cubanos presos eeuuPor Gustavo Espinoza M. (*)

El pasado 3 de mayo las autoridades judiciales de los Estados Unidos aceptaron una antigua solicitud hecha por René González Sewerert.

Como consecuencia de esa decisión, el antiterrorista cubano que fuera detenido hace casi 15 años, podrá vivir en Cuba, con su familia, superando la dramática situación que le habían impuesto los mismos que ahora adoptan una decisión distinta.

¿Qué ha ocurrido para que este cambio de produzca? Hay ciertamente diversos factores vinculados sobre todo a la gran campaña internacional desplegada en todos los  continentes en demanda de libertad para “los últimos soldados de la Guerra Fría”, como los llamara el escritor brasileño Fernando Morais. Nos referimos a René González, Ramón Labañino, Gerardo Hernández, Antonio Guerrero y Fernando González, los valerosos agentes de la Inteligencia Cubana que actuaron en el interior de las organizaciones  anticubanas que operan en Miami, al amparo de los servicios secretos yanquis.

Ellos —como lo admitieron desde el mismo instante que fueran intervenidos por el Buró Federal de Investigaciones en el país del norte— actuaron para infiltrarse en las estructuras criminales lideradas por Orlando Bosh y Posada Carriles, a fin de salvar vida de ciudadanos cubanos, norteamericanos y de otros países.

Si bien en un comienzo fue intención del gobierno de los Estados Unidos acusar a los 5 de delitos mayores: espionaje y terrorismo; esta idea fue descartada a muy poco de andar. Objetivamente, no había manera de comprometer a estos valerosos combatientes en acciones de este corte. Contra ellos, entonces, se debió crear una nueva configuración delictiva. Se les incriminó, así, el “asociarse para delinquir”, es decir, reunirse en grupo con el ánimo de actuar contra la ley.

Claro que, en el caso, tampoco se pudo probar que lo hubiesen hecho, es decir, que hubiesen realizado acciones contrarias a la normatividad impuesta en USA. Por el contrario, todos los testigos de la Defensa —incluidas altas autoridades militares y navales— debieron admitir algo que luego fue confirmado por el mundo: los 5 nunca cometieron delitos de este signo y la acusación que se les formulara carecía por completo de sustento.

Las penas dictadas contra los 5, fueron sencillamente inicuas. Gerardo Hernández, por ejemplo, fue condenado a dos cadenas perpetuas más 15 años de cárcel. Ramón Labañino a una cadena perpetua, más 18 años de cárcel; y Antonio Guerrero a una cadena perpetua, más 10 años de prisión.

Estas condenas no pudieron mantenerse precisamente por su condición de abusivas y desproporcionadas. Finalmente, lo único que se les podía incriminar a los 5, era el vivir ilegalmente en los Estados Unidos y realizar trabajos sin estar autorizados para ello por los funcionarios de migraciones de ese país. En cualquier circunstancia, tal “delito” habría dado lugar a la expulsión inmediata de los involucrados, del territorio de los Estados Unidos, pero en ningún caso a su encarcelamiento vitalicio.

En todas partes se alzaron voces de protesta ante las condenas dictadas por el Tribunal que vio la causa en el Estado de La Florida. El rechazo a la misma, en su momento, dio lugar a que la Corte Federal de Atlanta objetara esa sentencia, y que ella fuera declarada fuera de lugar por la Comisión de Detenciones Ilegales de Naciones Unidas. Organismos tan conocidos en el mundo como “Amnistía Internacional” ampararon, en este contexto, el rechazo internacional a esta sentencia abominable y cruel.

Esa presión permitió que la Corte de La Florida —precisamente aludiendo al peso de la condena mundial que se alzara contra ella— resolviera “revisar” las sentencias. Tuvo, sin embargo, una decisión tan curiosa como errática: mantuvo la condena mayor, contra Gerardo Hernández, situada en dos cadenas perpetuas más 15 años de cárcel, pero eliminó las cadenas para Ramón Labañino y Antonio Guerrero, situando a ambos en un promedio de 30 años de reclusión para ambos, redujo de 19 a 17 el tiempo de prisión para Fernando González.

