Francisco Herranz
 
La toma del poder en Afganistán a manos de los talibanes (organización terrorista proscrita en Rusia) presagia drásticos cambios políticos y sociales no sólo en el país sino también en los Estados vecinos de esa parte de Asia.
 
 

caminantes afganistan desierto

 

 
Los radicales entraron en la capital afgana sin encontrar resistencia militar alguna y ahora manifiestan que pretenden crear las condiciones para una "transición pacífica" y controlada, que no cause más sangre y dolor ni escandalice a la comunidad internacional.
 
El presidente afgano, Ashraf Ghani, escapó en avión rumbo a Dubai sin ni siquiera negociar con los talibanes el traspaso del poder. Su abrupta y vergonzosa salida confirma su incapacidad política y ha dado paso a un nuevo gobierno encabezado por los llamados "estudiantes islámicos".
 
Su exitoso avance desde todas direcciones hacia el centro de la nación provocó una oleada de pánico entre los habitantes de Kabul. Las escenas de descontrol se sucedieron en el aeropuerto capitalino, donde se hacinaban cientos de personas aterradas, ansiosas por tomar un avión con destino donde fuera.
 
Aquellos que no comulgan con la ideología extrema de los talibanes o han trabajado estos años de conflicto para las tropas extranjeras, que se están retirando de allí, temen ser perseguidos sin piedad e incluso degollados por los nuevos líderes. Las mujeres son, desgraciadamente como siempre, el eslabón más débil de la cadena. Las peticiones de visados y asilo político se han disparado. Pero no todos podrán salir.
 
UN NUEVO VIETNAM
 
Algunos avezados analistas occidentales escriben que esta situación desesperada que vive Afganistán se parece demasiado a la vivida en Vietnam en 1975 cuando las tropas del Vietcong forzaron una salida humillante de los soldados de Estados Unidos apostados en Saigón, su último reducto. Los paralelismos resultan demasiado evidentes.
 
"Tanto en Vietnam como en Afganistán el Pentágono se enredó en una guerra contra un enemigo que desconocía, sin una estrategia de salida y con una narrativa tóxica de cara al pueblo americano. Tanto la milicia Vietcong como los talibanes sufrieron enormes pérdidas contra la maquinaria militar estadounidense y sus terrores tecnológicos, pero resistió gracias a un mayor conocimiento del terreno, ya sea la selva o el desierto, una mayor motivación y una letal táctica de guerrillas. En ambos casos, Estados Unidos fue incapaz de ganar un conflicto en el que parecía el teórico favorito", escribe Alberto Rojas para el diario El Mundo de España.
 
Los talibanes no esconden que su meta es aplicar la sharia o ley musulmana e instaurar una especie de emirato sobre el territorio que controlan. Cuando ejercieron el poder entre 1996 y 2001 prohibieron la música moderna y obligaron a todas las mujeres a llevar el burka cuando salían de sus casas. El burka, una prenda de vestir generalmente de color azul, que cubre por completo el cuerpo y la cara de la mujer, se ha convertido en un triste símbolo de represión femenina, aunque en algunas regiones afganas, de mayoría pastún, se lleva por tradición local y no por imposición. ¿Volverá a ser obligatoria en Kabul?
 
¿UN GOBIERNO INCLUSIVO?
 
El portavoz talibán Suhail Shaheen comentó por teléfono a la BBC que su intención es formar un gobierno "inclusivo con la participación de todos los afganos", es decir, un gobierno de coalición. También dijo que no se prohibirá a las niñas ir a las escuelas. Buenas palabras. Pero las promesas difundidas por los talibanes a través de Suhail Shaheen de que no tienen intención de vengarse de nadie, ni de civiles colaboracionistas ni de miembros de las fuerzas armadas o la policía, deben ser confirmadas por la contundencia de los hechos, porque su historial de declaraciones está plagado de trampas y mentiras.
 
También porque su comportamiento sobre el terreno no coincide con esos testimonios conciliadores. En otras palabras, no son nada fiables. Su enorme astucia negociadora les ha colocado de nuevo al timón de este país semidesértico, una nación compuesta por diferentes etnias: hazaras en el centro, pastunes en el sur y en el este, tayikos y uzbekos en el norte, sin olvidar los pueblos kirguises, baluchíes, turcomanos, aimaks o nuristaníes. Dentro de este mosaico, los pastunes representan la mayoría, con cerca de un 40 por ciento de la población total. Y los talibanes suelen pertenecer a este grupo étnico de origen iranio.
 
Su relativamente fácil llegada a Kabul tendrá consecuencias inevitables no sólo en Afganistán sino también en Europa, donde se vivirá una nueva crisis de refugiados en el plazo de un par de meses. Todos los que ahora escapan asustados llegarán en otoño en tropel al Viejo Continente. Los únicos que ganan en todo esto son las mafias que trafican con las personas y su futuro.
 
EEUU Y SUS ERRORES EN AFGANISTÁN
 
El triunfo de los talibanes ha significado un hecho inesperado para Estados Unidos, la OTAN y la Unión Europea. Hace apenas un mes, el propio presidente norteamericano, Joe Biden, asesorado por sus servicios de inteligencia, veía "poco probable" que los insurgentes dominaran todo el país. Tremendo fiasco. Enorme error de cálculo.
 
Ahmed Rashid, veterano periodista paquistaní experto en Afganistán, considera que los talibanes siguen estando apoyados por los servicios secretos y el Ejército de Pakistán, que les han ofrecido refugio seguro en las localidades de Peshawar y Quetta, es decir, al otro lado de la frontera. Rashid también estima que hubo falta de unidad en la resistencia afgana. Para él todo esto no es más que un gran fracaso internacional, donde Donald Trump jugó un papel destacado. El expresidente estadounidense quería negociar con los talibanes a toda prisa para conseguir un acuerdo que coincidiera con su carrera electoral.
 
"Lo que pasó es que los estadounidenses cedieron demasiado a los talibanes: la liberación de 5.000 prisioneros, no condicionar el acuerdo a la situación de las mujeres y la sociedad civil… Cedieron tanto que ahora ya no hay nada que se les puede ofrecer, de modo que no hay forma de frenarlos. Son las peores negociaciones jamás llevadas a cabo por EEUU. Han destruido su propia fuerza en la negociación. Y Biden ha mantenido esa política", explicó Rashid en una amplia entrevista concedida a Ana Alonso, del diario digital El Independiente.
 
Otro factor determinante fue que Washington ha cedido el control del proceso de paz a la ONU, pero las agencias de Naciones Unidas como UNICEF o ACNUR carecen de financiación y el secretario general, António Guterres, tiene poca o nula influencia en esta crisis.
 
Con los talibanes asentados en el poder, es previsible una radicalización en el área, concretamente en Pakistán. Incluso podría sobrevenir allí una crisis política. También podrían sentirse sus efectos en alguna república de Asia Central, lo que incomodaría a Rusia, o en la zona uigur, un grupo musulmán limítrofe con Afganistán, lo que no gustaría nada a China. 
 
 
Con información de Sputnik