republicana.
...........Melitón Porras |
El Incidente de la Corona (Cuando Teníamos Diplomacia)
Por Juan Carlos Herrera Tello (*)
Ricardo Palma en una de sus célebres “Tradiciones Peruanas” nos dice que Don Melchor de Navarra y Rocafull, Duque de la Palata, Príncipe de la Masa y Marqués de Tola, fue el virrey más virrey que ha tenido el Perú. Parafraseando a Palma podríamos decir que don Melitón Porras fue el Canciller más Canciller que nuestro país ha tenido en su historia republicana.
Faltando solo algunos días para la culminación del periodo constitucional del Presidente José Pardo y Barreda, el recién llegado Ministro Plenipotenciario de Chile en el Perú don Miguel Echenique Gandarillas al enterarse de la inauguración de una cripta en el antiguo cementerio de Lima que guardarían los restos de los combatientes de la Guerra del Pacifico, decide rendirle homenaje a nombre del gobierno y pueblo chilenos a todos aquellos que ofrendaron su vida por el Perú, y que mejor que la entrega de una corona de bronce con consolidara el respeto del antiguo rival lo que demostraría el acercamiento y la hermandad para poner fin a las diferencias entre uno y otro país. He aquí la nota del Plenipotenciario chileno:
“Lima, 16 de septiembre de 1908.- A S.E. el Dr. Solón Polo.- Señor Ministro: El Gobierno de Chile, queriendo asociarse al homenaje que el Gobierno del Perú ha rendido a los ciudadanos que en defensa de su patria sucumbieron en la guerra de 1879, me ha confiado el honroso encargo de depositar una corona de bronce en la tumba que ahora guarda sus restos.
Al transmitir a V. E. este deseo de mi Gobierno que entraña sencillamente una elevada significación moral me permito rogar a V. E. estime oportuno para dar cumplimiento a la piadosa misión con que he sido honrado. Aprovecho con agrado esta ocasión para renovar a V. E.. la expresión de los sentimientos de mi más alta y distinguida consideración. (Firmado José Miguel Echenique Gandarillas)”
Al día siguiente nuestro canciller el Doctor Solón Polo contesta así:
“Lima 17 de septiembre de 1908.- …En respuesta, me es muy grato expresar a V. E. rogándole se sirva transmitir a su Gobierno los vivos agradecimientos del mío por tan delicada atención.
Una vez que se hagan los arreglos necesarios me complaceré en acordar con V. E. todo lo referente al significativo homenaje que el gobierno chileno quiere tributar al sacrificio de los que ofrendaron abnegadamente su vida en defensa de la patria... (Firmado Solón Polo)”
La transmisión del mando se efectuó el 25 de setiembre y el nuevo Presidente era don Augusto B. Leguía quien eligió como su Canciller al Dr. Melitón Porras. En su discurso inaugural Leguía manifestó lo siguiente en torno al conflicto por Tacna y Arica: “El criterio del progreso solidario de la América y las soluciones pacíficas, nos inspirará para dirigir todas nuestras relaciones diplomáticas, y muy principalmente los esfuerzos para conseguir que nuestra frontera del sur sea, en la realidad, la designada por un tratado que el infortunio impuso y que, si nuestra fe nos obliga a respetar, no puede nuestra dignidad consentir que se agrave en nuestro daño”
Con estas palabras, Leguía ponía en claro nuestro derrotero en torno a la cuestión de Tacna y Arica y así mismo es necesario precisar que en el discurso inaugural del mandato de Leguía se encontraba el cuerpo diplomático y por ende la representación de Chile.