Y aunque oficialmente no dictó ninguna variante en relación a René González, a quien le asignara 15 años tras las rejas, modificó esta condena en octubre del 2011 cuando debió liberarlo. La incrementó en un año, disponiendo, entre tanto para él un régimen de “libertad restringida” que tendría que ser cumplido en el Estado de La Florida. En otras palabras, abrió las puertas de la cárcel de Marianna y enrejó el Estado completo para que René no pudiera desplazarse libremente, ni abandonar el territorio norteamericano.

El argumento para esa decisión abusiva se sustentó en el hecho que René detentaba también la nacionalidad estadounidense, lo que —a juicio del Tribunal— complicaba el caso.

Las cosas corrieron, sin embargo por otro carril. Se incrementó en el mundo la campaña solidaria con los 5, se multiplicaron las tareas y las acciones y crecieron significativamente los comités de apoyo a esta causa en todos los países de la tierra. Y en todas partes las embajadas de los Estados Unidos y los funcionarios yanquis que recorrieron el mundo, y hasta el Secretario General de Naciones Unidas, debieron soportar la exigencia de millones de personas que en todos los idiomas les exigieron la libertad de estos héroes.

René González, sin embargo, pudo volver a La Habana en abril del 2012 para acompañar el duelo de su familia por la muerte de su hermano Roberto, quien a su vez, fuera su abogado en la causa. Y esa realidad volvió a presentarse recientemente como consecuencia del deceso de Cándido González, su padre. En ambos casos, el retorno a Cuba de René, estuvo regulado por disposiciones precisas de las autoridades judiciales y administrativas de los Estados Unidos.

Hoy, sin embargo dichas autoridades han variado su decisión. Probablemente han tomado también en cuenta el comportamiento ejemplar el acusado que observó una conducta social impecable en los casi dos años que mantiene fuera de la cárcel. Quizá por eso ahora está en La Habana, y allí quedará después que culmine su renuncia a la nacionalidad norteamericana que también poseía.

El que René vuelva a Cuba y lo haga para quedarse es por cierto una enorme paso adelante. Confirma la victoria de la justicia sobre la iniquidad; de la dignidad sobre el desamparo; y el derecho sobre el abuso. Pero este triunfo no se hace extensivo a sus cuatro compañeros de infortunio, razón por la cual en todas partes de escucha la misma voz: “¡la lucha continúa!”. Como bien ha dicho Gerardo Hernández, los 5 siguen siendo los 5

Recientemente en Cuba tuvo lugar el IV Encuentro Juvenil Internacional en Solidaridad con los 5. Y en los próximos días, en los Estados Unidos y ante la Casa Blanca se concentrarán miles de personas demandando que Gerardo, Antonio, Ramón y Fernando vean sus causas resueltas.

El gobierno de Cuba ha impulsado numerosas gestiones para procurar este objetivo, y los organismos internacionales han hecho lo propio. Y a ese propósito se han sumado diversos Premios Nobel, pero también mandatarios de distintos países, ministros, diplomáticos, parlamentarios, personalidades del mundo de la cultura, el arte, la vida socia, las diversas creencias religiosas; instituciones y organizaciones de muy variado signo: organismos profesionales, entidades de consulta y muchas otras que, una a una, han ido sumando fuerza a esta legítima y justa demanda.

En septiembre del 2012, ante la Asamblea General de Naciones Unidas el Presidente del Perú Ollanta Humala añadió su voz —en representación de todos los peruanos— demandando el fin del bloqueo imperialista contra Cuba que ha sobrepasado ya los cincuenta años. El mandatario peruano aseguró que eliminar ese bloqueo, era la única manera de normalizar las relaciones entre la potencia del norte y los países situados al sur del río Bravo. Y pudo también plantear al Presidente Obama la libertad de los 5.

Hoy se ha informado en nuestra capital que el gobernante peruano será recibido en la Casa Blanca el martes 9 de junio por el mandatario norteamericano. Una buena ocasión, por cierto para que el tema sea planteado una vez más. Se lo haremos saber así al Presidente Humala en los próximos días.

Aunque no se puede incubar ilusiones ni cantar victoria sin tener seguridad del triunfo, hay que reconocer que los pasos que se han dado en la materia, son alentadores, y que, finalmente —como en su momento lo augurará Fidel Castro con profética solvencia—, ¡Los 5 volverán…! (fin)

(*) Del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera. / http://nuestrabandera.lamula.pe