Desde el día miércoles la noticia internacional es la invasión de Ucrania que lleva adelante Rusia, conflicto que tiene sus raíces hace más de un siglo. Hoy Ucrania y Rusia se enfrentan en conflicto armado, pero son países eslavos hermanos, con idiomas muy parecidos y que comparten la religión cristiana ortodoxa.
Ucrania es el lugar de origen de tres países: Ucrania, Bielorrusia y Rusia (en estos dos últimos se reconoce la entidad fundacional). Hasta el siglo IX d. C., la zona, que comprendía desde el mar Báltico hasta el Mar Negro, era habitada por tribus eslavas, varegas y escandinavas que no formaban confederación ni reino, hasta que decidieron vivir de manera más organizada y en 862 invitaron y reconocieron como jefe a Rurik, príncipe del grupo de los rus. Posteriormente, en 879, empezó a gobernar el príncipe Oleg, que estableció Kiev como capital, que en ese momento pasó a conocerse como la Rus de Kiev.
Con el tiempo y con gobernantes sucesivos, el principado se expandió hacia el Este y Moscú se convirtió en la capital. Siguió creciendo el estado ruso, convertido en imperio desde 1721 con Pedro I; y su región de origen, Ucrania, siguió siendo parte del imperio hasta su final en 1917, con la revolución bolchevique.
Independentismo ucraniano
Primera Guerra Mundial
Las tendencias favorables a la independencia de Ucrania para separarse del imperio ruso se manifestaron en la fase final de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), cuando las graves derrotas del ejército imperial ruso, con gran número de bajas, crearon un ambiente de desmoralización. En esa situación de caos y con la participación de múltiples bandos en la lucha, en enero de 1918 se proclamó la República de Ucrania, a lo que siguió, hasta 1922, un convulsionado lapso de violencia en que participaron ucranianos, polacos, rusos bolcheviques, rusos del ejército blanco (anticomunistas), entre otros. Al estabilizarse la situación y tomar los bolcheviques control de todo el territorio del imperio ruso, Ucrania quedó como la República Socialista Soviética de Ucrania.
Segunda Guerra Mundial
Cuando en la Segunda Guerra Mundial la Alemania nazi invade la Unión Soviética, los independentistas ucranianos se unen a los invasores, que por su conveniencia apoyaban la independencia ucraniana. Hasta cierto punto puede comprenderse esta alianza pensando en que el fin justifica los medios, pero la lucha de los ucranianos se desnaturalizó por las ideas extremistas de los independentistas, que con una mentalidad de exclusión querían expulsar del territorio de Ucrania a los ciudadanos que no fuesen de origen ucraniano, entre estos polacos, rusos y húngaros de las zonas limítrofes, además de judíos, a quienes atacaron, matando miles, los grupos armados de Stepan Bandera, jefe de los nacionalistas. Por estos asesinatos en masa contra civiles, principalmente contra polacos y judíos, este caudillo era criminal de guerra, perseguido al final de la guerra por servicios de inteligencia de varios países, y finalmente los rusos lo mataron en 1959. A este personaje la derecha nacionalista considera héroe nacional, lo que provoca el rechazo de Hungría, Polonia, Israel y Rusia… Un héroe criminal de guerra, así afirman su identidad los ucranianos. Independentistas ahora
Al disolverse la Unión Soviética, varias repúblicas que la integraban, entre ellas Ucrania, proclamaron su independencia en 1991. Los ucranianos heredaron de la URSS la condición de país industrializado, en las áreas de fabricación de tanques, cañones, industria aeroespacial (con dominio de todas las tecnologías correspondientes), automóviles, camiones, aviones (entre ellos el Antonov An-225, el avión de carga más grande del mundo), motores de helicóptero (que compraban los rusos), etc., etc.
Por la inestabilidad política, la economía y la producción industrial del país decayeron enormemente. Por ejemplo, hace años que no fabrica ningún avión, ningún cohete, solo hacen la mitad de autos si se compara con 2010; y para “castigar” a los rusos, dejaron de venderles motores de helicóptero a partir de 2014 pero ahora nadie les compra, y menos sus “amigos” europeos y americanos, que no desean que prospere la competencia.
La revolución de Maidán
Desde 1991 los independentistas, con predominio en la parte occidental del país, luchaban por la eliminación o minimización de relaciones con Rusia y la alineación de Ucrania con Occidente, para lo cual hicieron campaña por el ingreso de su país a la Unión Europea y a la OTAN. Para el inicio de la insurrección nacionalista de 2013-2014, el presidente era Viktor Yanukovich, procedente del este de Ucrania y prorruso, quien sostenía que el país no debía alinearse ni con Rusia ni con Europa y más bien debía mantener una política equidistante y de buenas relaciones frente a los dos bloques.
Pero la extrema derecha nacionalista, apoyada abiertamente por Europa Occidental y EE. UU., consideraba que ese planteamiento era medias tintas y que lo único aceptable era buscar el ingreso a la Unión Europea y a la OTAN. Con este planteamiento, realizaron concurridas y violentas manifestaciones en Kiev, la capital, y en otras ciudades. En Kiev intervinieron francotiradores no identificados que asesinaron por igual a policías y manifestantes (en total unas 130 personas muertas), lo que terminó de enardecer los ánimos y se pasó a una fase insurreccional, que obligó a dimitir al presidente, que huyó del país.