Para introducirnos más en el entorno histórico del momento del incidente, debemos recordar que las escuelas dirigidas por receptores peruanos eran cerradas por el hecho mismo de su nacionalidad donde según Chile, era el foco de resistencia en la niñez peruana. Del mismo modo en esos instantes nuestros “hermanos del sur” querían imponer ante El Vaticano que los curatos de Tacna y Arica sean administrados por sacerdotes chilenos, independizándola del obispado de Arequipa, porque cuando “se promovió por el Perú la cuestión del Plebiscito, se comprobó con sorpresa que el Gobierno de ese país tenía en los curas peruanos los agentes más decididos para la propaganda de su causa” así lo escribió Julio Pérez Canto en “El Conflicto después de la Victoria” quien añadió para la historia de la infamia diplomática: “algunos de esos curas observaban una conducta subversiva y poco edificante”.
Esta es en conclusión una de las etapas más dolorosas de la cruenta chilenización de Tacna y Arica donde se debía de eliminar todo el elemento peruano a como diere lugar y se usaban todo tipo de “estrategias” para obtener resultados positivos a favor de los detentores precarios de las provincias peruanas. Carlos A. Tellez, tacneño que vivió durante el cautiverio en su ciudad natal, escribió en su prefacio de su obra “La Cuestión de Tacna y Arica” sobre este triste episodio:
“Chile, cree que la causa de tanta resistencia está en la acción de los maestros y los curas y resuelve acabar con ellos.
Se cierran entonces las escuelas de niños y niñas. Ningún peruano puede enseñar ni las primeras letras; los que ganaban honradamente el pan en esta noble labor, caen en la miseria. Los curas peruanos son expulsados, y clausurados los templos, que más tarde se reabren con curas chilenos. Las imprentas son asaltadas y destrozadas; y los centros sociales robados y destruidos.
Pero el patriotismo tacneño y ariqueño se mantiene intacto. Los niños son educados en sus casas, y los padres que no pueden hacerlo, mantienen con su ejemplo y con su palabra el santo amor a la patria. Las mujeres rezan en sus hogares, sin oír misa, sin confesarse, sin practicar ninguno de los sacramentos administrados por los curas enemigos. ¡Sublime ejemplo, en que el patriotismo de las tacneñas y ariqueñas se sobrepone al sentimiento religioso, que es uno de los más profundos en el corazón de la mujer!”.
Ahora bien, la nota chilena de “homenaje”, fue enviada el 16 de setiembre y su respuesta remitida el 17 con la clara alusión que “se realizaran arreglos necesarios” y que una vez estos se encuentren listos se le comunicará al Pleniponteciario chileno el día del homenaje. Pero si el 23 de setiembre era la transmisión del mando ¿que tiempo habría para realizar el “sincero homenaje chileno”?. Como es de observarse, el saliente gobierno dejaba un asunto de repercusiones internacionales a que sea resuelto por la nueva administración.
El 27 de octubre el Señor Echenique hace una visita al Canciller Porras; y entre otros temas al final salió el problema de Tacna y Arica donde Porras con firmeza dijo: “yo quiero ser completamente franco con usted, a fin de que conozca mi manera de pensar sobre el problema de Tacna y Arica. Yo no acepto sino dos soluciones: o un procedimiento que signifique la entrega de esas provincias al Perú, conquistándose así Chile la amistad nuestra y recibiendo en cambio concesiones de todo género, o el arbitraje para acordar los pocos asuntos que quedan en discusión”.
La respuesta del enviado chileno fue: “El país pondría toda su energía para defender los derechos que le concede el Tratado de Ancón y que no se puede contar con que se produzca el menor cambio de orientación en la política de nuestra cancillería”. Con estas palabras avalaba el plenipotenciario chileno todo lo que sucedía a nuestros compatriotas en las provincias -en aquel momento- detentadas indebidamente por Chile, ya que habían transcurrido catorce años de más del plazo establecido para la celebración del Plebiscito impuesto en la cláusula tercera del Tratado de Ancón.
