Ana Delicado Palacios
Lo observó con razón Manuel Adorni, el portavoz del presidente argentino, Javier Milei: la huelga general de doce horas organizada el miércoles por la principal central obrera del país, la Confederación General del Trabajo (CGT), ha sido la que más rápido se ha convocado en los 40 años de democracia que atesora el país sudamericano.
Desde 1983, los argentinos han llevado adelante 44 paros, incluido el que acaba de echar un pulso al mandatario a 45 días de asumir su cargo. El récord anterior lo ostentaba Fernando de la Rúa (1999-2001), que aguantó la primera huelga a los 77 días de llegar al Gobierno y que a los dos años se vio forzado a dejar la presidencia en medio de un estallido económico, social e institucional.
Con estos precedentes, decenas de miles de personas se movilizaron en la ciudad de Buenos Aires en una jornada veraniega que, por unas horas, hizo olvidar el aspecto deshabitado que en enero suele mostrar la capital argentina.
Pablo, un empleado del Banco público Nación, decidió manifestarse porque la actual gestión pretende privatizar la entidad para la que trabaja desde hace 30 años, “cuando es la más grande del país y da ganancias, porque es mentira que dé pérdidas”, sentenció ante la Agencia Sputnik.
Consciente de que el nuevo director del Banco Nación es partidario de su privatización, Pablo advirtió que el Gobierno todavía no ha designado al directorio de la institución. “Cada día que pasa así, el banco pierde miles de millones de pesos, porque la idea es quebrarlo y venderlo”, aseguró.
Pese al paro general, los bancos atendieron al público durante dos horas, por entender que ofrecen “un servicio vital, como el de una guardia de hospital”, puntualizó.
Como integrante del sindicato de la Asociación Bancaria, este trabajador afirmó que las críticas al sistema gremial que provienen del propio Poder Ejecutivo “son fomentadas por las mismas patronales y estamentos de poder que prefieren decir que todos los sindicalistas son ladrones”, cuando “por ley, desde la década del 40, la representación de los trabajadores ante el Gobierno es a través de los sindicatos”.
PARO ¿A MEDIAS?
Dado que la mayor parte de los comercios del centro de Buenos Aires abrieron sus puertas este miércoles, era posible asumir que el paro fue deslucido. No pensaron así Corina y Natalia, dos amigas que sí cumplieron con la convocatoria, siendo la primera dueña de su propio negocio, y la segunda, psicopedagoga en un centro de salud.
“No somos de ninguna agrupación, pero estamos en contra de los derechos que nos quieren quitar, y como nosotras, mucha gente está acá por cuenta propia”, comentaron a esta agencia.
No lejos de ellas, opinaban de la misma forma una pareja de jubilados que cobran la pensión mínima, de 105.712 pesos (125 dólares al cambio oficial).
“Estamos acá para ver qué es lo que pasa con nosotros, porque solo con la jubilación mínima no podemos pagar servicios o impuestos”, razonó Enriqueta, una mujer apodada “Queta”, que trabajó desde los 16 años y durante más de cuatro décadas en el servicio doméstico sin que sus empleadores cotizaran por ella.
Si subsisten es porque tienen casa propia a 21 kilómetros al sur de la capital, en la localidad de Quilmes, provincia de Buenos Aires (este), y porque su compañero, Sergio, sale a trabajar en taxi. “Todas las medidas son contra la gente, porque Milei no arrancó por arriba, sino por abajo”, cuestionó este hombre.
Mientras, desde un escenario colocado frente al Congreso, los dirigentes de la CGT instaron a los diputados a que no avalaran las dos grandes puntas de lanza de la actual gestión: un megadecreto que modifica o deroga 366 leyes para desregular distintos sectores de la economía, y un proyecto de “ley ómnibus”, de más de 500 artículos, que le otorga facultades legislativas al presidente y que recibió dictamen positivo en la madrugada del miércoles por un plenario de comisiones de la Cámara Baja.
Sentados en el portal de un edificio, al amparo del calor, cuatro amigos que rondan los 40 años afirmaron que salir a la calle era lo único que no les podían arrebatar. “Por lo menos hay que demostrarles que no les va a ser tan fácil”, argumentó Aldana, una artesana que se desplazó al centro de la capital desde Morón, una localidad al oeste de la provincia de Buenos Aires.
A su lado Ayelén, una trabajadora autónoma, celebró la masiva movilización de distintos sectores. “Aquí hay gente autoconvocada de barrios, murgas, asambleas, escuelas… todos contra estas medidas en contra del pueblo”, argumentó. “El costo de vida se fue a las nubes y no podemos llegar a fin de mes, cuando ni siquiera tenemos hijos”, agregó.
Para completar lo que dijo su compañera, Azul, que se encuentra en la misma situación laboral, observó que en estos tiempos Argentina se juega hasta los recursos naturales. “La privatización nunca fue una buena respuesta para este país, provocó más hambre y más pobreza, en una fórmula que ya conocemos con sus consecuencias para los trabajadores”, zanjó.
No vendrán tiempos fáciles. Mientras, el portavoz presidencial asumía el mismo miércoles que no se puede dialogar con los manifestantes, el borrador de la “ley ómnibus”, cuyo nombre formal es Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos, ya tiene fecha de debate en la Cámara de Diputados: será el próximo martes.
Sputnik, 25.01.2024