Por Nazanín Armanian / Punto y Seguido
El rey Salman de Arabia Saudí y Trump, en Riad.
¿Es posible que siete aliados de EE. UU. declaren una guerra, de momento diplomático-económica, contra Qatar, que es la sede del Comando de EE. UU. para Oriente Próximo (CENTOCOM), la más grande que posee el Pentágono en toda la región, sin la autorización de la Casa Blanca? Se trata de la primera consecuencia de la visita antiiraní de Donald Trump a Arabia Saudita, y puede ser una crisis trampa para arrastrar a Irán a una guerra regional, ahora que EE. UU. no se va capaz de enfrentarse directamente a esta nación, y quedarse con la primera reserva mundial de gas y la tercera de petróleo.
El pretexto del conflicto son unas declaraciones del emir de Qatar Tamim Bin Hamad al-Thani, en las que afirma que una guerra contra Irán sería una locura, ya que desaparecerían todos los países árabes del Golfo Pérsico, o que Trump no iba a durar en el poder. Además, se le acusa a Tamim de financiar a los Hermanos Musulmanes (HM), a los que consideran terroristas, y desestabilizar a los países árabes. ¿No ha sido Arabia Saudita quien ha agredido militarmente a Irak, Bahréin, Yemen o Siria? Cierto. Qatar, al igual que Arabia Saudí, EUA y EE. UU., ha patrocinado el yihadismo sunnita que opera en Afganistán, Irak, Yemen, Siria, Libia, Chechenia, Rusia, China y Europa. Pero ¿cómo es posible haber patrocinado el terrorismo mundial durante años sin que 11.000 soldados de EE. UU. instalados allí no se hayan enterado?
Castigo aleccionador para los traidores
De nada le ha servido a Doha alegar el ciberataque, falseando las palabras del emir, o pedir a los líderes de Hamas (filial palestina de HM) que abandonen el país. Los castigos, que incluyen el bloqueo aéreo, terrestre y marítimo de Qatar, así como la expulsión de miles de familias qataríes de Arabia Saudita y de Emiratos Árabes Unidos (EAU), pueden tener consecuencias imprevisibles para el país (como la falta de alimentos que importa de Arabia) y para la paz mundial.
Para Arabia Saudita, que tras la visita de Trump se siente fuerte para incendiar toda la región, los pecados de Qatar son:
- Socavar la política de Trump-Salman-Netanyahu de contener a Irán y desmontar el frente árabe antiiraní. Qatar (del término persa Guadar: Puerto), junto con Omán y Kuwait, defiende la distensión en el Golfo Pérsico y mantiene relaciones cordiales con Teherán. Doha apoyó el acuerdo nuclear entre Irán y los 5+1, una espina clavada en el corazón de los saudíes. En 2013, Doha fue el único miembro del Consejo de Seguridad de la ONU que votó en contra de la Resolución 1696 que exigía a Irán suspender el enriquecimiento de uranio de su programa nuclear. Antes, había firmado con Teherán un acuerdo de seguridad y lucha antiterrorista y había abierto su mercado a las inversiones iraníes. Ahora, además, ha contactado con Ghasem Soleimani, comandante iraní de las Fuerzas de Qos, que lucha en Siria e Irak contra los yihadistas sunnitas. Para Doha, Irán no es sólo su socio a la hora de explotar el campo de gas más grande del mundo (North Dome/South Pars), sino que es el país que junto con la India y Rusia le está salvando de convertirse en una colonia de Arabia Saudita.
- Negarse a formar parte de una OTAN sunnita contra los shiitas (Irán y Siria).
- Financiar a los HM en Egipto y a otros países en perjuicio del wahabismo.
- Criticar, desde el canal al-Jazeera, a los reyes y presidentes árabes, salvo al emir de Qatar, y mientras ataca a Daesh (wahabita) legitima a Hizbolá, dejando de llamarle “partido de Satanás”.
- Negociar la cesión de una base militar a Turquía, país resentido con EE. UU. por armar a los kurdos sirios, los segundos gobernado por los HM.
- Impedir que su sistema político (¡que comparado con el absolutismo saudí, es una democracia!) se convierta en un modelo a seguir en la zona. Tamim permitió elecciones municipales en 1991, el derecho al voto de la mujer y en teoría reconoció, en la Constitución de 2003, la libertad de expresión y de asociación.
La postura de EE. UU. - Washington no acepta que en este mundo maniqueo Doha baile con todos: acoge una oficina diplomática israelí y otra de Hamas, financia a los yihadistas en Siria contra Bashar al-Asad, mientras apoya el alto el fuego. Trump se opone a Qatar por:
- La reticencia de Doha a utilizar su territorio contra Teherán, del que le separan sólo 1759 kilómetros de agua. En un vídeo de Daesh en distintas lenguas de Irán, los terroristas amenazan con atacar este país. Pueden contar con los grupos reaccionarios iraníes, como Muyahedines del Pueblo, colectivos de kurdos, baluches o árabes, descontentos por las políticas discriminatorias de Teherán respecto a las minorías étnicas que componen cerca del 60% de la población de Irán. De hecho, los dos recursos que tienen EE. UU.-Arabia-Israel para destruir la nación iraní son, por un lado, una guerra regional; y, por otro, provocar tensiones étnico-religiosas, sobre todo desde las fronteras de Pakistán, Afganistán, Turquía y el Golfo Pérsico. De hecho, el atentado en el parlamento iraní puede ser el inicio de este tipo de acciones para desestabilizar Irán.
