En el portal del diario español ABC del 7 de setiembre de este año, con el título “Algún ciudadano Bueno”, se lee en el artículo de Juan Velarde:

Uno de los que ha salido de la formación naranja es un buen amigo,Javier Bueno, un apellido que no le hace los honores exactos porque en él es todo la excelencia supina. Es una de las personas más cabales, profesionales y fieles a más no poder. Él no entró en Ciudadanos por ansia de pillar carguito alguno. Él creía en un proyecto estable de a futuro y, desgraciadamente, se ha topado con la indecencia y canallada de cuatro sujetos que han tomado el partido al asalto porque, a todas estas, el señor Rivera no es Dios omnipotente y, por tanto, no se entera de los quilombos que se le montan más allá de Cataluña o Madrid.

 

Comentario

Se trata de un artículo de admiración hacia Javier Bueno, pero al emplear el adjetivo “supino” el autor dice exactamente lo contrario de lo que quería expresar, pues supino es “Dicho de un estado de ánimo, de una acción o de una cualidad moral: Necio, estólido”, como indica el DRAE. Supino se emplea en realidad para hablar mal de algo o de alguien.

Supino es un adjetivo que suele confundir a autores que quieren impresionar con su vocabulario y emplean palabras relativamente rebuscadas, sin haber entendido bien su significado. Por comenzar con “sup”, hay gente que cree que supino es algo “superior”, “supremo”, “superlativo”, etc. (ver “con una inteligencia supina” y “supino mestizaje”)

Podríamos decir por ejemplo:

Uno de los que ha salido de la formación naranja es un buen amigo, Javier Bueno, un apellido que no le hace los honores exactos porque en él es todo la excelencia máxima. Es una de las personas más cabales, profesionales y fieles a más no poder. Él no entró en Ciudadanos por ansia de pillar carguito alguno. Él creía en un proyecto estable de a futuro y, desgraciadamente, se ha topado con la indecencia y canallada de cuatro sujetos que han tomado el partido al asalto porque, a todas estas, el señor Rivera no es Dios omnipotente y, por tanto, no se entera de los quilombos que se le montan más allá de Cataluña o Madrid.