Prisioneros de la ideología, los que dirigen Ucrania desde 2014 han cometido una cadena de graves errores políticos que explican la situación que vive ese país con la intervención militar rusa, que no se produce de la nada o sin motivo.
Cuando tras la caída del gobierno de Yanukovich toman el poder los nacionalistas, las provincia de Donbass y Lugansk, limítrofe con Rusia, expresan su oposición a decisiones del gobierno central que limitaban su autonomía pero no obtienen ninguna respuesta sino amenazas; entonces estas provincias se proclaman repúblicas independientes y para defenderse forman milicias improvisadas, a lo que el gobierno responde con una campaña que denomina “operación antiterrorista”.
Independentistas ahora
El ejército ucraniano y las milicias de derecha, consecuentes con el legado violentista de Stepan Bandera, concentran sus fuerzas en la zona e inician su campaña en mayo de 2014, con el objetivo era matar a toda la población u obligarla a huir hacia Rusia, para que el territorio quede libre de no ucranianos. Las milicias, que por el pequeño territorio que defienden tenían poca retaguardia para retroceder, a lo largo de los meses pierden terreno pero se atrincheran y en algunas partes contraatacan con mucho éxito. Los combates, de variada intensidad, continuaron hasta el 20 de febrero de 2015 cuando las milicias desalojan de Debáltsevo al ejército ucraniano. Allí terminó la guerra, pero los ucranianos, tanto el ejército como las milicias de derecha nacionalistas, al no poder sostener con éxito ataques de infantería, han venido sometiendo a las provincias insumisas a permanente bombardeo de artillería para destruir las casas y matar a los que estén en ellas.
Eso ha durado siete años, hasta que se produjo la intervención militar rusa de esta semana. Es importante notar la hipocresía y parcialización de la prensa internacional y local, que critica los ataques rusos pero nunca expresaron su horror o preocupación por los siete años de zozobra y destrucción que ha soportado la población de las hoy repúblicas de Lugansk y Donetsk (reconocidas por Rusia).
Los horrores del genocidio perpetrado por el régimen neonazi de Ucrania en el Donbass. Ningún medio occidental expuso las masacres de miles de civiles indefensos.
Aspecto militar
Durante semanas y meses la OTAN y EE.UU. ningunearon las propuestas rusas en el sentido de no incluir a Ucrania en la OTAN, ante el justificado temor ruso de que la presencia allí de bases de la alianza occidental representaría una amenaza permanente para Rusia, puesto que las invasiones de Occidente —Napoleón y Hitler— tuvieron como punto de tránsito obligado a Ucrania, que con sus extensas llanuras ofrece una ruta sin obstáculos a los ejércitos que vayan a atacar a Rusia.
Los occidentales no aprendieron la lección de 2014, cuando una oleada antirrusa de los nacionalistas aspiraba a eliminar toda huella de influencia rusa, empezando por la entrada a la Unión Europea y a la OTAN, terminando con el desalojo de las poblaciones de origen ruso (Lugansk y Donetsk) y la expulsión de la base naval que Rusia arrendaba en Crimea. Toda esta situación dejaba casi sin alternativas al presidente ruso Vladimir Putin, quien contragolpeando de manera dolorosa aprovechó que la población rusa siempre ha sido mayoría en Crimea y promovió un referéndum que decidió la incorporación a Rusia de esa estratégica península, lo que le permite conservar como propia la base que arrendaba y controlar el litoral que Ucrania tiene en el Mar de Azov (ver mapa); además, Putin salió en ese entonces (2014) y ahora en defensa de los separatistas de Lugansk y Donetsk, en lo que hoy es una campaña militar a todo dar.
En cuanto a las operaciones militares en sí, no ha habido el previsible bombardeo aéreo seguido del avance de blindados e infantería hacia ciudades o puntos estratégicos importantes. Lo que han hecho los militares rusos es atacar por los cuatro puntos cardinales destruyendo con misiles de precisión (muy poco con aviación) la infraestructura militar de los ucranianos, con el objetivo inmediato de debilitamiento y desmoralización de los defensores y el ya logrado objetivo no inmediato de poner a Ucrania, que tiene una economía en decadencia, en la situación de gastar a corto y mediano plazo una prohibitiva millonada en reconstruir bases navales, cuarteles, bases aéreas, arsenales, puntos de defensa antiaérea, radares militares, etc. Por algo Rusia declara que uno de los objetivos es desmilitarizar a Ucrania. Putin, políticamente, ha dado una última oportunidad a los militares ucranianos, instándolos a que tomen el poder derrocando a la camarilla de drogadictos y nazis que gobiernan el país, lo que facilitaría la negociación de Putin con los militares, que a cambio de la paz podrían lograr que no se disuelva el ejército, lo que los convertiría en desempleados.