El 21 de noviembre el recientemente nombrado plenipotenciario peruano en Chile Carlos Álvarez Calderón, realiza una visita a su par chileno y es en este día donde hace conocer al plenipotenciario mapochino que el Canciller Porras ponía objeciones a la corona ofrecida en setiembre y estas se fundaban en la actitud del intendente de Tacna Máximo R. Lira y la cruenta política de chilenización. El 26 de noviembre el peruano nuevamente ve al Señor Echenique donde hacia constar que tanto el Señor Presidente Augusto B. Leguía como el Canciller Porras insistían en rechazar la ofrenda y que sería el mismo Porras quien se lo dirá personalmente en forma confidencial.
El 30 de noviembre llegó a Lima Francisco Vergara Donoso, quien fuera Ministro de RREE de Chile, según manifiesta Julio Pérez Canto: “era partidario de un arreglo con el Perú y culpaba al Sr. Lira de las dificultades en Tacna”. Pero el representante de Chile en Perú creía que la conducta de Lira “era el resorte del gobierno de Santiago”.
Para mayor muestra de la sinceridad de Echenique con el Perú, este manifestó que: “El señor Lira no era una persona sino un programa y el Dr. Porras y los peruanos querían que Chile renunciase a sus planes administrativos y políticos en Tacna, es decir que renuncie a la cosa disputada: que Chile reconozca su derrota antes de dar batalla” (El Conflicto Después de la Victoria, Pág. 172. Imprenta El Centenario – Lima 1921)
El 20 de diciembre el semanario “El Porvenir”, da cuenta del incidente de la corona ofrecida por Chile, y al día siguiente Miguel Echenique envía a su gobierno una extensa nota informando todo el asunto desde su óptica, culminando así: “La conducta del Perú podría ser apreciada a la luz de la nueva prueba de amistad que le hemos dado y quedaría demostrado ante los Gobiernos amigos que todos los esfuerzos de Chile se estrellan contra la tenaz negativa de avenimiento del Perú”.
No obstante conocer el parecer del Gobierno del Perú sobre el “sincero homenaje” que Chile deseba realizar a los caídos en la guerra de 1879, el 22 de diciembre de 1908, Echenique envía una nota al Canciller peruano diciendo finalmente: “Réstame después de transcurrido tres meses, conocer la resolución de V.E. en orden de la fijación de la fecha para la realización del acto material de la entrega de la corona que ha quedado pendiente desde el día señalado”.
El Ministro de RR EE peruano contesta por fin el 28 de diciembre de una manera contundente: “Es nuestro más vivo y sincero deseo que no se turbe con actos públicos que puedan tal vez provocar la susceptibilidad del sentimiento nacional peruano, la tranquilidad de las gestiones con que, confiamos, se ha de poner término a la triste situación de nuestros compatriotas de Tacna y Arica”.
Así proseguía el tiempo y el 9 de enero de 1909, el Canciller chileno Balmaceda remite una nota a Echenique diciendo: “El Gobierno estima que dados los términos de la nota del señor Porras V. S. debe regresar al país. Deje al Secretario como Encargado de Negocios”.
El Canciller Melitón F. Porras Osores y el diplomático chileno J. Miguel Echenique Gandarillas dieron durante el mes de enero de 1909 un intercambio de notas que mantuvo en ciernes las relaciones entre ambos países, siendo la culminación de estas con la enviada por Echenique a Porras el 23 de enero de 1909, donde comunica que “quedará a cargo de la legación, el Sr. Julio Pérez Canto como encargado de negocios. Ruego a V. E. que se digne en aceptar los homenajes de mi mas alta y distinguida consideración”.
La respuesta de Melitón Porras no se hizo esperar y el mismo día es contestada: “Me será grato prestar al señor Pérez Canto todas las facilidades que le sean necesarias en el puesto que va a desempeñar. Aprovecho la oportunidad para reiterar a V. E. las protestas de mi más alta y distinguida consideración”.
