Daniel Martín
La aparición milagrosa de la lluvia permitió este martes controlar el incendio declarado en Sierra Bermeja (en la provincia de Málaga, al sur de España) tras arrasar 9.670 hectáreas de terreno boscoso en seis días, cobrarse la vida de un bombero y obligar al desalojo de 2.670 vecinos de la zona.
Resulta imposible saber cuánto habría tardado en controlarse de no haber sido por la lluvia, pero los especialistas advierten que podrían haber sido incluso semanas, ya que se trataba de un fuego de alta complejidad: un incendio de sexta generación, algo sin apenas precedentes en España.
¿QUÉ ES UN INCENDIO DE SEXTA GENERACIÓN?
"Esta tipología de incendios se caracteriza porque tiene la capacidad de alterar la meteorología que existe en el perímetro de ese incendio", explica a la agencia Sputnik el secretario general del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales, Raúl de la Calle.
Este tipo de fuegos, que se caracterizan por su extrema agresividad en conjunción con una meteorología adversa, acaban liberando una gran cantidad de energía que calienta el aire, lo que forma columnas convectivas que ascienden formando lo que se conoce como un pirocúmulo.
"Cuando asciende mucho –hay datos que indican que puede llegar hasta los 14 kilómetros de altura– la temperatura baja y se puede generar lo que coloquialmente llamamos un reventón: un desplomamiento de la nube que arrastra humo, cenizas y pavesas incandescentes, que en contacto con el aire pueden volver a prender y generar focos secundarios incluso fuera del incendio inicial", añade el técnico.
Según explica De la Calle, el riesgo de reventón dificulta enormemente las labores de extinción. A la voracidad inicial del incendio –en Sierra Bermejo se registraron llamas de hasta 30 metros de altura, notándose su radiación a más 200 metros de distancia– se suma que se tienen que retirar medios del perímetro por seguridad, ya que "existe un grave riesgo de que pueda haber una tragedia" incluso para aquellos alejados del foco.
INCENDIOS QUE NO PODEMOS APAGAR
La lluvia ha facilitado la lucha contra un fuego monstruoso que hace 24 horas estaba fuera de control, pero los encargados de la extinción de Sierra Bermejo advierten que será necesario revisar los protocolos para evitar desgracias mayores en el futuro.
"Nos queda estudiar como determinamos los procedimientos para incendios en los que se puede meter muy poco personal y de forma muy organizada", dijo este martes en declaraciones ante la prensa Juan Sánchez, portavoz de los bomberos, quien explicó que ahora quedan semanas de trabajo hasta extinguir completamente el fuego, del que se sospecha que fue provocado.
La nomenclatura utilizada por los especialistas denomina como incendios de primera generación a aquellos aparecidos en la década de 1950 que se generaban de forma rápida cuando las tierras de cultivo dejaron de servir para interrumpir su propagación. Después llegaron los de segunda, más grandes, más rápidos y con chispas.
En los 90 aparecieron los de tercera, con mayor peligro para núcleos urbanos e influencia en la atmósfera. Le siguen en los 2000 los de cuarta gracias a la consolidación del abandono rural en favor de entornos urbanos y en años posteriores los de quinta, mega incendios con varios focos simultáneos.
En los últimos años, ante la devastación de incendios como los de Canadá (2016), Portugal (2017), Chile (2017) –donde se llegaron a arrasar 8.000 hectáreas en menos de una hora–, California (2018) o Australia (2019) o Grecia (2021), los especialistas desarrollaron el concepto de sexta generación.
Sin embargo, se trata todavía de una nomenclatura de uso coloquial, por lo que "no hay unos términos cuantitativos que permitan determinar que es un incendio de sexta generación", explica Raúl de la Calle.
En un artículo publicado el 5 de agosto –antes del fuego de Sierra Bermeja– en la plataforma divulgativa The Conversation, el especialista en incendios Victor Resco, de la Universidad de Lleida, señalaba que "con los con los incendios actuales estamos entrando en una nueva realidad".
"Se trata de incendios que ya no podemos apagar. Son incendios que pueden arder durante semanas o meses y que solo se apagan cuando llueve", apuntaba en el artículo, anticipando lo sucedido en Málaga.
METÁSTASIS
Según los expertos, la capacidad arrasadora de los incendios seguirá creciendo. Con la vista puesta en el caso de España, De la Calle apunta que existe una "ausencia total de gestión forestal en los montes", por lo que "no existen discontinuidades para atajar el fuego""
Eso, a su vez, genera una gran cantidad de biomasa que "hace que los incendios sean más potentes porque tienen más combustible".
"A eso hay que unirle la desaparición de muchas actividades rurales que ayudaban a mantener el monte y el escenario de cambio climático en el que estamos, con temperaturas más altas y las sequías cada vez más prolongadas", añade.
Por su parte, Víctor Resco apunta que el principal causante de esta ola de incendios está en el estado de la atmósfera, cada vez más cargada de energía procedente de la quema de combustibles fósiles, con un poder secante que se acentúa en las jornadas de calor.
"Si se tratara de un cáncer, se podría decir que estamos entrando en la fase cuatro: metástasis. Si hubo un tiempo en el que los incendios se podían prevenir a través de la gestión forestal, ese tiempo se está acabando. Décadas de dejadez en la gestión del territorio forestal y rural han creado un problema tan expandido que la solución es cada vez más lejana y ya raya el punto de ser irreversible", sentencia en su artículo.
Con información de Sputnik