- Qatar fue la única monarquía de la zona que condenó la ley de inmigración de Trump.
- Al querer incluir a los HM (a los que Obama apoyaba) en la lista terrorista, Washington crea una nueva alineación en la región: fortalece su alianza con Arabia y Egipto, mientras que debilita a Turquía y a Qatar.
- Profundizar aún más la brecha entre los regímenes árabes, provocando un conflicto interislámico que les debilita, beneficiando así a la incesante expansión israelí. Pero Irán no puede explotar esta fisura: mientras el presidente Hassan Rohani defiende la paz y cooperación con Qatar y Arabia Saudita, el jefe del Estado, Ayatolá Ali Jamenei, no cesa en sus ataques a la familia al-Saud.
- Impedir que Qatar y Rusia (los dos gigantes del gas) amplíen sus relaciones energéticas. A pesar de que Qatar (junto con Arabia y EE. UU.) patrocinó el terrorismo checheno, o de que Rusia ordenó en 2004 matar en Doha a un líder separatista checheno, el emir Tamim visitó Rusia en 2016 buscando alternativas a su relación con Occidente: invirtió 2.500 millones de dólares en Rusia para conseguir influencia política sobre Moscú, sobre todo ahora que ha fracasado en derrocar a Bashar al-Assad y en llevar adelante el proyecto del gasoducto sunnita cruzando Siria. Quizás pueda participar en la reconstrucción del país. Dejó mucho dinero en el aeropuerto de Pulkovo de San Petersburgo y firmó el mayor acuerdo de inversión extranjera directa en el sector energético a nivel mundial, quedándose con el 40% de Rosneft y de otras compañías energéticas privadas rusas.
- Y, sobre todo, incrementar el estado de guerra en la zona para reconfigurar el mapa de Oriente Próximo y “hacer América más grande”. Para ello, ha introducido la táctica antiqatari en la estrategia de la lucha antiiraní.
Medidas de Trump
- Lanzar una campaña contra Qatar en la prensa, acusándolo de financiar el terrorismo.
- Airear el tema de la esclavitud de los inmigrantes.
- Sabotear el Mundial de 2022, haciendo brillar los sobornos que pagó a la FIFA.
- Llevar a cabo un golpe de Estado, como el lanzado desde la base turca de Incirlik contra Tayyeb Erdogan. Así, Tamim, de 36 años. puede ser derrocado por:
—Sus primos del clan de Ahmed bin Ali al-Thani, el primer emir del país tras su independencia de Gran Bretaña en 1971, que le consideran un “desastre” y se han ofrecido para sustituirle.
—Su medio hermano mayor, Mishaal, nacido de la primera esposa de Hamed al Thani.
—El propio Hamed, el emir padre, al que derrocó, en complicidad con su madre, la jequesa Moza bint Nasser.
El jefe del Comité de Relaciones Públicas de Arabia Saudí en EE. UU., Salman al-Ansari, ha recomendado en un tuit al emir que aprenda del destino del expresidente egipcio Mohammad Mursi de los HM, derrocado en 2013 por el general al-Sisi, quien recibió como recompensa 160.000 millones de dólares del Rey Salmán de Arabia. La misma amenaza la repite el diario saudí al-Riad: “Cinco golpes en 46 años; el sexto no es improbable”.
El temor y las opciones de Qatar
Doha no quiere ser víctima del pulso entre Irán y Arabia por la hegemonía regional y busca un equilibrio en sus relaciones con dichas potencias. El emir de Qatar teme que Arabia, apoyada por EE. UU., y bajo el pretexto de la amenaza iraní y la lucha antiterrorista, ocupe el país y sus inmensas reservas del gas, ahora que sus propios campos de petróleo se secan. Para evitarlo tiene las siguientes salidas:
—Acudir a Trump y comprarlo con un cheque con muchos ceros, como lo ha hecho Arabia Saudí, que ha pagado 110.000 millones de dólares por armas y ha conseguido que la prensa de EE. UU. ya no hable de su implicación en el terrorismo del 11-S; hizo lo mismo con Gran Bretaña: 4.200 millones de dólares en contratos de armas y Londres no publicará los resultados de la investigación sobre la financiación de los islamistas radicales.
—Retroceder en su política hacia Irán; acatar la tutela de los al-Saud.
—Unirse a la coalición de Irán-Irak-Siria y arriesgarse a morir como Saddam o Gaddafi.
—Fortalecer su acuerdo militar con Turquía, país molesto con EE. UU. por armar a los kurdos sirios.
La tensión ha llegado a niveles de difícil retorno. Los presidentes de Turquía y de la India intentan mediar en el conflicto. A Nueva Delhi le preocupa un corte en el suministro de petróleo y la situación de miles de trabajadores indios que desde esta zona envían remesas por valor de 60.000 millones de dólares. El conflicto, además, puede dañar la economía qatarí y acabar con las inversiones extranjeras. Moody’s Investor Service redujo la calificación crediticia de Qatar a la cuarta categoría de inversión, señalando la incertidumbre de su modelo de crecimiento económico.
Le ha tocado a Qatar ser la próxima víctima de la farsa de la “guerra contra el terrorismo” de los principales patrocinadores mundiales del terrorismo. ¡Locos embusteros!
Hay que recuperar la ONU para contener el trumpismo-wahabita.
http://blogs.publico.es/puntoyseguido/3976/qatar-13-motivos-de-una-extrana-crisis-en-la-region/
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