El 28 de enero un telegrama proveniente de Tacna enviado al Canciller Porras decía: Peruanos Tacna Arica – enterados notas incidente corona – aplauden actitud vuesencia – Mc Lean, Hnos. Barreto, Basadre, Forero, Castañón, Rodriguez, Herrera, etc. Ya antes el 14 de enero el “Morro de Arica” decía: “El motivo que para ello ha tenido el Dr. Porras no puede ser mas patriótico ni puede consultar mejor el sentir y pensar de los hijos de estos territorios”
Sobre este celebre incidente el mismo Melitón Porras en una polémica con José Pardo escribe en “El Comercio”, el 14 de enero de 1920: “La causa verdadera (del rechazo de la corona) fue una repugnancia invencible a aceptar en mi carácter de representante oficial del Perú una ceremonia que, por la impresión sentida por mi, me parecía tener mucho de humillante y de burlesca, al mismo tiempo, para nosotros.
Lo que al Perú le faltaba era precisamente eso. Dar vida a sus protestas, hacer visible su indignación por los crímenes cometidos a diario, en el territorio ocupado, manifestar y demostrar ante el mundo entero con el calor del sentimiento exteriorizado que quería recuperar el territorio arrancado por la fuerza y mantenido por el poder extraño por el efecto del abuso.
No podía olvidar eso el que presenció desde su campamento el incendio de Chorrillos, el que ha sentido de cerca las palpitaciones del corazón tacneño, el que ha sido testigo por largos años de la implacable dureza de la diplomacia chilena.”
En el célebre texto “Nuestra Cuestión con Chile”, Víctor Andrés Belaúnde afirma: “El Incidente de la Corona permitió manifestar al gobierno de Chile que conocíamos perfectamente la situación que se iba creando en Tacna y Arica y que conceptuábamos que ella era incompatible con las propuestas de cordialidad”. Mientras que Alberto Ulloa Sotomayor en “Posición Internacional del Perú” concluye: “Este rechazo le dio al Perú la propia conciencia de que no podía ser humillado por Chile; levantó el tono psicológico y moral del país y constituyó un grato desaire a la insinceridad chilena, envuelta en una formula que resultaba sacrílega”.
Entre octubre y noviembre último tuvimos como festejos diplomáticos el décimo aniversario de los claudicantes acuerdos de 1998 donde la dictadura fujimorista dejando a un lado la historia y el derecho del Perú, realizó una novación al Protocolo de Río de Janeiro. En ese mismo contexto invitemos a aquellos que festejan vergüenzas, a realzar un hecho como el historiado ahora, donde la dignidad del Perú nunca estuvo más firme y cuando hace cien años teníamos una diplomacia patriótica, inclaudicable y defensora de nuestros derechos internacionales.
(*) Abogado
Asesor en Asuntos Internacionales
“Lima, 16 de septiembre de 1908.- A S.E. el Dr. Solón Polo.- Señor Ministro: El Gobierno de Chile, queriendo asociarse al homenaje que el Gobierno del Perú ha rendido a los ciudadanos que en defensa de su patria sucumbieron en la guerra de 1879, me ha confiado el honroso encargo de depositar una corona de bronce en la tumba que ahora guarda sus restos.
Al transmitir a V. E. este deseo de mi Gobierno que entraña sencillamente una elevada significación moral me permito rogar a V. E. estime oportuno para dar cumplimiento a la piadosa misión con que he sido honrado. Aprovecho con agrado esta ocasión para renovar a V. E.. la expresión de los sentimientos de mi más alta y distinguida consideración. (Firmado José Miguel Echenique Gandarillas)”
Al día siguiente nuestro canciller el Doctor Solón Polo contesta así:
“Lima 17 de septiembre de 1908.- …En respuesta, me es muy grato expresar a V. E. rogándole se sirva transmitir a su Gobierno los vivos agradecimientos del mío por tan delicada atención.
