El día 6 de este mes, tomando como pretexto las muertes que hubo en Idlib (Siria) por gas tóxico de un depósito terrorista alcanzado por una bomba de la aviación siria, los EE. UU. lanzaron un ataque de misiles contra la base aérea de Shayrat, desde la cual —según dice EE. UU. sin ninguna prueba— partieron los aviones sirios que llevaban los proyectiles con gas venenoso.
Más allá de la intención de EE. UU. de vengar la paliza que están recibiendo sus quejosos títeres terroristas (Estado Islámico, al-Nusra, Hay’at Tahrir as-Shaam, entre otros), llama la atención que a pocas horas del bombardeo, la aviación siria seguía utilizando la base aérea atacada. Teniendo en cuenta que los barcos estadounidenses dispararon 59 misiles Tomahawk, dicha base no solo debió quedar totalmente destruida sino convertida en un paisaje lunar.
¿Qué pasó?
Parte de la respuesta viene de Russia Today, que ayer 7, en el artículo “Solo 23 de 59 misiles alcanzaron su blanco en Siria”, informa de lo siguiente:
“Únicamente 23 de los 59 misiles de crucero lanzados por EE. UU. en la madrugada de este viernes alcanzaron la base siria de Shayrat, ha revelado el periodista de la revista Natsionalnaia Oborona, Ígor Korótchenko, por lo que opina que la operación de Washington no se puede calificar como un ‘éxito’.
Por el momento se desconoce dónde han aterrizado los otros 36 misiles estadounidenses, ha indicado Korótchenko. Tras el potente ataque, las autoridades sirias están llevando a cabo una búsqueda para localizar los otros 36 misiles de crucero norteamericanos y temen que haya muertos entre los civiles, según el periodista ruso.”
A la luz de los limitados daños que se observan en la base Shayrat, se puede dar crédito a esta noticia. En cuanto a exactamente qué pasó con los misiles que no llegaron al blanco, quedan dos posibles explicaciones (aparte de los casos de fallas del misil, que a veces ocurren): a) interferencia electrónica; b) acción de la defensa antiaérea.
Por otro lado, la revista electrónica Vineyard of the Saker, con amplios contactos internacionales y con los militares rusos, en un artículo (“Syria US missile strike Naval Brief NB 05/17”) de hoy 8 —del cual presentamos algunos párrafos traducidos en exclusiva—, analiza el ataque y sus circunstancias, de donde se desprende que los Tomahawk cayeron, literalmente, víctimas de los dos métodos: interferencia y bloqueo electrónico y cohetes antiaéreos. (Si no ha sido esto, ¿qué pasó?, ¿desaparecieron por arte de magia?)
En cuanto al primer método, leemos de Vineyard of the Saker: “Que solo 23 de los 59 misiles dieran en el blanco […] parece obra del sistema ruso ‘de interruptor’”, que desactiva o toma el control de los sistemas electrónicos del misil interferido. Téngase en cuenta que hace años se conoce el sistema Avtobaza, y actualmrnte Rusia posee varios sistemas de guerra electrónica. Respecto del segundo (misiles antiaéreos), en la nota periodística se lee “sería razonable suponer que esa noche los sistemas de defensa antiaérea rusos y sirios ubicados en la costa desempeñaron un papel en el derribo de los Tomahawks”.
Conflicto en las sombras
Otro aspecto que se debe considerar es lo que parece ser un comportamiento muy sereno de parte de los gobernantes rusos, que en una situación de grave emergencia midieron los riesgos y optaron por dar una respuesta silenciosa y provechosa. Esta invalorable oportunidad de derribar misiles de EE. UU. y conocer sus fortalezas y debilidades no se hubiera presentado si en la víspera o en días anteriores hubiesen alzado la voz y amenazado a EE. UU. con represalias.
Obviamente, los barcos rusos de la flota del Mediterráneo que vigilan toda el área sabían qué armamento tenían los dos barcos de EE. UU. y para qué habían venido. Y llegado el momento, los defensores de Siria supieron qué hacer.
