Hacia una sociedad gangsteril
Por Xavier Caño Tamayo (*)
En un hotel de los cayos de Florida, coinciden un oficial, que vuelve de Europa tras la segunda guerra mundial, y Johny Rocco, gángster deportado de Estados Unidos que regresa clandestinamente. El soldado hace una pregunta retórica en un momento de tensión del filme: “¿Qué quiere Rocco?” Y él mismo se responde: “Quiere más”. El gángster lo confirma: “Eso es, quiero más”. El soldado pregunta de nuevo: “¿Alguna vez Rocco tendrá bastante?” Y Rocco aclara: “Nunca tengo bastante”. Estas historias para no dormir sólo se explican por actitudes y actuaciones que retrata John Huston en su película de gángsteres, Cayo Largo. Lo malo es que eso sucede hoy impunemente cuando la FAO (agencia de la ONU contra el hambre) anuncia que en 2007 aumentó en 50 millones el número de hambrientos. Y cuando la reciente reunión del G8 da la espalda a África, incumpliendo compromisos adquiridos en cumbres anteriores, dejando que campen hambre, sida, malaria y tuberculosis… por no invertir 50.000 millones de dólares. ¿Demasiado? Los países ricos han aportado en los últimos seis meses un billón de dólares para salvar a grandes bancos que se habían metido en problemas por su mala cabeza y su codicia.
Medios informativos muestran hechos y dichos de gentes cuyo único objetivo es el beneficio incesante sin el menor rubor ni decencia. Por ejemplo, un estudio sobre la investigación bioquímica en Estados Unidos denuncia más de 2.300 casos anuales de malas prácticas científicas. Lo publica la revista científica Nature. Malas prácticas, según la Fundación Nacional de la Ciencia estadounidense, son “mentiras, falsificaciones o plagios en la propuesta, realización o revisión de una investigación, o en el informe de sus resultados”. ¿Por qué tanta mala práctica? Dinero, enriquecimiento veloz.
Según el Centro de Investigación Económica y Empresarial de Londres, en 2007 se pagaron más de 14.000 millones de dólares en bonificaciones en la City londinense, el mayor centro financiero europeo. Tanto como la mitad de exportaciones de Colombia en 2007 o la tercera parte de Argentina. Unos 5.000 corredores de bolsa y gerentes financieros recibieron cientos de miles de dólares cada uno. El Eurogrupo (reunión de ministros de economía de la zona euro de la Unión Europea) investiga en qué medida los sueldazos de altos ejecutivos han contribuido a crear la crisis financiera internacional. El problema de los indecentes ingresos de directivos no es sólo de financieros. Ángela Merkel, canciller de Alemania, ha criticado sueldos del sector automovilístico como el de Wendeling Wiedeking, de Porsche, que en 2007 obtuvo 75 millones de dólares. O el de Alan Mullaly, presidente de Ford Motor, que logró más de 40. Mientras continúan las llamadas a la moderación salarial (de trabajadores, por supuesto) siguen los escandalosos aumentos de ingresos de directivos hasta la obscena desigualdad de que en Estados Unidos los ejecutivos consigan ingresos mil veces superiores a los de los trabajadores de sus empresas.
Pero aún hay una vuelta de tuerca más. Algunas de las más poderosas empresas del mundo rico (Alcoa, British Airways, Deutsche Bank, Shell…) piden que la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero… les reporte beneficios, porque sólo así se podrá afrontar el cambio climático. Recomiendan que los gobiernos reduzcan las emisiones de gases invernadero a la mitad para 2050, pero que los límites de esas emisiones sean flexibles, permitiendo libertad de emisión a algunos sectores para aprovechar las posibilidades de beneficio económico del enfrentamiento al cambio climático. El vicepresidente del Deutsche Bank ha llegado a decir que ve “oportunidades enormes para la industria financiera” en la lucha contra el cambio climático, para añadir que “si los líderes (de los gobiernos) acuerdan un sustituto a lo acordado en Kioto, basado en límites de emisiones de gases, y crean un mercado global de dióxido de carbono, entonces ahí sí podemos hablar de negocios”.
Como ha denunciado Charles Abani, representante de Acción Global contra la Pobreza (coalición de cientos de ONG y centros de estudios independientes), salvar bancos parece más importante que salvar vidas, más importante que salvar personas.
Gangster es un individuo que procura el mayor beneficio y el de su banda utilizando violencia, soborno, desvergüenza, malas artes o coacción; no reparando en nada para conseguirlo y rechazando cualquier ética, control o regulación. ¿Comprenden ahora el porqué del título de este artículo?
(*) Periodista