Una vez que se hagan los arreglos necesarios me complaceré en acordar con V. E. todo lo referente al significativo homenaje que el gobierno chileno quiere tributar al sacrificio de los que ofrendaron abnegadamente su vida en defensa de la patria... (Firmado Solón Polo)”
La transmisión del mando se efectuó el 25 de setiembre y el nuevo Presidente era don Augusto B. Leguía quien eligió como su Canciller al Dr. Melitón Porras. En su discurso inaugural Leguía manifestó lo siguiente en torno al conflicto por Tacna y Arica: “El criterio del progreso solidario de la América y las soluciones pacíficas, nos inspirará para dirigir todas nuestras relaciones diplomáticas, y muy principalmente los esfuerzos para conseguir que nuestra frontera del sur sea, en la realidad, la designada por un tratado que el infortunio impuso y que, si nuestra fe nos obliga a respetar, no puede nuestra dignidad consentir que se agrave en nuestro daño”
Con estas palabras, Leguía ponía en claro nuestro derrotero en torno a la cuestión de Tacna y Arica y así mismo es necesario precisar que en el discurso inaugural del mandato de Leguía se encontraba el cuerpo diplomático y por ende la representación de Chile.
Para introducirnos más en el entorno histórico del momento del incidente, debemos recordar que las escuelas dirigidas por receptores peruanos eran cerradas por el hecho mismo de su nacionalidad donde según Chile, era el foco de resistencia en la niñez peruana. Del mismo modo en esos instantes nuestros “hermanos del sur” querían imponer ante El Vaticano que los curatos de Tacna y Arica sean administrados por sacerdotes chilenos, independizándola del obispado de Arequipa, porque cuando “se promovió por el Perú la cuestión del Plebiscito, se comprobó con sorpresa que el Gobierno de ese país tenía en los curas peruanos los agentes más decididos para la propaganda de su causa” así lo escribió Julio Pérez Canto en “El Conflicto después de la Victoria” quien añadió para la historia de la infamia diplomática: “algunos de esos curas observaban una conducta subversiva y poco edificante”.
Esta es en conclusión una de las etapas más dolorosas de la cruenta chilenización de Tacna y Arica donde se debía de eliminar todo el elemento peruano a como diere lugar y se usaban todo tipo de “estrategias” para obtener resultados positivos a favor de los detentores precarios de las provincias peruanas. Carlos A. Tellez, tacneño que vivió durante el cautiverio en su ciudad natal, escribió en su prefacio de su obra “La Cuestión de Tacna y Arica” sobre este triste episodio:
“Chile, cree que la causa de tanta resistencia está en la acción de los maestros y los curas y resuelve acabar con ellos.
Se cierran entonces las escuelas de niños y niñas. Ningún peruano puede enseñar ni las primeras letras; los que ganaban honradamente el pan en esta noble labor, caen en la miseria. Los curas peruanos son expulsados, y clausurados los templos, que más tarde se reabren con curas chilenos. Las imprentas son asaltadas y destrozadas; y los centros sociales robados y destruidos.
Pero el patriotismo tacneño y ariqueño se mantiene intacto. Los niños son educados en sus casas, y los padres que no pueden hacerlo, mantienen con su ejemplo y con su palabra el santo amor a la patria. Las mujeres rezan en sus hogares, sin oír misa, sin confesarse, sin practicar ninguno de los sacramentos administrados por los curas enemigos. ¡Sublime ejemplo, en que el patriotismo de las tacneñas y ariqueñas se sobrepone al sentimiento religioso, que es uno de los más profundos en el corazón de la mujer!”.
Ahora bien, la nota chilena de “homenaje”, fue enviada el 16 de setiembre y su respuesta remitida el 17 con la clara alusión que “se realizaran arreglos necesarios” y que una vez estos se encuentren listos se le comunicará al Pleniponteciario chileno el día del homenaje. Pero si el 23 de setiembre era la transmisión del mando ¿que tiempo habría para realizar el “sincero homenaje chileno”?. Como es de observarse, el saliente gobierno dejaba un asunto de repercusiones internacionales a que sea resuelto por la nueva administración.