No olvidemos que en tiempos modernos las guerras son el laboratorio en que se prueban las armas y sistemas existentes y también los nuevos, como se sabe por lo menos desde la Guerra Civil Española (1936-1939) en que alemanes y rusos, probando sus armas y métodos de guerra, se enfrentaron como preámbulo a la Segunda Guerra Mundial.
Leamos párrafos del artículo “Syria US missile strike Naval Brief NB 05/17” (‘Ataque de misiles de EE. UU. a Siria Informe Naval NB 05/17’).
Los dos buques de guerra [“USS Ross” (DDG 71) y “USS Porter” (DDG 78)] de Estados Unidos tienen base permanente en Rota, España. Yo diría que los rusos y sirios se habrían puesto en estado de alerta tras el presunto ataque con armas químicas en Idlib, especialmente si los dos buques de guerra se habían acercado, algo más allá de Creta o justo frente a Chipre oriental.
Así, Estados Unidos “informó” a Rusia antes del impacto de los misiles mediante una nota de “desconflicto”. Puedo adivinar que se hizo a través de canales de comunicación discretos, rutinarios, y no en el más alto nivel; por tanto esto dio poco tiempo para cualquier respuesta política significativa, para no hablar de una amplia respuesta militar. No es de extrañar que el gobierno ruso posteriormente decidiera suspender el acuerdo conjunto de seguridad en tránsito militar aéreo que estaba en vigor con EE. UU. en Siria. Dicho acuerdo quedó como un mamarracho inservible por el ataque de los Estados Unidos, que lo privó de legitimidad.
Los sistemas o radares de los buques de guerra de EE. UU. que dispararon los Tomahawks no fueron electrónicamente interferidos, ya que estaban demasiado lejos de la costa. Los Tomahawks utilizan una combinación de sistema de TERCOM (cotejador de superficie del terreno) y sistemas de navegación INS (sistema de navegación inercial), lo que hace más difícil que se los pueda interferir en el sentido convencional.
Sin embargo, lo notable es que [ahora] Rusia y Estados Unidos han probado en la práctica real, “en caliente”, las capacidades del adversario, pues sería razonable suponer que esa noche los sistemas de defensa antiaérea rusos y sirios ubicados en la costa desempeñaron un papel en el derribo de los Tomahawks.
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Por tanto, la superficial victoria declarada por los Estados Unidos está algo disminuida por la actitud imprudente de [Trump de] haber ordenado el ataque, y por el pobre resultado del impacto de los misiles. Esto no augura nada bueno para futuras operaciones de la marina de EE. UU. en ambientes hostiles.
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Así, los Estados Unidos se las arreglaron para acertar, entre otros, en algunos montones de viejos contenedores militares para hacer parecer que fue un ataque contra una instalación de almacenamiento de armas químicas. Pero aún está candente el debate en línea y en redes sociales sobre el uso de tales contenedores como envases de armas químicas
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Pero, volviendo a nuestros [39] desaparecidos misiles, lo más probable es que, como algunos expertos rusos y mi viejo compinche, el Kulak, señalan:
“Que solo 23 de los 59 misiles dieran en el blanco —y eso tomando en cuenta algunas posibles fallas de motor o de componentes defectuosos de los Tomahawk— parece obra del sistema ruso “de interruptor”, pues no hemos confirmado la acción de sistemas S-300 o S-400 o impactos postdefensa* de Pantsir; parece que los sistemas rusos de interferencia electrónica rusa derribaron algunos de los misiles, como ocurrió con ocasión del presunto lanzamiento de algunos Tomahawks en setiembre de 2013... “
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* Se refiere a que el sistema Pantsir —que es la última línea de defensa y combina cañones Gatling y cohetes pequeños— intercepta aviones o misiles que puedan haber pasado la barrera de los S-300 o S-400. [Nota de Con nuestro Perú]
Traducción de Con nuestro Perú de
“Syria US missile strike Naval Brief NB 05/17” en
Vineyard of the Saker, 08-04-2017 en
http://thesaker.is/syria-us-missile-strike-naval-brief-nb-0517-april-08-2017-by-ledahu/
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