La secta del Opus Dei ha suscitado rechazo en casi todos los países donde se ha instalado, desde España hasta Estados Unidos y el Perú, donde se les asocia a oscuras maniobras, la manipulación y una desmedida codicia.
Ante los numerosos testimonios de católicos que denuncian estos hechos, ex miembros del Opus Dei se han agrupado y han redactado en conjunto una queja al Vaticano, donde fundamentan su denuncia y detallan las prácticas por las cuales han pasado, lo cual han volcado en un documento que ha sido presentado a la Santa Sede, que ha iniciado este año una investigación.
En esta primera parte de la denuncia se da cuenta de la inmoral práctica de manopular a adolescentes y jóvenes para aislarlos de sus padres, a quienes incitan a ocultar sus tratos con la secta del Opus Dei.
Otro aspecto es el ocultamiento sistemático de los verdaderos propósitos de la secta y la manipulación psicológica, que emplea ténicas coercitivas, pues, lejos de promover un espíritu de discernimiento, practican el lavado cerebral.
Un aspecto escandaloso consiste en la falta de caridad y las represalias que la secta ejecuta contra quienes se atreven a disentir, para lo cual llegan al colmo de emplear sus influencias para perseguirlos incluso hasta hacerlos perder sus empleos.
A continuación, la primera parte de la denuncia:
ESCRITO DE DENUNCIA PARA EL VATICANO
19 de marzo de 2008
Lugar y fecha
Emmo. y Rvmo. Mons. D.
Prefecto de la Congregación para
Ciudad del Vaticano
Eminencia Reverendísima:
Los abajo firmantes, todos cristianos bautizados en la Iglesia Católica, nos dirigimos de la manera más atenta y respetuosa a su Eminencia, para someter a su amable consideración una serie de cuestiones que pensamos conciernen de manera importante al bien de la Iglesia y de las almas, en especial de todas aquellas personas que están bajo la jurisdicción de la Prelatura Personal de la Santa Cruz y Opus Dei para sus fines específicos, y de las que pueden ser atraídas en el futuro hacia esta organización.
Todos pertenecimos en otro tiempo a esa Prelatura, y algunos nos vimos obligados a abandonarla después de bastantes años de dedicación y trabajo en los apostolados que lleva a cabo el Opus Dei. El conocimiento del funcionamiento interno de la Obra, que nos ha proporcionado la experiencia vivida durante nuestra estancia en ella, nos hace temer que, en la relación del Opus Dei con la Santa Sede, puedan resultar camuflados determinados procedimientos empleados por dicha Prelatura en la captación de sus miembros, así como ciertas formas de vida y praxis contrarias al sentir de la Iglesia, que se desarrollan en la institución sin el conocimiento ni aprobación de la Sede Apostólica.
Especialmente, podemos asegurarle que el respeto a la libertad de conciencias –subrayado insistentemente por el Magisterio católico reciente, en consonancia con esa expresión de la ética natural que son los Derechos Humanos- es obviado constantemente en el Opus Dei, haciendo caso omiso de las enseñanzas del Concilio Vaticano II en su Declaración Dignitatis humanae, que tan recurrentemente han recordado desde entonces los Papas sucesivos.
Resumimos a continuación para la consideración de su Eminencia Reverendísima los aspectos que consideramos deberían ser observados por la Santa Sede:
a. Respecto a la pastoral vocacional:
- Se realiza una presión psicológica sobre gente muy joven:
Aunque oficialmente no se permite la incorporación temporal hasta la mayoría de edad, se emplea el subterfugio de admitirlos como “aspirantes” a partir de los catorce años y medio, según puede comprobarse en los reglamentos internos de la institución, que no están aprobados por la Iglesia[1]. Y así, desde que los niños y jóvenes se acercan a los apostolados del Opus Dei (clubes juveniles), van encauzando a los que consideran idóneos para que al llegar a esa temprana edad entren ya en la Obra.
Se indica a estos muchachos que no hablen del tema con sus padres ni con nadie fuera de los tutores del club, miembros de la Prelatura. Podemos aportan muchos testimonios que lo acreditan.
