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A Bhutto la liquidan a tiros, mientras que la explosión mata también a más de 20 personas

Con certeros disparos, en medio de una explosión, hace pocas horas ha sido asesinada Benazir Bhutto, quien años atrás desempeñó el cargo de primera ministra (jefa de gobierno) de Pakistán. Hace unos meses, después de un largo exilio en Gran Bretaña, la señora Bhutto —una política de centro derecha, si tal calificación es válida para una nación islámica tradicional como Pakistán— había regresado a su tierra natal para reactivar la vida política de su país, alterada por el terrorismo y por la dictadura de Pervez Musharraf.

 

A los pocos días de su retorno, con motivo de una manifestación en las calles, que ella había organizado, se produjo un letal atentado suicida con coche bomba, que dejó muertos a varios de sus partidarios. Esto le causó preocupación pero no la inhibió, y en medio de grandes peligros, siguió desarrollando su actividad partidaria. Sin embargo, el hecho arroja sombras sobre la participación de la dicatura de Musharraf en el atentado.

¿Qué pasa en Pakistán?

Pakistán es un estado que tiene fronteras con India, China y Afganistán, para mencionar países conocidos. En un territorio menor que el peruano (796 mil kilómetros cuadrados) alberga a más de 136 millones de habitantes. Es un país en el que reina una gran pobreza y que tiene estructuras sociales arcaicas, aún existen zonas tribales; más es agrícola que industrial. La religión mayoritaria es la musulmana, y se vive en un ambiente de intolerancia religiosa. Las madrasas (escuelas religiosas) tienen gran influencia y en ellas han ido ganando espacio clérigos de tendencias radicales.

El conocido movimiento talibán, de Afganistán, tuvo su inspiración en las enseñanzas de los religiosos pakistaníes. Cuando los talibanes toman el poder en Afganistán a comienzos de la década de los 90 del siglo pasado, las masas islámicas pakistaníes y sus dirigentes religiosos se sentían felices, porque pensaban que los talibanes iban a aplicar desde el gobierno una legislación basada en la sharía, conjunto de normas de derecho basadas en el Corán. Y así fue: los talibanes impusieron una brutal dictadura que, entre lo más inofensivo que podemos mencionar, prohibió que las mujeres trabajasen y que las niñas aprendiesen a leer y escribir.

Cuando el año 2001, luego del atentado del 11 de setiembre, el gobierno talibán se negó a entregar a Osama Bin Laden a los EE. UU., este país invadió Afganistán. En solidaridad con sus hermanos de religión, miles de voluntarios pakistaníes cruzaron la frontera con Afganistán para pelear al lado de los afganos contra los ataques de los EE. UU. Ocurre que la forma estadounidense de llevar la guerra, con devastadores ataques de aviación1, sorprendió a los talibanes y a sus aliados pakistaníes, y ni siquiera como guerrilla pudieron resistir la arremetida de los estadounidenses2.

Con el sabor amargo de la derrota, miles de desmoralizados combatientes pakistaníes, al regresar a su país, se dieron con la desagradable sorpresa de que su gobierno, que simpatizaba con los talibanes, se había visto obligado, bajo amenaza de ataque militar, a colaborar con los estadounidenses en su lucha contra el terrorismo. El desánimo y la decepción de los voluntarios retornantes de Afganistán y de la mayoría de la población se convirtieron en rabia sin límites y los clérigos radicales aumentaron su influencia.

Desde ese momento los atentados con coche bomba, la destrucción de edificios, los incendios y los asesinatos selectivos son cosa de todos los días en Pakistán, país con capacidad nuclear. Los radicales islámicos no aceptan la legitimidad de ningún gobierno en su país, y se ha entrado en un inacabable vértigo de violencia en el cual están felices los fanáticos religiosos, cuya máxima dicha y gloria es inmolarse en atentados suicidas, método preferido para llevar adelante la Yihad o Guerra Santa. En este ambiente desarrollaba su quehacer político la infortunada Benazir Bhutto.

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1 Soltaron potentes bombas termobáricas, con las cuales aniquilaron o desalojaron a los talibanes que tenían su refugio en cuevas y túneles de las montañas.

2 Debemos señalar que no fueron sólo los estadounidenses quienes combatieron a los talibanes; participó también la llamada Alianza del Norte, una agrupación militarizada antitalibán que, controlando entre 5 y 10% de territorio afgano, en el norte, resistió todo el tiempo a los talibanes y no les permitieron entrar a sus zonas liberadas.