EE. UU., país organizador de la Cumbre de las Américas, ha excluido de la reunión a Nicaragua, Cuba y Venezuela por tener gobiernos que no se adhieren a los principios democráticos de la OEA, establecidos décadas atrás por EE.UU. y países que lo secundaban.
El presidente de México desde semanas atrás comentaba que debían hacerse reformas en la OEA para que no haya exclusiones y se pueda trabajar mejor. No solamente México ha expresado su oposición a la política excluyente, también han manifestado su incomodidad Honduras, Brasil y Argentina.
Ideología
La postura del presidente Biden de cerrar las puertas a los que faltan a las formas democráticas hace ver que no comprende la diversidad política en América Latina, cuya forma de ver el mundo y hacer política es muy variada e incluye gobiernos democráticos, dictatoriales y autoritarios, porque no en todas partes se puede actuar democráticamente.
Desde el nombre, la llamada Cumbre de las Américas parte de una posición de desigualdad entre los Estados Unidos y los demás países de América, pues EE. UU. como bribón dominante se reserva el nombre de “América” para su país y llama “las Américas” a los demás países, lo cual no sólo es absurdo, porque América es un solo continente, sino que es un insulto para todos los países de América, sin que ningún país haya reclamado un cambio en este aspecto, porque el lenguaje es también un arma de dominio que está actuando junto con el dominio político.
La democracia representativa incluye actores como el Perú, cuyos gobernantes luchan a fondo para excluir de buenos servicios públicos (salud, educación y seguridad) a la gente pobre, para que sufra y padezca; o como Venezuela, donde no dejan investigar la corrupción.
¿Por qué EE. UU. critica a los antidemócratas de América Latina y no dice nada de Arabia Saudita, donde se ejecuta públicamente a los opositores políticos?, ¿por qué no dice nada de la brutal dictadura que Israel ejerce contra los palestinos en los territorios invadidos?
Posición peruana
Así como incumbe a EE .UU. comprender la realidad y formas de actuación política de los latinoamericanos, los peruanos tenemos que entender bien que existe intercambio comercial, cultural y tecnológico con EE. UU., pero sin olvidar que este país siempre ha sido contrario a los intereses del Perú. No solo hizo la vista gorda cuando Chile invadió el Perú y cuando, años después de la guerra, Chile asesinó a miles de peruanos1, sino que además fue el autor de otra mutilación territorial que sufrimos cuando en la década de 1930 se coludió con Colombia para arrebatarnos el Trapecio Amazónico2. El desprecio de EE. UU. por los países de América Latina se manifestó una vez más en la Guerra de las Malvinas (1982) cuando se puso del lado de Inglaterra para que consumara el robo de las islas Malvinas en perjuicio de Argentina.
La diplomacia peruana debe mantener una posición independiente y no alinear todo el tiempo con EE.UU., sino apegándose al derecho internacional y a la equidad. Por ejemplo, ¿por qué hace poco el Perú votó en contra de Rusia por la guerra con Ucrania, pero no expresa su condena por la invasión de tierra palestina y subsiguiente despojo y muerte de la población nativa?
Considerando las diferencias políticas, históricas y de civilización, EE.UU. es compatible solo con Canadá; pero EE.UU. no comparte nuestra cultura latina, muy diferente de la anglosajona, ni debe portarse como juez que decide quién es malo o quién es bueno. Por esta razón, la actual “cumbre” de la OEA va a estar marcada por el fracaso. Hasta el momento, además de los excluidos Cuba, Venezuela y Nicaragua, Guatemala, Honduras y El Salvador han anunciado que no asistirán.
En este contexto, no sería de extrañar que en el futuro la OEA solo entre países de América Latina, desde México hasta Argentina y Chile.
EE.UU. está en claro declive y hemos de estar atentos al auge de Rusia y China, no perder de vista dónde está el nuevo poder.
--------------------------
2 Ver EE. UU., enemigo descoyuntador de América Latina
Artículos relacionados
AMLO confirma: No voy a una cumbre donde EE. UU. no nos respeta