Joan Royo Gual
 
Persianas bajas y un silencio atronador fuera del horario comercial. Es el paisaje habitual del centro de esta ciudad brasileña (y de muchas otras latinoamericanas), un espacio dedicado casi enteramente a las oficinas que ahora busca atraer vecinos para salir de su letargo.
 
 

edificios centro Rio

 

 
Río de Janeiro tiene casi 10 millones de habitantes, y aunque muchísima gente trabaja en el centro (más de 800.000 empleos formales) casi nadie vive allí. Cuando cierran las oficinas, la desbandada es general y los barrios más céntricos se convierten en un desierto. La dependencia de los oficinistas, muy escasos durante pandemia del covid-19 por el teletrabajo, han evidenciado aún más la vulnerabilidad de la zona y ha arrastrado a la ruina a miles de comercios de la zona.
 
"La pandemia ha demostrado que hay una necesidad de flexibilizar la tipología de los edificios para que podamos aumentar el stock de viviendas en la región", explica a Sputnik el secretario de Planificación Urbana del ayuntamiento de Río, Washington Fajardo, ideólogo del ambicioso plan "Reviver centro".
 
"No tiene sentido que no haya nadie viviendo aquí. Es la menor densidad demográfica de la ciudad. Son 5,72 kilómetros cuadrados en los que viven poco más de 41.000 personas. Esa área que parece muy activa y muy dinámica en realidad es muy frágil porque no vive nadie. Es una región de ocho horas al día y necesitamos que pase a ser un centro de 24 horas al día", comenta.
 
El centro de Río tiene las mejores infraestructuras de la ciudad: una densa red de autobuses, metro, tranvía y líneas de barco que cruzan la bahía de Guanabara, además de la mayoría de equipamientos culturales y todo el patrimonio histórico y los edificios públicos de las décadas en que Río fue la capital del país.
 
El proyecto "Reviver centro" busca aprovechar todo ese capital y repoblar el corazón de la ciudad con una serie de estímulos para que las empresas constructoras se animen a reconvertir los edificios de oficinas (más vacíos que nunca) en viviendas.
 
Para convencer a las inmobiliarias, el ayuntamiento permitirá que quienes promuevan vivienda en el centro puedan construir en barrios donde el metro cuadrado está mucho más cotizado. La idea ha sido cuestionada por algunos especialistas, que alertan de que la medida aumentará aún más la densidad en los disputados barrios de la zona sur, como Flamengo, Botafogo, Copacabana, Ipanema o Leblon.
 
COMBATIR LA INSEGURIDAD CON MÁS VECINOS
 
Antes de presentar el plan, el ayuntamiento de Río abrió una serie de consultas vía Internet en las que participaron más de 8.000 personas. Más de la mitad afirmaron tener interés en vivir en el centro, pero apuntaron la falta de seguridad como el principal impedimento; un miedo que en parte deriva de la falta de vecinos. Cuanto más vacías están las calles, más sensación de inseguridad.
 
Para romper ese círculo vicioso, el ayuntamiento promoverá alquileres sociales para que personas de baja renta o estudiantes sean los "pioneros" y empiecen a colonizar la zona. Fajardo recalca, no obstante, que la idea no es crear "guetos", sino todo lo contrario, promover una diversidad de clases sociales entre los nuevos habitantes, casi una utopía en una ciudad tremendamente desigual.
 
"En Brasil todavía existe un pensamiento de cierto prejuicio de clase y hasta de raza, pero en Río queremos innovar (…) hay que combatir la política del miedo, aún hay una visión muy estereotipada de las soluciones", dice Fajardo, que lamenta que la política de vivienda pública de Brasil siga insistiendo en un modelo nacido en los 30: bloques de hormigón en la periferia de las ciudades para los más pobres.
 
RECUPERAR EL LEGADO OLÍMPICO
 
El plan para resucitar el centro también pretende devolverle el brillo al legado que dejaron los Juegos Olímpicos de 2016. Con una transformación urbanística sin precedentes, Río derribó el enorme viaducto que separaba el puerto de la bahía de Guanabara, y recuperó plazas y paseos peatonales. La plaza Mauá, con el Museo del Mañana, obra del arquitecto español Santiago Calatrava (a día de hoy el más visitado de Brasil) es el principal símbolo de esa transformación.
 
Pero el primer ímpetu olímpico se quedó a medias, interrumpido por la crisis económica y por la errática gestión del anterior alcalde, Marcelo Crivella, que no supo consolidar esas conquistas. Fajardo dice ser optimista y recuerda que el cambio de usos en las regiones portuarias siempre lleva más tiempo. Aún falta para que el "Porto Maravilha" de Río se parezca al "Puerto Madero" de Buenos Aires, pero de momento ya hay indicios de que que hay un cambio de tendencia. La primera promoción de vivienda nueva en años (470 apartamentos) se vendió hace poco en apenas dos semanas.
 
"En poco tiempo estamos teniendo respuestas positivas y hay muchos inversores, y arquitectos estudiando el área para producir más vivienda. Estoy muy entusiasmado", dice el secretario, que ya está recibiendo llamadas de otras ciudades interesadas en la experiencia carioca. Entre ellas están la brasileña Porto Alegre y Bogotá. Fajardo asume que si el experimento de Río funciona podría servir de ejemplo para otras capitales latinoamericanas con problemas parecidos. 
 
 
Sputnik, 17.08.2021