El papel de la mujer en el movimiento yihadista
Por Adrián Mac Liman (*)
“La mujer casada, la pata quebrada y en casa”. Curiosamente, el refrán encontró eco en las últimas declaraciones de Ayman Al-Zawahiri, el “número dos” de Al Qaeda, quien invitó a las esposas de los hombres-bomba a dedicarse a las labores del hogar y a la educación de sus hijos. Según Al Zawahiri, la “noble tarea” de acabar con los enemigos del Islam incumbe a sus maridos.
Los comentarios del radical egipcio provocaron una oleada de protestas entre las candidatas al suicidio. La ira de las mujeres-bomba queda reflejada en los sitios de Internet de los extremistas islámicos. Las mayoría de los mensajes enviados recientemente a las páginas de la Red censuran el machismo de la cúpula de Al Qaeda, señalando la importancia del papel desempeñado por la mujer en la yihad. Más aún: la web de las yihadistas publica numerosos artículos dedicados a la participación de las musulmanas en las guerras de liberación, las operaciones de guerrilla, los ataques contra objetivos ‘enemigos’, etc.
Sin embargo, los expertos occidentales consideran que las mujeres no ocupan puestos clave en las estructuras de mando de Al Qaeda. Entre 1985 y 2006, las mujeres protagonizaron más de 220 operaciones suicidas, según el Centro Jaffe para Estudios Estratégicos de la Universidad de Tel Aviv.
Los territorios palestinos son el principal escenario de actuación de las mujeres-bomba. En los últimos veinte años, en Israel, Gaza y Cisjordania se perpetraron casi setenta ataques protagonizados por mujeres. El Rusia y Chechenia se registraron casi cincuenta actos de violencia; en Irak, más de una veintena; en Turquía, una quincena; en el Líbano, alrededor de seis; en Marruecos y Pakistán, dos ataques respectivamente.
Al parecer, una de las pocas organizaciones islámicas que reconoce el derecho de la mujer de involucrarse en la lucha contra los enemigos del mahometanismo es el movimiento de resistencia palestino Hamas. Y ello, pese a las reticencias formuladas en la década de los 80 por su fundador, el jeque Ahmed Yasin.
Para los servicios de inteligencia israelíes, que elaboraron un detalladísimo retrato-robot del hombre-bomba, la presencia de la mujer en los grupos de “mártires del Islam” sigue siendo una incógnita. En efecto, los expertos aún no han sido capaces de contestar a las siguientes preguntas: ¿difieren las motivaciones de la mujer de las del hombre-bomba? ¿Hay más dedicación a la causa en el seno del elemento femenino? ¿Son las mujeres más radicales que los hombres? ¿Necesitan un período de adiestramiento más corto que los varones? ¿Participan las combatientes en la toma de decisiones? ¿Desean las mujaydín establecer la estrategia de sus respectivas misiones?
Los especialistas israelíes y sus colegas occidentales prefieren no aportar respuestas a estas preguntas, tratando de minimizar el papel de la mujer. La única explicación valida facilitada por los servicios de lucha antiterrorista de Tel Aviv es que la presencia de una mujer en los escenarios de posibles atentados suscita menos suspicacia que la del varón
y que el éxito de los ataques perpetrados por mujeres-bomba sirven para… levantar el ánimo de los grupúsculos de combatientes suicidas.
Otra explicación que nos ha parecido poco lógica es que las suicidas provienen de estructuras sociales tradicionales. Su pertenencia a grupúsculos radicales ilustra su deseo de lograr la… emancipación de la mujer. Una meta aún inalcanzable para muchas musulmanas que, siempre según Ayman Al Zawahiri y… el refranero español, deben soñar con la no menos famosa frase: La mujer casera, el marido se la muera. Es, probablemente, la única manera de mostrar su auténtico valor.
(*) Analista político internacional
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.