Conforme pasan los años aumentan las innovaciones tecnológicas para animar los espectáculos, pero en esta inauguración de las olimpiadas de Beijing no sólo ha habido recursos tecnológicos, sino mucha imaginación que ha deslumbrado, sin dejar de ser sobria.
Los detalles fueron dirigidos por el cineasta Zhang Yimou, quien desplegó en el novísimo estadio, conocido como “El Nido”, un armónico espectáculo que incluyó exhibiciones de los aportes de la China al mundo, como el papel.
Llamaron la atención la presentación de un reloj digital humano en el campo, compuesto de miles de jóvenes que simulaban que corrían los segundos, cada uno de ellos con un típico instrumento chino de percusión, que enmudeció a los espectadores, hasta que llegó la hora cero y reventaron los fuegos artificiales, que también son otro invento histórico de la China para el mundo.
Una escena llamativa fue el encendido del pebetero, que simuló un hombre corriendo en el aire. Se trataba del gimnasta Li Ning, quien ganó tres medallas de oro en Los Ángeles en 1984, quien encendió el pebetero, al que siguieron creativos juegos artificiales.
Las colosales dimensiones de “El Nido”, hicieron posible albergar en total a unas 160 mil personas, entre espectadores y actuantes de escena, que fueron unos 14 mil.
Otras alegorías que encantaron fueron la inmensa esfera que representó al mundo, en alusión al lema de esta olimpiada: “One world, one dream” (“Un mundo, un sueño”), con una mezcla de acróbatas y miles de fotografías de niños sonrientes.
La tradición y aportes históricos chinos al mundo representados incluyeron el papel, la brújula, la pólvora y la imprenta de tipos móviles. No faltaron las etnias con sus trajes típicos, incluyendo el tibetano, de la minoría que estos meses protesta en China y en otros países.
Se estima en 55 mil millones de dólares la inversión de la China en estos juegos, en los que participa con 693 deportistas, número con el que esperan obtener la mayor cantidad de medallas.