Otro aspecto notable de la ofensiva rusa es el empleo en gran escala de fuerzas aerotransportadas, con las que han tomado la planta nuclear de Chernobyl y aeropuertos cercanos a Kiev, entre otros importantes objetivos. Los rusos han evidenciado su capacidad de trasladar por aire cientos o miles de paracaidistas, juntamente con vehículos de combate y blindados ligeros que se sueltan con paracaídas.
La OTAN
Los dirigentes de Europa y EE. UU. se precian de constituir la alianza militar más fuerte del mundo, empezando por la realidad de que el presupuesto militar de solo EE.UU. es casi diez veces mayor que el de Rusia, que EE. UU tiene la armada más poderosa del mundo, que tienen el armamento más avanzado, etc., etc. Habiéndose formado tras el final de la Segunda Guerra Mundial, la OTAN tenía el objetivo de contener a la Unión Soviética. Al disolverse esta, pese a haber ofrecido a Rusia abstenerse de reclutar a países que habían sido parte de la zona de influencia rusa, lo hicieron, y hoy Rusia está completamente rodeada de bases de la OTAN en los países limítrofes. En este contexto, invitan a Ucrania a unirse a la alianza sin tomar en cuenta en lo mínimo las preocupaciones de Rusia por su seguridad. En los últimos meses, aparentemente en demostración de fuerza, la OTAN y EE.UU. enviaron de manera desafiante incontables veces sus aviones a merodear el espacio aéreo ruso y sus barcos al Mar Negro, donde Rusia tiene parte de su flota. Esto era un mensaje tranquilizador a Ucrania, que con el apoyo de amigos tan poderosos no debía temer a Rusia.
Mencionamos que recientemente la OTAN y EE.UU., demostrando gran arrogancia, habían tratado despreciativamente a Vladimir Putin, casi hasta hacerlo aparecer como un loco o mendigo que pide lo imposible. Sin embargo, cuando Rusia empezó a concentrar sus fuerzas en la frontera con Ucrania, los franceses, ingleses y los mismos estadounidenses declararon que ya no iban a tener ni sus tropas ni asesores en Ucrania y que de ninguna manera se enfrentarían a Rusia. Eso sí, iban a darle —y lo hicieron— armamento moderno para que se defienda (misiles portátiles antiaéreos Stinger y cohetes antitanque Javelin)
Producido el ataque ruso, Volodymyr Zelensky, presidente de Ucrania, no perdió las esperanzas de que algún país de Occidente lo ayudaría a contener a los rusos. Informó haber llamado a todos los miembros de la alianza y nadie ofreció nada. Decepcionado, se dirigió a la población este 25 de febrero y dijo: “Me quedo en la capital. He sido designado como el objetivo número uno. Estamos solos defendiendo a nuestro país” […] “¿Quién está listo para luchar con nosotros? No veo a nadie. ¿Quién está listo para darle a Ucrania una garantía para unirse a la OTAN? Todos tienen miedo”.
¿Dónde están los valientes que bombardearon e invadieron Yugoslavia y destruyeron Iraq, Afganistán y Libia? ¿Dónde están los que basurearon a Vladimir Putin? ¿Dónde está la alianza militar más poderosa del mundo con el armamento “más sofisticado” del mundo?
En cuanto a los ucranianos, debieron analizar bien lo que hace pocos meses pasó con el gobierno de Afganistán, que confió en la protección de EE.UU., pero este “protector” lo abandonó ante la arremetida de la guerrilla talibán, viendo, además, que debía poner fin a una guerra que inútilmente duraba ya 20 años. De nada sirvió al extinto régimen afgano todo el armamento moderno que les dejaron.
Otro que no saca bien las cuentas es Israel, cuyo lobby en Rusia (donde hay muchos judíos) ruega al Kremlin que entienda que Israel para sobrevivir debe conservar la altiplanicie del Golán arrebatada a Siria en 1967 y que además necesita bombardear a Siria cada que estime conveniente. Esas súplicas permiten que Israel bombardee impunemente y que los rusos no reaccionen. Sin embargo, eso empieza a cambiar: escuadrillas mixtas ruso-sirias sobrevuelan el cielo sirio cerca del Golán usurpado. Por otro lado, llevados por su adhesión a EE.UU. (país al que manipulan a su gusto), dirigentes políticos de Israel se han manifestado contra la campaña militar de Rusia en Ucrania, lo que ha motivado que la cancillería rusa llame al embajador de Israel en Moscú a pedirle explicaciones. Podría ser que, disgustados por la insolencia de los igualados, los rusos declaren que todo el territorio sirio está bajo su protección y que no tolerará ningún bombardeo.
Lo dijo Hace poco publicamos el artículo de Russell Bentley en el que explica que inevitablemente Rusia iba a intervenir en Ucrania. Escribió: “Y cuando ocurra, puedo asegurarles que la respuesta rusa será rápida y segura, medida en minutos y (muy pocas) horas, no días, o incluso un día. Y Rusia no llegará (inicialmente) en tanques y camiones, sino en alas.” Obviamente con “alas” se refiere a los misiles de crucero Kalibr y a la fuerza aerotransportada. O bien este señor tiene dotes proféticas, o estaba muy bien informado de lo que iba a pasar. [Nota de Con nuestro Perú] |