El 27 de octubre el Señor Echenique hace una visita al Canciller Porras; y entre otros temas al final salió el problema de Tacna y Arica donde Porras con firmeza dijo: “yo quiero ser completamente franco con usted, a fin de que conozca mi manera de pensar sobre el problema de Tacna y Arica. Yo no acepto sino dos soluciones: o un procedimiento que signifique la entrega de esas provincias al Perú, conquistándose así Chile la amistad nuestra y recibiendo en cambio concesiones de todo género, o el arbitraje para acordar los pocos asuntos que quedan en discusión”.
La respuesta del enviado chileno fue: “El país pondría toda su energía para defender los derechos que le concede el Tratado de Ancón y que no se puede contar con que se produzca el menor cambio de orientación en la política de nuestra cancillería”. Con estas palabras avalaba el plenipotenciario chileno todo lo que sucedía a nuestros compatriotas en las provincias -en aquel momento- detentadas indebidamente por Chile, ya que habían transcurrido catorce años de más del plazo establecido para la celebración del Plebiscito impuesto en la cláusula tercera del Tratado de Ancón.
El 21 de noviembre el recientemente nombrado plenipotenciario peruano en Chile Carlos Álvarez Calderón, realiza una visita a su par chileno y es en este día donde hace conocer al plenipotenciario mapochino que el Canciller Porras ponía objeciones a la corona ofrecida en setiembre y estas se fundaban en la actitud del intendente de Tacna Máximo R. Lira y la cruenta política de chilenización. El 26 de noviembre el peruano nuevamente ve al Señor Echenique donde hacia constar que tanto el Señor Presidente Augusto B. Leguía como el Canciller Porras insistían en rechazar la ofrenda y que sería el mismo Porras quien se lo dirá personalmente en forma confidencial.
El 30 de noviembre llegó a Lima Francisco Vergara Donoso, quien fuera Ministro de RREE de Chile, según manifiesta Julio Pérez Canto: “era partidario de un arreglo con el Perú y culpaba al Sr. Lira de las dificultades en Tacna”. Pero el representante de Chile en Perú creía que la conducta de Lira “era el resorte del gobierno de Santiago”.
Para mayor muestra de la sinceridad de Echenique con el Perú, este manifestó que: “El señor Lira no era una persona sino un programa y el Dr. Porras y los peruanos querían que Chile renunciase a sus planes administrativos y políticos en Tacna, es decir que renuncie a la cosa disputada: que Chile reconozca su derrota antes de dar batalla” (El Conflicto Después de la Victoria, Pág. 172. Imprenta El Centenario – Lima 1921)
El 20 de diciembre el semanario “El Porvenir”, da cuenta del incidente de la corona ofrecida por Chile, y al día siguiente Miguel Echenique envía a su gobierno una extensa nota informando todo el asunto desde su óptica, culminando así: “La conducta del Perú podría ser apreciada a la luz de la nueva prueba de amistad que le hemos dado y quedaría demostrado ante los Gobiernos amigos que todos los esfuerzos de Chile se estrellan contra la tenaz negativa de avenimiento del Perú”.
No obstante conocer el parecer del Gobierno del Perú sobre el “sincero homenaje” que Chile deseba realizar a los caídos en la guerra de 1879, el 22 de diciembre de 1908, Echenique envía una nota al Canciller peruano diciendo finalmente: “Réstame después de transcurrido tres meses, conocer la resolución de V.E. en orden de la fijación de la fecha para la realización del acto material de la entrega de la corona que ha quedado pendiente desde el día señalado”.
El Ministro de RR EE peruano contesta por fin el 28 de diciembre de una manera contundente: “Es nuestro más vivo y sincero deseo que no se turbe con actos públicos que puedan tal vez provocar la susceptibilidad del sentimiento nacional peruano, la tranquilidad de las gestiones con que, confiamos, se ha de poner término a la triste situación de nuestros compatriotas de Tacna y Arica”.