Antes del ingreso en la institución existe una inadmisible ausencia de información sobre asuntos importantes que habrán de vivirse una vez dentro: se les seduce con el reclamo de la santificación en medio del mundo como cristianos corrientes, en tareas seculares y siguiendo la vocación profesional propia de cada uno, sin sacar a nadie de su sitio. Pero no se les dice –p. ej., a los que se propone que entren como numerarios- que han de estar disponibles para abandonar la vocación profesional a fin de dedicarse a tareas internas; ni que han de renunciar a la asistencia a reuniones familiares o a espectáculos públicos y otras actividades culturales; etc. Esto es, se produce un evidente fraude porque la praxis real de vida de las numerarias y de los numerarios coincide con la de los religiosos, y a la inmensa mayoría de este tipo de miembros se les pide que abandonen su profesión secular para dedicarse trabajos apostólicos corporativos, todo ello como requisito de su entrega y amor a Dios. Lo que acabamos de señalar ocurre por una dolosa falta de transparencia institucional, porque no se enseñan ni se dan a conocer los Estatutos de la Prelatura aprobados por la Sede Apostólica; pero, sobre todo, porque el tenor de vida real de los miembros numerarios no se rige por los mencionados Estatutos, sino por una normativa interna no aprobada ni conocida por la Santa Sede, y de la que no se informa a las potenciales vocaciones.
- En la promoción vocacional se actúa de forma muy poco sobrenatural:
La crisis vocacional la plantea un miembro de la institución y no la persona que se acerca a ella, de forma que el afectado normalmente se siente presionado en su conciencia, y con la obligación de responder de forma afirmativa, bajo el temor de cometer pecado, de ser infeliz en la vida y de exponerse a la condenación si rechaza la invitación que se le hace[2]. Es decir, no se da un discernimiento sobrenatural de la vocación. Serían incontables los testimonios que podríamos aportar para verificar esta realidad, que viene contemplada en los escritos del Fundador y en los reglamentos internos de la institución.
Por otra parte, resultan muy poco sobrenaturales los criterios que se siguen para discernir la vocación, según aparecen en las Instrucciones del Fundador y en las Experiencias para las labores apostólicas: aspecto físico, ausencia de defectos físicos, posición social, poder adquisitivo económico, poder de influencia de la propia familia, títulos académicos.
- Se secuestra la libertad interior que los Estatutos de la Prelatura reconocen para discernir la vocación:
En efecto, una vez dentro, se oculta a los candidatos el sentido de discernimiento que tienen las sucesivas incorporaciones jurídicas, ejerciendo sobre ellos una permanente presión moral para no se planteen la posibilidad de que sea legítimo en su caso dejar la institución en los años en que todavía no se han incorporado de forma definitiva. La predicación del Fundador al respecto no admite la menor duda, en cuanto equipara sin matices la fidelidad a Dios con la permanencia en la institución por él fundada[3].
- No se vive la justicia ni la caridad con los que dejan la institución:
Se realizan expulsiones con y sin previo aviso, dejando a la persona sin nada, hasta sin autoestima, sin considerar si está enfermo, su edad, etc. El abandono es total, espiritual y económico, de las personas que han dejado la Obra, sin tomar en cuenta que muchos no poseen nada para poder empezar una nueva vida y necesitan de la ayuda de la institución a la que dieron todo, durante muchos años de su vida, en los que se han entregado totalmente por amor a Dios sin guardarse nada para si, ni pensando en el futuro.
Podemos acreditar que en ocasiones se producen represalias, especialmente en el campo laboral, contra aquellos que han abandonado la institución, aun perdiendo su trabajo cuando la empresa tenía alguna relación con la prelatura. En el Vademecum del gobierno local se encuentra la justificación del ostracismo a que se somete de formas muy diversas a quienes abandonan la Prelatura[4].
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* Ver: La verdad sobre el Opus Dei - Una secta peligrosísima
[1] Ver las Experiencias de los consejos locales, Roma 19.III.2005, p. 34.
[2] Ver ibidem, pp. 52-56.
[3] Ver, p.ej., Meditaciones, T. III, comentario al sábado de la XIII semana del Tiempo Ordinario.
[4] Ver las pp. 66-68. Este vademécum de 2002 fue reemplazado en 2005 por las Experiencias de los consejos locales, para suavizar la expresión escrita de esa praxis. Aun así sigue siendo inadmisible lo que en estas Experiencias se indica: ver pp. 58-60.