Así proseguía el tiempo y el 9 de enero de 1909, el Canciller chileno Balmaceda remite una nota a Echenique diciendo: “El Gobierno estima que dados los términos de la nota del señor Porras V. S. debe regresar al país. Deje al Secretario como Encargado de Negocios”.
El Canciller Melitón F. Porras Osores y el diplomático chileno J. Miguel Echenique Gandarillas dieron durante el mes de enero de 1909 un intercambio de notas que mantuvo en ciernes las relaciones entre ambos países, siendo la culminación de estas con la enviada por Echenique a Porras el 23 de enero de 1909, donde comunica que “quedará a cargo de la legación, el Sr. Julio Pérez Canto como encargado de negocios. Ruego a V. E. que se digne en aceptar los homenajes de mi mas alta y distinguida consideración”.
La respuesta de Melitón Porras no se hizo esperar y el mismo día es contestada: “Me será grato prestar al señor Pérez Canto todas las facilidades que le sean necesarias en el puesto que va a desempeñar. Aprovecho la oportunidad para reiterar a V. E. las protestas de mi más alta y distinguida consideración”.
El 28 de enero un telegrama proveniente de Tacna enviado al Canciller Porras decía: Peruanos Tacna Arica – enterados notas incidente corona – aplauden actitud vuesencia – Mc Lean, Hnos. Barreto, Basadre, Forero, Castañón, Rodriguez, Herrera, etc. Ya antes el 14 de enero el “Morro de Arica” decía: “El motivo que para ello ha tenido el Dr. Porras no puede ser mas patriótico ni puede consultar mejor el sentir y pensar de los hijos de estos territorios”
Sobre este celebre incidente el mismo Melitón Porras en una polémica con José Pardo escribe en “El Comercio”, el 14 de enero de 1920: “La causa verdadera (del rechazo de la corona) fue una repugnancia invencible a aceptar en mi carácter de representante oficial del Perú una ceremonia que, por la impresión sentida por mi, me parecía tener mucho de humillante y de burlesca, al mismo tiempo, para nosotros.
Lo que al Perú le faltaba era precisamente eso. Dar vida a sus protestas, hacer visible su indignación por los crímenes cometidos a diario, en el territorio ocupado, manifestar y demostrar ante el mundo entero con el calor del sentimiento exteriorizado que quería recuperar el territorio arrancado por la fuerza y mantenido por el poder extraño por el efecto del abuso.
No podía olvidar eso el que presenció desde su campamento el incendio de Chorrillos, el que ha sentido de cerca las palpitaciones del corazón tacneño, el que ha sido testigo por largos años de la implacable dureza de la diplomacia chilena.”
En el célebre texto “Nuestra Cuestión con Chile”, Víctor Andrés Belaúnde afirma: “El Incidente de la Corona permitió manifestar al gobierno de Chile que conocíamos perfectamente la situación que se iba creando en Tacna y Arica y que conceptuábamos que ella era incompatible con las propuestas de cordialidad”. Mientras que Alberto Ulloa Sotomayor en “Posición Internacional del Perú” concluye: “Este rechazo le dio al Perú la propia conciencia de que no podía ser humillado por Chile; levantó el tono psicológico y moral del país y constituyó un grato desaire a la insinceridad chilena, envuelta en una formula que resultaba sacrílega”.
Entre octubre y noviembre último tuvimos como festejos diplomáticos el décimo aniversario de los claudicantes acuerdos de 1998 donde la dictadura fujimorista dejando a un lado la historia y el derecho del Perú, realizó una novación al Protocolo de Río de Janeiro. En ese mismo contexto invitemos a aquellos que festejan vergüenzas, a realzar un hecho como el historiado ahora, donde la dignidad del Perú nunca estuvo más firme y cuando hace cien años teníamos una diplomacia patriótica, inclaudicable y defensora de nuestros derechos internacionales.
(*) Abogado
Asesor en Asuntos Internacionales